El anillo que volvió a su dueño gracias a Belén y a LA VERDAD

El anillo que volvió a su dueño gracias a Belén y a LA VERDAD

Belén García Rivas entrega el anillo a Roberto Monedo en el lugar donde se extravió, el balneario Las Torres, de La Ribera. / a.s.

Tras leer la noticia en este diario, Roberto recuperó la alianza que encontró la mujer

Alexia Salas

Cada objeto perdido encierra una historia. Algunos terminan contándola. Belén García Rivas encontró hace un año una alianza, perdida entre las algas que medran bajo el balneario de Las Torres, en Santiago de la Ribera. Sus amigos le aconsejaron que lo vendiera, pero ella se quedó dando vueltas a la mano que rubricaba ese anillo, como una baliza sentimental.

  • Para visitar.
    Hay balnearios visitables, como el San Antonio y el de la Concha (Los Alcázares).

  • Lecturas en el Mar Menor.
    ‘Cosas mías’, de Pilar Álvarez, dedica varios poemas a la laguna y al Mediterráneo.

  • Para saborear.
    Arroces y pescado fresco sobre el mar, en el balneario San Antonio, de Los Alcázares.

«¿Se habrá perdido aquí o vendrá arrastrado de otra playa? Podría ser una pérdida reciente o de años. ¿Extravío o desamor?», se preguntó Belén durante un año, tras publicar la foto de la sortija en las redes sociales para alertar al propietario. Las pesquisas no llevaron muy lejos. Solo disponía de un anillo de gran diámetro, por lo que imaginó a un hombre, y un nombre grabado, que no rebeló para asegurarse de reconocer al verdadero dueño.

No pocos surgieron contando su historia a Belén, que fue descartando candidatos hasta este verano, cuando el anilló habló. Al día siguiente de que el hallazgo de Belén apareciera publicado en esta sección, Roberto Monedo, un veraneante tradicional de La Ribera, contactó con LA VERDAD con la esperanza de que fuera su alianza perdida en agosto de 2021 mientras jugaba con su hijo en el agua. «Me estaba un pelín grande», reconoce el bañista madrileño, que compró por internet un detector de metales para encontrar el anillo de casado. «Solo salieron latas vacías del fondo del mar», renunció finalmente a recuperarlo.

La página de LA VERDAD en la que salió la historia del hallazgo de la alianza, el 12 de agosto.

Nada más conocer
su historia a través de este periódico, a Belén le dio un pálpito: «Creo que es él», afirmó incluso antes de pedirle que le diera la inscripción, como un íntimo santo y seña. El nombre de su mujer, Rocío Camacho, era el que bordeaba el interior del aro encontrado. «Es oro blanco que compré en Cartagena de Indias, mi tierra, y sentí mucho que lo perdiera», cuenta Rocío.


Papeles mojados

«Me dejó en la lenguaun manantiallleno de peces mudos»

Pabo Melgar

Viuda de su primer marido, se casó con Roberto en la costa caribeña en la primavera de 2016 y tienen un hijo de 9 años. Vivieron en la misma calle durante años antes de enamorarse. A veces las personas y los objetos se alejan y vuelven como por capricho, por más intrincado que sea el camino de regreso. El caso es que Belén y Roberto pasan el verano en el mismo edificio desde hace décadas, se bañan en el mismo balneario y se cruzan a diario en la escalera. Nunca supieron del vínculo mudo que los unía.

«Me estaba un pelín grande», reconoce el madrileño, que compró un detector de metales para encontrarlo

«Para nosotros es una señal del cielo, porque era el símbolo de nuestro compromiso para toda la vida. Rezaba para encontrarlo», cuenta Roberto nada más ceñir de nuevo su anular con el oro colombiano. Para Belén, creyente como ellos, «puede que Dios me haya puesto en su camino para encontrarlo» La entrega se realizó en la misma escalera del balneario donde el aro se desprendió de su sitio lógico para quedar a merced del caos. Belén, la recolectora del mar, se alegra de no haberlo vendido.

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