Francisco preside este domingo la ceremonia en que Albino Luciani alcanzará el escalón previo a la santidad
Este domingo Juan Pablo I será beatificado, el último escalón antes de llegar a la santidad. En una ceremonia que se celebrará en la plaza de San Pedro del Vaticano, Jorge Mario Bergoglio elevará a los altares a este Papa cuyo pontificado duró únicamente 33 días, uno de los más breves en la historia de la Iglesia católica, al morir de forma totalmente inesperada en septiembre de 1978 a los 65 años de edad. El proceso de beatificación ha permitido acceder a la información médica sobre Albino Luciani, que es así como se llamaba el ‘Papa de la sonrisa’, y arrojar luz sobre su fallecimiento, sobre el que surgieron en su momento todo tipo de especulaciones.
«Toda la documentación converge en una causa de la muerte por infarto. Se especifica que es una muerte imprevista», afirma a este diario Stefania Falasca, vicepresidenta de la Fundación Vaticana Juan Pablo I y vicepostuladora de la causa de beatificación. Los médicos que examinaron el cadáver de Luciani tuvieron «clarísimas las causas de la muerte, que luego fueron confirmadas por los académicos de la Universidad La Sapienza», por lo que se decidió que no era necesario realizarle una autopsia. «La historia se hace con los documentos. Todo lo demás es literatura negra, que puede ser muy rentable, pero que no tiene nada que ver con los hechos», explica Falasca.
El milagro que impulsa la beatificación de Juan Pablo I consiste en la sanación, inexplicable para la ciencia, de la niña argentina Candela Giarda, que estaba desahuciada por los médicos en 2011 debido a una grave patología cerebral. Según la Iglesia católica la sanación tuvo lugar gracias a la intercesión del nuevo beato. Giarda tiene hoy 22 años y no le han quedado secuelas de aquella enfermedad, aunque no ha podido viajar a Roma para participar en la ceremonia por haberse roto un pie mientras practicaba deporte.
Según el cardenal Beniamino Stella, postulador de la causa de beatificación y que mantuvo una estrecha relación con Luciani, pues fue su obispo en la diócesis de Vittorio Véneto (norte de Italia), el legado de Juan Pablo I es el de un pastor «humilde y con gran capacidad de comunicación». Son virtudes que, según recuerdan quienes le conocieron, hicieron que se metiera en el bolsillo a los fieles en aquel brevísimo pontificado y que también están muy presentes en Francisco, el Papa que le beatificará este domingo.
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