Rafaelillo sale a hombros junto a Curro Díaz en el 75 aniversario de Manolete

Rafaelillo sale a hombros junto a Curro Díaz en el 75 aniversario de Manolete

Rafaelillo y Curro Díaz, en su salida a hombros. / JESÚS DELGADO

Morante da un mitin y se va de Linares con una gran bronca

Rafaelillo debutaba en Linares, después de un cuarto de siglo de alternativa, en una fecha señalada, la del 75 aniversario de la cogida mortal de Manolete en esa plaza. Lo hizo ante un toro amplio, largo como un convoy, muy de Miura, al que saludó con dos largas cambiadas y buenas verónicas. Flojeó el toro tras el doble puyazos en uno. Lo brindó el murciano al respetable, el Miura embistió con nobleza y Rafael, en maestro, templó las embestidas de principio a fin, rebozándose en muletazos que tuvieron sabor y toreando con lujo al natural. Tras un final sin ayudado, mató de un espadazo. Paseó la primera oreja de la tarde.

Remendó la corrida un cuarto toro de Joaquín Núñez del Cuvillo, cinqueño y con caja, que salió desentendido y al que Rafaelillo metió en la capa con ceñidos delantales rematados con una buena media. Tras un puyazos trasero brindó a José Fuentes. Comenzó la faena queriendo imprimir ritmo y ligazón, pero al toro, que tuvo nobleza, le costó repetir. Lo exprimió con inteligencia el torero de Murcia, que desmayó la figura en muletazos de buen gusto. Llegó el estoconazo tras dos pinchazos en lo alto. Tarde de una importante dimensión de Rafaelillo que paseó otro trofeo que le abrió la puerta grande.

Se apuntó Morante de la Puebla, en gesto de gran figura, a la corrida de Miura en la conmemoración de la muerte de Manolete. Su primero fue un toro muy chico, con el que pasó desapercibido con la capa y no quiso ver con la muleta. Salió con la espada montada, dio un mitin y la bronca fue de aúpa. Repitió acciones en el quinto, este con problemas evidentes, y escuchó la segunda bronca de su oscura tarde.

Un bonito sardo hizo de tercero. Lo recibió Curro Díaz con un buen ramillete de verónicas, tras un puyazo trasero brindó al público. El Miura no quiso cercanías, se quedaba debajo y tuvo que tragar el de Linares y buscar las inercias para completar una faena entregada no exenta de buenas formas. Cómo mató de un espadazo paseó una oreja bien ganada. El sexto embistió al paso, sin humillar. Lo entendió a la perfección Curro Díaz, que ligó las series a media altura, sin obligar al miura, componiendo la figura y luciendo los cambios de mano y los de la firma, con buen sentido de la estética. La estocada, más de media y tendida, fue culminada con un golpe de verduguillo. Cortó la oreja y acompañó a Rafaelillo en la salida a hombros. Hubo más de tres cuartos de entrada.

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