La nueva vida de una mascota tras el divorcio de sus dueños: ¿Quién se queda con ‘Rocky’?

Un perro tumbado en un sofá. / FOTOLIA

La nueva ley obliga a los divorciados a concretar el reparto de los animales y sus gastos, pero la mayoría logra acuerdos y no llega a los juzgados

Manuel y María han decidido que la vida será mejor si cada uno camina por su lado y han iniciado un proceso de ruptura que les obligará a ponerse de acuerdo –o intentarlo– en muchas cuestiones. En esa senda, a menudo complicada, deberán dirimir la guarda y custodia de sus hijos, el régimen de visitas, el reparto del que hasta ahora era su hogar… Unas cuestiones a las que ahora, en base a la nueva ley, deberán sumar el aclarar qué pasará con ‘Rocky’, el perro de la familia. En un momento en el que ya existen más hogares con perros que con niños –según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE)–, los abogados de Familia de la Región reconocen que el reparto de los tiempos de convivencia de las
mascotas y sus gastos de manutención es un asunto que ha ido ganando relevancia de un tiempo a esta parte y que ya se cuela en sus despachos. «Es un tema que no se incluía habitualmente en los convenios», explica María Dolores López Muelas, abogada de Familia y vocal de la asociación española de abogados de Familia (Aeafa). «Ahora se incluye y, en ocasiones, se solicita en las demandas de divorcio».

Los interrogantes sobre qué ocurre con las mascotas de las parejas que deciden romper llevan tiempo poniéndose encima de la mesa. El pasado enero, sin embargo, se dio un paso de gigante cuando se aprobó la Ley sobre el Régimen Jurídico de los Animales que, según explica López Muelas, pasa a considerarlos «seres vivos dotados de sensibilidad» y obliga a sus familias a dejar claro quién se hará cargo y cómo se repartirán sus cuidados una vez que la ruptura se haga efectiva. «Hace unos años esto era algo impensable», incide la vocal de la Aeafa. «He pedido en cantidad de ocasiones los gastos del animal y no se tenían en cuenta».

«En los convenios reguladores, en el caso de que haya mascotas, es obligatorio que haya un pronunciamiento sobre quién la va a cuidar, cómo se va a proveer al animal de lo que necesite…», explica Susana Franco, coordinadora de la sección de derecho de Familia y discapacidad del Colegio de Abogados de Murcia. Los letrados coinciden en que, la mayoría de las veces, este es un tema que no acaba batallándose en los juzgados. Las parejas suelen llegar a los despachos con una idea ya acordada de quién se va a hacer cargo del perro o el gato. «Normalmente el que se queda en casa se queda con los animales. La casa suele estar preparada para ellos», explica Franco. «La gente se adapta un poco a la situación. Si los niños son muy pequeños y la mujer no puede encargarse también del animal, pues se encarga él. Hay quien también regula que el animal va con los niños», argumenta la letrada. Esta profesional pone de ejemplo el acuerdo que alcanzó una pareja a la que les llevó el divorcio: «se quedó los animales él, pero pactaron que cada vez que se fuera de viaje, en vez de contratar un hotel, se encargaría de los animales ella».

Custodia compartida

Esta reciente norma también abre la puerta a que se generalice la custodia compartida del animal. Esta es una posibilidad que ya se había dado en alguna ocasión en el país pero que, explican fuentes judiciales, es una ‘rara avis’. A finales del pasado año un juzgado de Madrid reconoció por primera vez la custodia compartida y corresponsable de un can. No era la primera vez que se otorgaba la custodia compartida de un animal, sin embargo, sí era la primera vez que, tras una ruptura, se declaraba a los dos miembros de la pareja «corresponsables» y «cocuidadores» del perro y no copropietarios. Una resolución acorde a los nuevos tiempos.

Franco explica que, al menos aquí en la Región, esta opción raramente se solicita. Fuentes judiciales señalan que no se ha acordado ninguna en los últimos años. Sí se suele dar en la práctica, no obstante, en aquellos casos en que la pareja ya ha optado por la custodia compartida de sus hijos e incluye también a las mascotas de tal manera que éstas disfrutan de un tiempo equitativo con uno u otro miembro de la pareja.

López Muelas explica, además, que en su despacho han esbozado acuerdos prenupciales en los que las parejas dejan claro qué ocurrirá con sus perros y gatos si el amor entre ellos se acaba. «Hay muchas parejas que no tienen hijos y lo que tienen es un animal doméstico al que quieren muchísimo».