Las noches tropicales se dispararon este verano casi un 60% en Murcia con respecto a la serie histórica

Un individuo regula la temperatura del aire acondicionado. / jesús hellín / ep

Las mínimas escalaron este año más de dos grados en los meses estivales frente a la media entre 1984 y 2010, según los datos de la Aemet

Siempre ha hecho calor en Murcia. El problema es que cada vez hace más. Es el efecto del cambio climático, que catapulta las temperaturas. Las máximas, que baten récords con más frecuencia, las medias y también las mínimas. Este verano ha representado una angustiosa prueba en la ciudad, entre los edificios y la actividad urbana, lejos del mar que alivia los extremos climáticos y de la montaña que rebaja el mercurio.

Dormir en Murcia ha sido agobiante todos los días sin aire acondicionado (y con él, por el precio de la luz). El municipio ha registrado 75 noches tropicales (por encima de 20 grados) entre junio y agosto, el periodo que la Aemet considera como veraniego. Es decir, un 60% más que la media de la serie histórica (47). Si se añade septiembre, ocho de cada diez días no han bajado de ese umbral.

Juan Esteban Palenzuela, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología, matiza que la estación de Murcia es peculiar: se sitúa en una zona que se ha urbanizado durante los años y cuenta con una serie corta, de 1984 a 2010. No obstante, matiza que el incremento de madrugadas sofocantes es una tónica general que se ha extendido por toda la Región, tanto en el interior como en la costa. «Nos hemos enfrentado al verano más cálido desde al menos 1961», insiste.

Los meses más infernales fueron julio y agosto, pero el bochorno se dejó notar en Murcia desde junio. El día 9, aún en primavera, el momento más fresco se vivió cerca de las 5 de la mañana: 22,3 grados. Fue solo un aviso. Poco después llegó la primera ola de calor y, a continuación, un último paréntesis para conciliar el sueño. Desde el 29 de junio, Murcia no volvió a registrar menos de 20 grados hasta el 20 de septiembre, cuando llegó un ansiado frente de precipitaciones. Casi tres meses después.

En julio y agosto no hubo tregua. Todas las madrugadas superaron los 20ºC, al igual que casi la mitad de junio y dos tercios de septiembre. Cerca de un centenar (95) en estos cuatro meses. La semana más abrasadora fue la última de julio, que encadenó seis días por encima de 25ºC, lo que se denomina noche tórrida. Solo hubo dos más en todo el verano: el 13 de septiembre y el 13 de agosto, el día más caluroso del año: 27,2ºC de mínima.

Estos datos demuestran que ha sido otro verano caluroso, pero no uno cualquiera. La media de los valores mínimos en cada uno de esos cuatro meses
ha superado en más de dos grados lo normal entre 1984 y 2010, según los datos de la Aemet. Las madrugadas de junio y septiembre de este año han sido las propias de julio y agosto en las últimas décadas.

Una tendencia al alza

La media de los dos meses ya es de noche tropical (junio se queda a una insignificante décima). Es decir, unos 2,5 grados por encima de lo habitual. Un informe de
proyecciones climáticas que presentó el Ayuntamiento de Murcia en 2016 ya apuntaba que las temperaturas más susceptibles de aumentar eran las mínimas. Poco más de un lustro después, las predicciones ya se cumplen.

Los meses centrales del verano se han disparado hasta 23ºC de media, más cerca de las noches tórridas. Y las previsiones dibujan un futuro peor. Palenzuela sostiene que «no podemos asegurar que este verano será el más fresco» que viviremos a partir de ahora, pero lo importante es mirar la tendencia, «que va a ir en aumento». «Y más en verano que en otras estaciones», incide.

De hecho, el delegado de la Aemet destaca que los periodos anuales de calor (que se miden desde los primeros diez días por encima de 30ºC hasta que se encadena otra decena por debajo) son cada vez más largos. Desde la década de 1950, se han estirado una media de 2,6 días por década.

Las consecuencias también se sufren a largo plazo:
un estudio publicado el año pasado en la revista ‘Epidemiology’ encontró un vínculo entre las noches calurosas con el mayor riesgo de mortalidad por causa específica en el sur de Europa. La enésima advertencia para actuar ante el cambio climático, ya que en el futuro este verano no será extraordinario.