Tarde de figurón de El Juli y exquisiteces de Manzanares en la Feria Taurina de Murcia

Tarde de figurón de El Juli y exquisiteces de Manzanares en la Feria Taurina de Murcia

El Juli, este lunes, durante el festejo taurino celebrado en Murcia. / NACHO GARCÍA / agm

Ambos salieron a hombros, mientras que Talavante perdió la puerta grande por la espada

La primera corrida de la feria de septiembre, segundo festejo de abono, acabó con el triunfo incontestable de El Juli, quien obtuvo los máximos trofeos del cuarto de la tarde, gran toro de Daniel Ruiz, al que el madrileño cuajó en una faena de poderío y gran conexión con la grada.

Le acompañó en la salida a hombros José Mari Manzanares, que firmó una faena de exquisiteces al segundo toro de la corrida, al que desorejó, paseando otro trofeo del quinto. Su tarde con la espada fue espectacular.

Pudo acompañarlos en la salida a hombros Alejandro Talavante, muy entonado, sobre todo con el sexto, pero el manejo de la espada fue paupérrimo. Aún así, paseó una generosa oreja del toro que cerró plaza.

  • Plaza de toros de Murcia
    Segundo festejo de abono de la feria de septiembre. Corrida detoros. Dos tercios de entrada.

  • Seis toros de Daniel Ruiz
    El tercero lidiado como sobrero. Desiguales de presencia, noble y conrecorrido el segundo, de excelente juego el cuarto, buenos el sexto.

  • El Juli, (de azul rey y oro)
    Silencio y dos orejas y rabo.

  • Manzanares, (de sangre de toro y azabache)
    Dos orejas y oreja.

  • Talavante, (de rosa pálido y oro)
    Silencio y oreja

La corrida de Daniel Ruiz, desigual de presencia, tuvo toros con movilidad, destacando el cuarto, y dando mucho juego segundo y sexto.

El primero de la corrida de Daniel, un toro justo de trapío pese a sus 503 kilos, al que algunos protestaron por falta de fuerzas, no sirvió. El Juli, que no pudo lucirse en el saludo de capa, tras un largo puyazo, planteó su faena, que no brindó, más allá de la segunda raya. Allí lo intentó el torero madrileño, tirando del astado, cuya sosería no transmitió nada. Mató al segundo intento. Hubo silencio para el torero y pitos para el toro en el arrastre.

Se repuchó en el caballo el quinto, que no permitió el lucimiento de El Juli en el saludo de capa. Julián, de vacío en el primero, brindó al público su faena. En manos de Julián el toro rompió. Comenzó el diestro con dos doblones por bajo y pronto sacó al animal a los terrenos de afuera. Allí puso garra el madrileño, que levantó a la grada con un molinete de rodillas y una tanda ligada en un palmo de terreno iniciada con la trinchera. Se quedó en el sitio para ligar, en las cercanías, sacando tres circulares invertidos y un interminable cambio de mano, con el que rugió el tendido. Sin moverse del sitio, sin ayuda, metido entre los pitones, meció la pañosa conduciendo la embestida por ambos lados, cambiándose la muleta por la espalda. En cuanto vio cuadrado al toro, sin dudar, cobró un volapié del rodó el toro como una pelota. La gran obra de El Juli, de figurón del toreo, acabó con los máximos trofeos para el de Velilla de San Antonio y un público totalmente entregado.

La ovación para el toro en el arrastre fue clamorosa, con petición de vuelta al ruedo por parte del público.

El segundo fue un colorado que tapó por delante lo que faltaba por atrás. Aplaudidas fueron las verónicas de recibo de Manzanares. Romaneó a la cabalgadura el astado en el único puyazo que recibió. Blandeó el de Daniel en el tercio de banderillas. Quizás por eso no lo brindó el de Alicante. Sacó al burel al tercio. Allí tuvo paciencia para ir haciendo poco a poco al toro, que acabó por sacar su fondo para embestir con nobleza y seguir las telas. Fue faena larga, aunque bien estructurada, en las primeras tandas de a tres y el de pecho para apretar más al final, de menos a más, con naturales ligadísimos y series cosidas el lado derecho, con una última, rematada de trincherazo, de gran composición estética. Gustó Manzanares, fino en las formas y largo en oficio para darle al bovino los tiempos que necesitaba. Con la espada fue un cañón. Se le pidieron con fuerza las dos orejas que paseó. El ejemplar de Daniel fue despedido con una ovación.

Se quedó muy corto el quinto en el capote de Manzanares. Poco castigo recibió en varas el toro manchego. Tampoco lo brindó el alicantino, que comprobó como el toro embistió andarín en los comienzos de faena. A base de toques fuertes consiguió ordenarlo José Mari, en una faena que no consiguió el calor de la grada hasta que sonó el pasodoble. La música y una tanda en redondo, más compacta y bien rematada con el de pecho, metieron al público en la obra, que siguió con una notable tanda al natural. Volvió a la diestra, remontando la faena, sobre todo con el broche del cambio de mano cosido al forzado de pecho. Otro espadazo derribó sin puntilla al negro mulato y le valió a Manzanares para pasear el ruedo con un nuevo trofeo.

Muy protestado fue el tercero, que renqueó de los cuartos traseros, por lo que fue devuelto a los corrales. En su lugar saltó al ruedo el primer sobrero, del mismo hierro, que dio en la báscula 573 kilos. Se frenó en el capote de Talavante, al que desarmó en un arreón. Empujó al caballo en el puyazo y, a la salida, Talavante se lució en un quite por chicuelinas, abrochado con una graciosa serpentina. Tras un inicio de faena por alto, en los terrenos de adentro, Alejandro aprovechó las condiciones de la zancuda res, uno de esos llamados medio toro, al que Talavante busco las vueltas, sobre todo en series sobre todo con la diestra, en las que destacaron los remates, por abajo, con los pases de la firma. Un final de faena a pies juntos precedió a una estocada muy baja, que retuvo a muchos aficionados de sacar su pañuelo. La leve petición de oreja se difuminó y, tras el arrastre, el público no se manifestó, ya metido en tiempo de merienda.

Se desplazó el sexto de salida en un bonito saludo a pies juntos, rematado con dos medias verónicas, de Talavante. Fue toro armónico, al que le vio posibilidades el extremeño, que brindó desde el centro del anillo para comenzar su faena con las dos rodillas en tierra pegado a tablas, perdiendo el ayudado en remate. Sin espada, cuajó las dos primeras tandas al natural, de fenomenal compostura, continuó muy entonada por ambos pitones, con los momentos álgidos al natural, hasta rematar la última tanda con un arrogante desplante arrojando las telas y quedando. Unas manoletinas pusieron broche a una faena seguida con interés muy mal rematada con la espada. Pese a lo feo de la estocada se le concedió un trofeo. De haber funcionado la tizona hubiera acompañado a Juli y Manzanares en la salida a hombros.

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