Antón Costas: «Los impuestos son el coste de una sociedad civilizada»

Antón Costas: «Los impuestos son el coste de una sociedad civilizada»

Antón Costas, ayer en Murcia, antes de su ponencia. / V. VICÉNS / AGM

Presidente del Consejo Económico y Social de España

Antón CostasPresidente del Consejo Económico y Social de EspañaEl prestigioso economista pide huir del «fatalismo», ya que cree posible, tras experiencias pasadas, afrontar una futura nueva crisis sin «infligir dolor»

Pedro Navarro

«Si hay alguien que sabe de economía en este país, es él». Así presentaban ayer la ponencia de Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social de España, en el I Congreso de la Economía Social, celebrado estos días en Murcia. Ingeniero industrial, economista catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona y expresidente del Círculo de Economía, su dilatada experiencia le ha llevado a mantener, en una situación de incertidumbre como la actual, un perspectiva en cierto modo optimista: «Hay margen y conocimientos acumulados durante la gestión de crisis pasadas para evitar el dolor infligido a las familias –al menos a la más débiles– con recetas anteriores, como las de 2008».

–¿Hay motivos para que el pesimismo se adueñe de la sociedad ante lo que se avecina este invierno?

–Hay que luchar contra el fatalismo de pensar de que todo va a ir mal, porque las cosas serán complicadas, pero no apocalípticas. Nos encontramos ante una crisis diferente y no podemos aplicar las mismas políticas que se aplicaban en una situación sin guerra, como ya se está viendo. Hemos adquirido una buena experiencia en los últimos años de cómo se gestiona una crisis. ¿Quién iba a apostar antes de la Covid por la implementación de un fondo como los ‘Next Generation’? Y el conflicto en Ucrania está llevando a que Europa se haya unido con nuevos programas industriales y de defensa. Decía el poeta el Holderlin que ‘allá donde crece el peligro crece también lo que nos salva’.


INFLACIÓN

«Es lógico que se exprese en las calles un cierto malestar, como en Francia, pero somos capaces de gestionarlo»

–Ya han comenzado a verse movilizaciones en Francia ante la subida de la inflación. ¿Pueden extenderse a países como España?

–Un cierto malestar es lógico que exista y que se exprese en las calles, pero vuelvo a insistir en la idea: hoy somos capaces de gestionar mejor esas situaciones de malestar. Ejemplo de ello es la crisis pandémica de 2020, que generó una pequeña recesión provocada por la pandemia que fue de muy corta duración. En una crisis, lo que es muy importante para un país es tener reglas de reparto de los costes, para evitar un impacto intenso y dramático, y creo que es lo que haremos en Europa; es mi esperanza y pronóstico. Los ERTES fueron un ejemplo magnífico de ello.

–¿Deben las familias seguir alguna consigna para sobrellevar de la mejor manera la situación que se avecina?

–Hay familias que no pueden ahorrar. La recomendación que hacemos no es para ellas, ya que lo que hay que hacer es ayudarlas, ya sea manteniendo las prestaciones y adecuándolas al impacto de la inflación, ya sea en el caso del empleo, manteniéndolo, aún cuando la actividad económica pueda interrumpirse, aunque incluso en los pronósticos menos esperanzadores el empleo neto seguirá aumentando.

–¿Se abre un nuevo frente social con la subida de las hipotecas?

–Se abre un frente de negociar soluciones que permitan temporalmente evitar que esa subida de los tipos que ha generado la política del Banco Central Europeo –que busca frenar la inflación– repercuta en las familias más frágiles. Creo que se está negociando y creo que algo se conseguirá. Hay que hacer nuestra vida política y colectiva y empresarial más sofisticada de lo que ha sido en el pasado y los responsables de las políticas económicas deben actuar igual que los cirujanos, que saben operar evitando el dolor, más aún en un escenario con un amplio resentimiento por la desigualdad existente y por la falta de prosperidad, que ha generado cierto apoyo a formaciones de corte autoritario.


MEDIDAS

«Hay que ayudar a aquellas familias que no pueden ahorrar manteniendo las prestaciones y el empleo»

–¿Qué papel juega en estas soluciones la fiscalidad y cuál debe ser el camino a seguir por estapolítica, ante el debate planteado sobre las subidas y bajadas impositivas?

–En el futuro veremos un mayor papel del estado en la economía. Quizá lo sucedido en Reino Unido con el Plan Fiscal presentado inicialmente nos da una clave de por dónde tenemos que ir, ya que ha demostrado que una bajada masiva de impuestos no es adecuada y plantea problemas serios para la estabilidad social, política y de la propia economía. Los impuestos son el coste de una sociedad civilizada, la cual no la puedes tener sin impuestos, pero sí que es cierto que la estructura impositiva es variada y permite juegos con los que aliviar una situación de emergencia de ciertos hogares y empresas, a la vez que se aumentan los ingresos con impuestos como son los llamados ‘verdes’, que en el caso de España son, en términos comparados, más bajos que en Europa, algo coherente con la política de la descarbonización.

–Se ha hablado, sin embargo, que en la situación actual esta última debe ponerse en ‘stand-by’?

–Va a haber una búsqueda en nuestra sociedades de ese objetivos de largo plazo, pero en el corto plazo tenemos que seguir viviendo, así que vamos a tener que afrontar un juego de equilibrios.

«Nuevo contrato social»

–El funcionamiento de las empresas de economía social podría ser un ejemplo a pequeña escala de ese pacto de rentas que se ha propuesto este año. ¿Es necesario?

–Las cooperativas son, por el tipo de trabajo que crean y por su implantación territorial, el tercer pilar de la prosperidad de un país. Hay que recordar que la desigualdad es el disolvente del contrato social. Mantener ese pegamento no solo nos obliga a un pacto de rentas, sino a formular un nuevo contrato y a invertir para evitar la ruptura de las cadenas de abastecimiento energético y alimentario; hay que asegurar el aprovisionamiento. Necesitamos ser sutiles como lo fuimos con los Pactos de La Moncloa, cuando se introdujeron políticas que mejoraban el salario real, reduciendo los gastos de las familias, como la educación pública, la salud universal y las ayudas al desempleo.

–¿Puede la subida de costes como los energéticos afectar a economías como la española y la de la Región de Murcia que se consideran apoyadas en buena medida en su competitividad?

–A veces se plantean mitos y falacias que hay que aclarar. La economía española es competitiva e innovadora, porque si no, sería inexplicable, porque llevamos dos décadas con superávit en la balanza de pagos. Las empresas que exportan no lo hacen con salarios bajos o precarizados, según nos dicen los datos. No competimos en precios sino en calidad y competitividad y, además, somos más innovadores de lo que dicen los rankings, ya que confundimos la I+D con lo que es innovación, que es un proceso más diverso que afecta a más cuestiones como la organización de la producción.

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