El aria de Mozart

El aria de Mozart

Carlos Escobar

El amor y la muerte fueron los dos grandes temas que preocuparon a Mozart en sus últimos años de vida. La partitura de la ópera La flauta mágica contiene su compromiso con la humanidad y refleja que los sentimientos de afecto son tan propios de la nobleza como del pueblo llano. La genialidad del compositor logra que la sucesión de las distintas escenas de la ópera tenga sentido y que la música nunca se detenga transmitiendo a todos los públicos lo sublime que es la condición humana.

El aria de Pamina del segundo acto «Ach, ich fühl´s, es ist verschwunden» («Ah, lo noto, todo ha terminado») expresa la tristeza y la desesperación de una joven que acaba de sufrir dos reveses vitales importantes. Por un lado, ha sido repudiada y maldecida por su propia madre, que hasta ese momento era la persona más cercana a ella. Por otro, no sabe cómo afrontar la repentina indiferencia de Tamino, el príncipe del que está enamorada, que ha dejado de hablarle mientras le hacía gestos para que se alejase. Pamina está tan afectada emocionalmente que es incapaz de intuir que su amado debe mantenerse en silencio para poder superar una de las tres pruebas de iniciación en el camino de la sabiduría.

La flauta mágica es un nítido guiño a la masonería, sociedad secreta a la que pertenecía Mozart y que tenía como símbolos el triángulo del equilibrio y el número tres, representante del cambio hacia un nuevo estatus. Por ello, el músico de Salzburgo comienza la obertura de la ópera con tres espectaculares acordes, introduce tres bemoles en la armadura de la partitura, asigna a Tamino tres pruebas de superación y crea grupos de personajes compuestos por tres damas y tres muchachos, entre otros aspectos.

Para escribir el acompañamiento del aria de Pamina, Mozart empleó una orquestación sencilla con tradición barroca compuesta por flautas, oboes, fagotes y cuerdas, en la elegíaca tonalidad de sol menor (que tiene dos bemoles en lugar de tres). El ritmo andante creado por la cuerda favorece que los instrumentos de viento emitan un tenue lamento en el límite de atonía. Tamino es la única esperanza para una abatida joven que entiende que lo mejor de ella ya no es suficiente para retener a su amado. En el corazón de Tamina todo ha acabado porque sin su príncipe no hay espacio para la ilusión. Sin la felicidad del amor, el llanto se torna insoportable y sólo encontrará reposo en la muerte.

El talento musical de Mozart va más allá y enfatiza el abatimiento de Pamina con figuras retóricas disonantes evocadoras del lamento y las lágrimas. Los acordes de séptima, de novena disminuida y especialmente los de sexta napolitana la expresión «mi reposo» del final del aria con un efecto conmovedor para el oyente.

En marco creado por el genial compositor austríaco para esta historia de amor es un cuento de hadas sobrenatural, pero lo que le sucede a Pamina lo vemos a diario en la vida real y la música acentúa la profundidad de los sentimientos en este mal de amor. Alrededor de la desdicha de Pamina el mundo sigue su cruel curso y ella se retira turbada y llorando mientras Papageno come y bebe ajeno a tanto sufrimiento.

Merece la pena el escuchar esta obra maestra porque probablemente es el aria más bella del Clasicismo y el más sublime alegato a la virtud y la paz de los corazones bondadosos.

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