Hoteles hipóxicos

Hoteles hipóxicos

José Manuel López Nicolás

La temporada ciclista ha finalizado con la retirada de uno de los más grandes deportistas de la historia, nuestro querido Alejandro Valverde. Pero este final de temporada ha tenido otro gran protagonista. Me refiero al corredor belga Remco Evenepoel, ganador de la última Vuelta Ciclista a España y del reciente Mundial en ruta de ciclismo. Evenepoel anunció hace cuarenta y ocho horas que se traslada a España a vivir. Concretamente, parece ser que ha elegido Calpe y sus alrededores. ¿Y por qué les cuento esto? Porque detrás de esta decisión es posible que haya, además de las muchas maravillas de la costa mediterránea y del clima cálido de la ciudad alicantina que le permite entrenar en épocas donde en Bélgica azota el frío, una razón científico-tecnológica.

Según se lee en varios medios de comunicación, Evenepoel preparó la Vuelta a España en Pedreguer, una localidad situada a treinta kilómetros de Calpe. Allí existe un hotel muy especial dotado de habitaciones con cámaras hipóxicas diseñadas para que los ciclistas entrenen de forma diferente al resto de corredores. ¿A qué me refiero?

Para entender qué son y cómo funcionan las cámaras hipóxicas, lo primero que debo explicar es la razón por la que diversos deportistas entrenan en altitud. Muchos atletas que practican deportes de resistencia, especialmente ciclismo y maratón, realizan sus entrenamientos en lugares que se encuentran a una altura considerable sobre el nivel del mar. Allí pasan largas temporadas porque, a medida que aumenta la altura, disminuye la disponibilidad de oxígeno debido a una menor presión parcial del mismo en el aire. Como consecuencia de esta reducción de oxígeno los riñones incrementan la producción y secreción de la eritropoyetina, una hormona que estimula la médula ósea para que se produzca la eritropoyesis (proceso de producción de glóbulos rojos). De esta forma los ciclistas aumentan la capacidad transportadora de oxígeno de la sangre, mejorando así su capacidad aeróbica y su rendimiento deportivo.

Pero entrenar en altura es complicado para los equipos ciclistas. Por un lado, deben realizar grandes desplazamientos a lugares alejados de sus residencias habituales, lo que es caro y difícil logísticamente. Además, en estas zonas situadas a gran altitud la climatología no es siempre la más adecuada ni las carreteras son las idóneas para los corredores. Finalmente, los ciclistas suelen descender todos los días muchos kilómetros para poder entrenar a menor altura y, posteriormente, vuelven a subir a los hoteles para dormir y proseguir su adaptación a la altitud. Un lío.

Para solucionar todos estos problemas parece ser que Evenepoel preparó la Vuelta a España en el hotel de Pedreguer que dispone de habitaciones con cámaras hipóxicas. Estas cámaras son espacios cerrados que poseen generalmente venteos de malla de poliamida (polímeros naturales -como la lana o la seda- o sintéticos -como el nylon o el kevlar-). En su interior se simulan condiciones de altitud elevada manteniendo una baja concentración de oxígeno. Mientras que el aire a nivel del mar contiene en promedio un 20.9% de oxígeno, el aire en la cámara hipóxica contiene aproximadamente un 12%. Por otra parte, la presión parcial del oxígeno dentro de la cámara hipóxica es la misma que habría en un hotel situado en la alta montaña a la que la cámara pretende simular.

Dentro de estas cámaras hipóxicas situadas en las habitaciones de estos hoteles hay una cama donde los ciclistas leen, ven la televisión, usan sus dispositivos móviles, duermen la siesta e incluso descansan por la noche. Además, la concentración de oxígeno dentro de la cámara puede regularse.

¿Qué beneficios proporcionan las habitaciones hipóxicas situadas a nivel del mar respecto al alojamiento en hoteles situados a gran altura? Supuestamente su gran ventaja reside en que, a la misma vez que permite a los deportistas dormir en un ambiente de altitud simulada (produciendo como consecuencia directa un mayor número de glóbulos rojos, una mayor generación de hemoglobina, una optimización de algunas actividades enzimáticas y una mejora deportiva), facilitan al ciclista entrenar fácilmente a baja altitud donde hay un nivel enriquecido de oxígeno y los músculos trabajan a un nivel normal. Alojándose en estas habitaciones los ciclistas no tienen que subir y bajar todos los días a entrenar desde un hotel situado en altitud. De hecho, en su hotel hipóxico Evenepoel podía dormir como si estuviera a casi 4.000 de altitud (el Teide «solo» llega a los 3.715 metros) cuando en realidad estaba a poco más de 80 metros sobre el nivel del mar. Así, también evitó climatologías adversas típicas de las zonas de montaña, aprovechó el sol mediterráneo y pudo entrenar en las carreteras sinuosas de la Marina Alta (ideales para su entrenamiento).

Pero… ¿funcionan realmente estas cámaras? Los resultados de las investigaciones realizadas hasta el momento no son definitivos. Para extraer resultados concluyentes hacen falta más estudios que homogeneicen la duración y el tipo de entrenamiento, la altitud simulada o el tiempo de exposición a la hipoxia. Además, la respuesta a la baja concentración de oxígeno es diferente según la persona, por lo que es difícil generalizar cuando se habla de entrenamiento en altura. Lo que está claro es que cualquier adaptación a las cámaras hipóxicas debe ser progresiva, haciendo una planificación previa adecuada a medio y largo plazo.

Dejo para el final un tema delicado. Las habitaciones hipóxicas están prohibidas en algunos países porque las asemejan al uso de fármacos prohibidos para aumentar la generación de glóbulos rojos o a la realización de transfusiones de sangre no permitidas. Por ello, las habitaciones hipóxicas en estos países se consideran dopaje tecnológico. Personalmente, esta diferencia de criterios entre países me parece inadmisible y es el primer paso hacia la trampa.

Estimados lectores de LA VERDAD, gracias al progreso científico-tecnológico el deporte actual difiere mucho del que se practicaba hace unos años. Esto no es negativo. Pero nunca olvidemos que la ciencia tiene sus ritmos y no entiende de atajos. Hagamos caso a las evidencias científicas en cada momento y unifiquemos las normativas internacionales. Al deporte, y a los deportistas, les irá mucho mejor.

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