«Debemos aprender a caer sin miedo a magullarnos»

«Debemos aprender a caer sin miedo a magullarnos»

Marta San Miguel, autora de ‘Antes del salto’, en Santander. / Javier Cotera

Marta San Miguel debuta en la novela con ‘Antes del salto’, una brillante indagación en las trampas de la memoria y la identidad

Miguel Lorenci

Hay instantes que encierran un mundo. Una vida. Momentos decisivos que nos confrontan con lo que quisimos ser y lo que somos. A partir de uno de esos segundos cruciales, en el que un caballo montado por una cría se dispone a saltar un obstáculo, ha construido Marta San Miguel (Santander, 41 años) ‘Antes del salto’ (Libros del Asteroide). Es su primera novela. Una delicia narrativa que indaga en los recovecos y trampas de la memoria. Se pregunta en qué nos convertimos cuando olvidamos lo que fuimos o lo que soñamos ser.

La magdalena de Proust es aquí la foto olvidada de un caballo formidable, Quessant, que montaba de niña la narradora, hoy una madre que se muda por un año a Lisboa con su familia. Un viaje físico y emocional en torno a la identidad, la maternidad, los apegos y la fugacidad.

Aunque el título evoque una aventura hípica, habla de saltos y cambios vitales, «Quessant existió y lo monté. Se lo cedí a la protagonista para que no se fuera del todo, junto con mis recuerdos y todo cuanto sabía acerca de los caballos para utilizarlo como una metáfora», explica San Miguel.

Novela sobre «los saltos que damos en la vida, ya sean cambios de trabajo, de pareja, mudanzas, enamoramientos o pérdidas. A veces voluntarios, otras involuntarios, pero que nos empujan y nos vemos obligados a dar». «Con cada salto dejamos atrás un pedazo de nosotros, lo queramos o no. Llega un momento en que debes pensar qué queda en ti de todo lo que dejaste atrás. En qué te has convertido. Quessant es también un caballo de Troya que fuerza a la protagonista a pensar y a descubrir todos sus olvidos», resume San Miguel.

Razón de ser

¿Unos olvidos que nos conforman? «Sí. Todos nos tragamos esa idea de tirar solo hacia adelante, de progresar. ¿Pero en nombre de qué? ¿Qué sentido tiene si has olvidado tu razón de ser?», se pregunta la escritora. Responde en los once tramos de una emotiva historia coreografiada al paso, al trote o al galope. En pleno vuelo sobre cada obstáculo, con triunfos, renuncias y derrotas, risas y llantos.

Si hay salto puede haber caída, pero la novela nos dice que debemos aprender a caer para levantarnos una y otra vez. «Caerse es ineludible. Pero nunca te caerás de un caballo si no te subes. Si no lo haces, te pierdes lo que se siente», dice San Miguel. «En la vida es igual. Todos tenemos miedo a la caída, pero es más útil, más sabio y más realista aprender a caer. Otra cosa es saber si te proteges con la mano, el pie o con el cuerpo entero. Hay que perder el miedo a las magulladuras. Hay veces que el miedo al dolor nos quita muchas veces de vivir», ilustra.

San Miguel es periodista de ‘El Diario Montañés’ y autora de poemarios como ‘Meridiano’, que ganó el Premio José Hierro, y ‘El tiempo vertical’. «El salto de la poesía a la novela ha sido bastante fluido, natural. Fue mucho más drástico el de la poesía al periodismo, aunque todo se acaba entremezclando», explica risueña. «Tiene que ver con tu mirada sobre las cosas, y no tanto cómo acabes resolviéndolo, ya sea prosa, en un artículo o en un verso».

«El pico de la poesía tuvo que ver con que empezaba a trabajar y los tiempos de los periódicos son los que son. Puedes avanzar en un verso en cualquier momento, mientras esperas a que comience una rueda de prensa o a que te pinten una página. Las novelas necesitan más tiempo y lo obtuve con la excedencia que pedí cuando mandaron a mi marido a trabajar a Lisboa», explica.

Fue un cambio crucial. «Las grandes etapas vitales tienen que acabar para que empiece otra. No debemos encadenarnos a la memoria, que puede paralizarnos y llevarnos a la nostalgia, que es como tener el barco amarrado al noray o varado en el lodo de un estuario. Hay que estar alerta y no dejar jamás que la memoria te esclavice», plantea. Sabe que una fina línea separa la nostalgia de la memoria, que esta es «la materia de la literatura, pero es muy tramposa».

Luz en las sombras

«Nos contamos la historia como creemos que fue. Pero en el fondo, ese relato es la única manera de comprender muchas cosas que sucedieron. El ser humano ha avanzado en su socialización gracias a la palabra, al relato con el que cada uno nos explicamos a nosotros mismos», señala.

San Miguel llevaba veinte años sin montar a caballo, pero hace poco que se atrevió de nuevo. «Aquella etapa pasó. Estoy en otra. He crecido como periodista, he escrito libros, he sido madre, he conocido a gente fabulosa gracias a mi trabajo… pero hay una parte de mí que pertenece al pasado». «Con este libro no trato de ser de nuevo aquella niña. Quiero que el lector encuentre en sus afectos lo que la protagonista consigue: desenterrar de esa memoria a la que no damos importancia, de lo que queda atrás, ese chispazo que ilumina las zonas de sombra».

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