Si la
tromba sobre Javalí Viejo acabó únicamente con un fallecido fue solo por su corta duración. Unos minutos más y habrían sido tres. Así lo defiende José Antonio, otro de los vecinos de la calle que ya se daba por muerto cuando las precipitaciones empezaron a aflojar.
Estaba despierto en la cama cuando comenzó a escuchar que llovía muy fuerte. «Me asomo y veo que el agua venía al revés de lo normal, para acá, y con mucha fuerza. Abro la puerta y empieza a meterse agua dentro de la casa», cuenta.
Entonces es cuando decide intentar sujetar la puerta con la intención de evitar que se inunde la vivienda, una decisión que pudo haberle costado la vida. «El agua, al final, ha reventado la puerta y me ha tirado al suelo. Me he levantado como he podido e ido a por mi mujer. Los muebles estaban flotando, he ido a intentar salir por el patio, pero no podíamos abrir, y el agua iba subiendo. Entonces ha sido cuando me he dicho: ‘Aquí morimos’». Él y su mujer tenían ya el agua al cuello cuando la lluvia cesó. «Menos mal, porque estábamos muertos, estábamos atrapados y ha empezado a bajar el nivel», dice.
La rotura de dos paredes de la carpintería de Antonio Abellán e Isabel Alarcón facilitó la entrada de mayor caudal a la calle
A pocos metros de allí, Antonio Abellán y su mujer, Isabel Alarcón, regentan la carpintería por donde el agua tomó el camino equivocado, de la que ya solo quedan un puñado de máquinas estropeadas y maderas hinchadas por la crecida. «Una de las esquinas de la nave da a la calle San Nicolás, que es por donde ha entrado el agua. Ha abierto un boquete en la fachada y en lugar de ir para adelante, camino de la rambla, ha atravesado toda la carpintería».
«Nos hemos quedado hechos polvo. En los últimos años hemos estado luchando contra dificultades con los precios, con muchos problemas económicos para salir adelante, y esto nos ha hundido», afirma Antonio Abellán.
Lo que tiene claro es que «si la rambla hubiera estado más limpia, no habría pasado esto». El propietario del negocio, al igual que otros vecinos de la zona, considera que el lanzamiento de enseres y bolsas de basura al cauce por parte de los vecinos de las viviendas cercanas al cementerio de La Ñora, donde en 2007 se reubicó a un poblado chabolista, dificulta el paso del agua. Además señala que el encauzamiento del caudal en la zona de Javalí Viejo donde ocurrió la tragedia también limita su capacidad. Fuentes municipales señalaron ayer que la rambla se había limpiado la semana pasada.
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Enlace de origen : Vecinos de Javalí Viejo: «El agua ya nos llegaba al cuello y me he dicho: 'Aquí morimos'»