La trituradora de Evenepoel confirma el valor de la nueva camada española

La trituradora de Evenepoel confirma el valor de la nueva camada española

Remco Evenepoel, al final de la ascensión a Les Praeres. / ANDER GILLENEA / AFP

9ª etapa

El belga distancia a todos sus rivales en la subida a Praeres, donde vence Meintjes, Enric Mas resiste y Roglic cede otro minuto

Dicen que la subida a Praeres tiene cuatro kilómetros al 12,9% de pendiente. Que es una pared para dejarse hasta las uñas. En realidad, es aún peor. Praeres es un cuarto de hora de tormento. Eso tarda el primero en arribar a la tierra prometida de la meta. Con sabor a sangre en la garganta. Con la boca de un pez fuera del agua. A Remco Evenepoel, el líder, le quedan varios exámenes: la aclimatación al calor que viene, la resistencia en una carrera de tres semanas… Eso dicen. Tiene 22 años, edad de aprendiz, pero no deja de dar lecciones. En Praeres demostró que domina las cuestas violentas. Otro paso más antes de la jornada de descanso y de la contrarreloj del martes donde alejará a los escaladores.

Cara de niño. Pero no inofensivo. Sentado en las rampas más verticales. Maillot abierto. Con alas. Evenepoel no da pedales. Los tritura, como a los rivales. Ni los mira. Sube convencido de que todos se van a doblar ante su fuerza. Primero desistió Roglic, luego Ayuso y Carlos Rodríguez, y, por último, Enric Mas. Nadie resistió al líder cuando en la cuesta solo quedaba dolor. Evenepoel siguió con su ritmo de apisonadora. No alcanzó al fugado que iba a quedarse con la etapa, el sudafricano Louis Meintjes, pero sí golpeó a los que le discuten la Vuelta. Ayuso, con 19 años, fue el que menos perdió, 34 segundos. Enric Mas se dejó 44, dos menos que Carlos Rodríguez, un fondista de 21 años que va ya hacia su tierra andaluza. Roglic, incapaz de rendirse, perdió 54 segundos. Apaleados por Remco.

Tras el día de descanso que viene aguarda la contrarreloj llana de Alicante, hecha para Evenepoel. El belga la afrontará con 1.12 sobre Enric Mas y con casi dos minutos sobre Roglic. Luego, a dos minutos y medio vienen los nombres del futuro, del presente ya, del ciclismo español. Carlos Rodríguez es cuarto y ya es el líder claro del Ineos. La escuadra británica, que podía elegir en cualquier caladero mundial, le eligió a él cuando era juvenil. Y le diseñó un camino hacia la cima. El vizcaíno Xabier Artetxe es su preparador y le lleva de la mano. Esta Vuelta, confirma el técnico, es la meta del granadino en la campaña de su eclosión. Ya se ha adaptado a la categoría. Aprende a diario. «Me he cebado en la subida final y lo he pagado. Bueno, si hago podio será un sueño y si reviento, no pasará nada», apuntó. Ambición calmada.

Ya empieza a ser su hora, como la de Ayuso, aún más joven y quinto en la general. Lo dos entran en terreno desconocido. Nunca han disputado una vuelta de tres semanas. Y lo hacen sin complejos. «Para mí todo esto es un regalo», avisa Ayuso. «Le he dicho a mi director que iba a ser valiente». Lo fue. Lo es. «He arrancado a 700 metros del final para dejar atrás a Mas y Carlos… Ufff, no pasaban los metros», contó el alicantino. Evenepoel, otro portento precoz, les marca el paso a los embajadores del nuevo ciclismo español. De momento, los dos siguen su huella. «Remco es bastante superior», dice Ayuso, pero… sonríe. Sueña. Está en la edad.

Arensman se baja de la fuga

Con la covid sorteando retiradas cada día, los ciclistas salieron en la novena etapa como si fuera la última. Desde el banderazo en Villaviciosa, en las pumaradas de sidra, todos se exprimieron para coger el vagón de la fuga. El pelotón pasó a lo loco por los Acantilados del Infierno. Como escapando del demonio. Hasta la puerta del Torno, un puerto duro, no se conformó esa fuga. En ella se metió un ciclista con galones, Thymen Arensman, decimoprimero en la clasificación general a tres minutos de Evenepoel. En una reacción difícil de entender, su equipo, el DSM, le ordenó parar y esperar al grupo cuando ya tenía dos minutos de renta. La mala decisión de un director puede arruinarle el trabajo a cualquiera.

Los otros fugados subieron Torno: Battistella, Zambanini, Van Baarle, Conca, Janssens, Stannard, Meintjes (el mejor situado en al general, a más de ocho minutos), Guglielmi y José Manuel Díaz Gallego, un emigrante jienense de 27 años que ganó el Memorial Valenciaga en 2016. Se ha hecho ciclista en equipos de Israel, Austria, Francia… e inició esta temporada en el Gazprom ruso, que tiene prohibido competir desde la invasión de Ucrania. Por eso, carambola del azar, Díaz llegó en primavera al Burgos y a su debut ahora en la Vuelta. Detrás, el Quick Step de Evenepoel les dejó hacer al concederles cinco minutos. Sin Arensman en esa fuga, nada le preocupaba al líder belga. Tiene que economizar las fuerzas de sus gregarios tras el abandono por covid de Serry. Una muleta menos.

La carrera tiró hacia el Fito, con la sierra de las Coronas a la vista. ¿Corona de rey o de espinas? Del reparto se encargó la subida final a Praeres. En el acceso a ese muro asturiano, revirado y con giros estrechos cuesta abajo, se cayeron Harper y Hart. Alaphilippe, buen funambulista, protegió a Evenepoel en ese laberinto. El campeón del mundo le dejó el balón en el punto de penalti, en el inicio de los cuatro kilómetros de la pared de Praeres. Remco fue futbolista. Chutó a gol. Mientras todos parecían cosidos a las brutales rampas, el líder belga iba clavando chinchetas con los fugados a los que atrapaba. Ninguno de sus rivales pudo tanto. Le quedan asignaturas por aprobar en esta Vuelta, pero de momento su nota es sobresaliente. La mejor.

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