Un libro analiza el impacto que supuso para la población las dos grandes riadas registradas en la primera mitad del siglo XX
La historia de Santomera no se puede explicar ni entender sin su relación con el agua, tanto para bien como para mal. Así, el anterior cronista oficial de la villa, Francisco Cánovas, insistía en que en el escudo de Santomera debería incluirse el lema «el agua nos afligió, el agua nos redimió». Blas Rubio, su sucesor, ha recogido en la obra ‘Santomera inundada. Crónica de sus rambladas’, las dos grandes riadas que asolaron la localidad, y que se presentó ayer en el patio de la Casa del Huerto, coincidiendo con el 75 aniversario de la terrible tragedia de 1947.
En 1906 tuvo lugar la primera gran avenida que se recuerda en Santomera. Las fuertes lluvias, la falta de infraestructuras para su contención y administración, así como los inconsistentes materiales con los que se construían las viviendas, arrasaron el pueblo, que perdió a 29 de sus vecinos y destruyó más de trescientas casas. Según argumenta Rubio, ya en aquella época las posturas encontradas sobre la construcción de una presa dieron lugar a un extenso debate, destacando especialmente el interés de los vecinos de la Vega Baja. «Parece ser que el énfasis radicaba en la posibilidad de embalsar agua para regadío, aunque esa práctica no se pudiera llevar a cabo porque sería salada».
Emigración a Barcelona
Cuatro décadas después la tragedia volvió a sacudir Santomera y a sus gentes. En esta ocasión, fallecieron doce personas y más de ochocientas se quedaron sin hogar. «Se produjo una emigración masiva de santomeranos a Barcelona en busca de una oportunidad porque el pueblo quedó devastado y sin huerta», explica Blas Rubio. Finalmente, fue en la década de los 60 cuando se construyó el embalse de rambla Salada, que ha servido para evitar que estas catástrofes se repitan en diferentes episodios de intensas lluvias que se han dado a lo largo de los años, especialmente en 1965 y 1989. «Con la DANA de 2019, la Agencia Estatal de Meteorología registró los mismos litros que en la segunda de las trágicas ‘rambladas’. La huerta se inundó y se perdieron algunas cosechas, pero el agua no llegó al pueblo», recuerda el cronista de la villa.
La publicación tendrá su versión audiovisual en forma de documental, en el que ya se está trabajando
La crónica se cierra con una reflexión sobre si son suficientes las infraestructuras existentes en Santomera para hacer frente a los intensos episodios de lluvias. «La previsión es que por el cambio climático este tipo de fenómenos sean cada vez más frecuentes, por lo que convendría estudiar si basta con el embalse de rambla Salada, así como revisar la construcción de núcleos poblaciones en zonas inundables», sostiene Blas Rubio.
‘Santomera inundada. Crónica de sus ‘rambladas” es la tercera obra publicada por el cronista oficial, que espera tener una versión audiovisual, en la que ya se está trabajando, en colaboración con el Ayuntamiento para dar a conocer la historia del pueblo, así como sus bondades. Y si por algo sobresale el municipio, más allá de su huerta y patrimonio cultural y natural, es por la solidaridad y generosidad de sus gentes, que quedó bien documentada en estas ‘rambladas’.
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Enlace de origen : Crónica trágica de las 'rambladas' de Santomera