La sexta tragedia en la historia de La Condomina

La sexta tragedia en la historia de La Condomina

Aficionados tras elminuto de silenciodedicado a SantiagoLópez Carcelén. / G. CARRIÓN

Feria de Murcia

Esta feria del 135 aniversario de la plaza de toros de Muria dejará para la historia la tristísima noticia del
fallecimiento de uno de los carniceros de la empresa que gestiona las carnes de lidia y ejercen su trabajo durante los días de feria en el desolladero del centenario coso.

El infortunio de una fatal cornada la noche del lunes, en el vientre, de la que Santiago López Carcelén no pudo recuperarse en el hospital Reina Sofía, donde fue trasladado, tiñe de luto una feria que había comenzado con la felicidad de ver triunfar a los toreros. Santiago no debía haber muerto. Sin embargo, su tragedia demuestra que un toro, hasta el último momento puede herir de muerte. El toro ‘Limpiador’, que saltó al ruedo en tercer lugar, en la primera corrida de toros de la feria celebrada el lunes, fue devuelto a los corrales al cojear de los cuartos traseros. El astado de Daniel Ruiz, una vez que sacó el pañuelo verde la presidencia volvió por donde había salido con gran rapidez, sin necesidad de que hicieran su aparición los mansos. Hasta la finalización de la corrida, ‘Limpiador’ permaneció apartado en uno de los corrales de la plaza.

Sorprendido por ‘Limpiador’

Una vez finalizada la corrida, caída la noche, los corraleros continúan su trabajo, manejando a los toros de la corrida del día siguiente, embarcando los toros sobrantes de la corrida ya terminada y, como en el caso del lunes, cuando hay un toro devuelto, conforme marca el Reglamento, que impide que ese toro vuelva a salir a una plaza, atronando a la res. El toro fue apuntillado desde arriba, quedando tendido y aparentemente atronado. Fue en ese momento –minutos antes de las diez de la noche– cuando Santiago, uno de los carniceros, entró al corral para terminar de apuntillar al toro y preparar su traslado al desolladero.

Se vio sorprendido cuando ‘Limpiador’, inesperadamente, se levantó y acometió contra él. Dentro del corral, sin posibilidad de huida, el toro le propinó una certera cornada en el vientre. Como pudieron lo sacaron al patio de caballos. Allí estaba la ambulancia que durante la feria tiene como misión trasladar algún herido, si lo hubiera en el ruedo. En el patio de caballos se formó un gran revuelo, con carreras y gritos, al comprobar la gravedad del percance, y que la ambulancia salió presta para trasladar al corneado al Hospital Reina Sofia. El más cercano. Allí, los médicos hicieron todo lo posible, incluso reanimaron a Santiago de una primera parada cardiorrespiratoria. No aguantó tras la segunda. En la hora del cambio de día, las noticias que llegaban ya eran la de la muerte.

De ‘El Castizo’ a ‘Angelín’

En estos 135 años habían sido cinco los fallecidos a consecuencia de heridas por asta de toro: el primero fue, a los siete años de inaugurarse la plaza, en 1894, un novillero apodado ‘El Castizo’. Le siguieron el matador Jose Claro ‘Pepete’, en 1910; el picador Salvador Angosto ‘Loquillo’, en 1913, el novillero Juan Ruiz ‘Lagartija II’, en 1922; siendo la última tragedia la del corralero ‘Angelín’, en 1997.

‘El Castizo’, natural de Cazalla de la Sierra (Sevilla), contaba con 27 años, fue prendido por un novillo del Marqués de Mudela por el vientre. La muerte del también sevillano ‘Pepete’, el único que matador de toros caído en el ruedo murciano, consternó al pueblo. El toro de Parladé era «bien puesto de cuerno y de mucha romana». Tuvo una cogida mortal, de la que apenas se entera. Cayó en los brazos de su mozo de espadas, para no levantarse más. La capilla ardiente fue instalada en la enfermería.

Tres años después, la víctima fue un varilarguero. El 8 de septiembre de 1913 cayó muerto en la plaza el picador, nacido en Cartagena, Salvador Angosto ‘Loquillo’. Fue derribado de la cabalgadura, quedando al descubierto frente al toro, que certeramente le introdujo el pitón en el pecho produciéndole la muerte instantánea.

La tarde que debutaba como cirujano de La Condomina el doctor Sánchez-Parra no pudo ser más accidentada. El toro ‘Gorete’ seccionó por completa la vena femoral y safena del segoviano ‘Lagartija II’. La herida fue en la región inguinal derecha, de doce centímetros.

La última vez que la muerte se asomó en La Condomina no fue en el ruedo, sino en los corrales de la plaza. La mañana del sábado 20 de septiembre de 1997, ‘Angelín’ salió de uno de los burladeros para separar a la manada que había que enchiquerar. ‘Malospelos’, novillo de la ganadería de Las Ramblas, se arrancó hacía ‘Angelín’ y le corneó en el cuello. Ángel Sánchez Mompeán tenía 67 años el día de su fallecimiento. Dejaba esposa y seis hijos. Trabajó durante más de 40 años como corralero.

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