La memoria selectiva de los herederos de David Bowie

La memoria selectiva de los herederos de David Bowie

David Bowie controló su imagen hasta el final de su vida. Y tenía muy claro cómo quería ser recordado, así que cuando el documentalista Brett Morgen comenzó a trabajar en el primer documental ‘oficial’ sobre el artista –esto es, aprobado y apoyado por sus herederos– las reglas eran muy precisas… y peculiares: Acceso total a la enorme colección de material que atesoran. Nada más y nada menos que cinco millones de artículos, entre dibujos inéditos, grabaciones, películas, diarios…, pero nada de fechas, nada de biografías y ni hablar de recuento cronológico de los hechos de su vida.

Por no estar, ni siquiera se menciona a Angie, su primera esposa, ni a Duncan, su hijo. Ni rastro de ambos en las dos horas y cuarto de metraje de Moonage daydream, cinta que se estrena en España el 30 de septiembre. Su director –célebre por obras como Kurt Cobain: Montage of Heck, Crossfire Hurricane (sobre los Rolling Stones) o Jane (de Jane Goodall)– lo justifica alegando que ni Angie ni Duncan tuvieron impacto alguno en la camaleónica obra de Bowie.

Pese a las restricciones, sin embargo, no ha sido posible evitar la inclusión de ciertos aspectos personales de la vida del artista. Aunque sea de forma muy somera, la película revisa la infancia del protagonista en la posguerra; se señala la frialdad e indiferencia de sus padres hacia su hijo y ahonda en la influencia de su idolatrado medio hermano mayor, Terry Burns, un hombre atormentado por la esquizofrenia que se suicidó a los 47 años, arrollado por un tren, y que ejerció como gran guía del joven David Robert Jones por los caminos del jazz, la literatura de bajos fondos y las transgresiones del arte contemporáneo…

Y poco más. Ni sexo ni drogas ni excesos ni cotilleos propios de documentales roqueros, la vida personal del retratado brilla por su ausencia, si bien se señala a su segunda esposa, Iman, como una transición de la soledad inquieta a la mediana edad satisfecha.

También se dedica algún tiempo a la afición de Bowie a la pintura y la escultura, o a sus interpretaciones en películas como El hombre que vino de las estrellas y Feliz Navidad, Mr. Lawrence, además de la producción de Broadway de El hombre elefante.

Los herederos de Bowie dieron acceso total a sus archivos al director a cambio de varias restricciones. En la cinta, por ejemplo, no se menciona a Angie, su primera esposa, ni a Duncan, el hijo de ambos

El énfasis, sin embargo, está en su obra y trayectoria musicales, con esclarecedoras explicaciones de sus cambios de estilo y género y una astuta selección que huye de la obviedad a la hora de crear la banda sonora. Queda claro así la devoción de Bowie hacía su trabajo y el placer que sentía por él.

Obligado asimismo por las restricciones impuestas por los gestores del legado del cantante, Moonage daydream es una obra que deja atrás la fórmula  habitual en el género. A saber: colegas, periodistas, parientes y famosos recuerdan al artista en cuestión entre imágenes de actuaciones, grabaciones en estudios, videoclips, material privado… ordenado todo de forma cronológica para contar infancia, inicios, triunfo, decadencia, resurgir y muerte o lo que sea menester.

Lanzó ‘Space Oddity’ cinco días antes de que el hombre pisara la luna y la BBC usó la canción en su retransmisión del histórico momento

Ya lo señala The New York Times en su crítica de la cinta: Moonage daydream «es más una sesión de espiritismo que una biografía». Afirmación inspirada por el ingenioso collage –caleidoscópico, psicodélico en numerosos momentos– que Morgen ha creado al editar de forma brillante todo ese material que le pusieron en bandeja de plata.

Como la de un espíritu, de hecho, surge la voz de Bowie a lo largo de la cinta de forma recurrente, soltando sucesivas reflexiones sobre el tiempo, la conciencia, la diversidad, la fugacidad de la existencia, el universo…, dándole al conjunto un aire de lo más espectral, mientras conocemos parte del proceso creativo de Duque Blanco y mucho de su pensamiento.

La ausencia de una cronología lineal –el director retuerce el tiempo con saltos constantes en un periodo que abarca desde de primeros años 70 hasta los 90– contribuye igualmente a diluir la sensación de estar ante una obra biográfica. Moonage Daydream cuenta, en realidad, qué implicaba ser David Bowie y cómo se sentía él respecto a su camaleónico personaje.

Todo ello mientras se van revelando las fuentes e influencias que impregnaron y modelaron su música –mostrada aquí como una constante serie de experimentos musicales y personales– y su relación consigo mismo y con la sociedad y el mundo de su tiempo.

La vida y obra de Bowie se revela así como una especie de rompecabezas muy en sintonía con el puzzle en que él mismo la convirtió. Puso la primera pieza en 1969, al lanzar el álbum Space Oddity apenas cinco días antes de que el hombre pisara la luna por primera vez y conseguir que la BBC utilizara el single homónimo, todo un clásico hoy, en su narración del histórico momento. Y lo culminó en 2016, cuando publicó su última obra, Blackstar, el día de su cumpleaños, dos antes de pasar a mejor vida por culpa de un cáncer hepático en su apartamento de Nueva York.

Nos queda ahora su música, su discografía plagada de joyas perdurables, su recuerdo, sus películas y este retrato fílmico llamado Moonage daydream, de un hombre imprevisible y reflexivo, que se supo afortunado y que consiguió ser feliz.

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