Con la Cámara de Representantes y el Senado inmersos en una reñida pugna, los primeros resultados de las elecciones en EE UU ratifican en el cargo a los gobernadores de Florida, Texas, Georgia y Nueva York
La marea roja que aparentemente baña Estados Unidos tras las elecciones intermedias empezó anoche por Florida. En el Estado tropical la victoria del gobernador Ron De Santis fue como un auténtico tsunami que se produjo casi de inmediato, tan pronto como cerraron las urnas. Así de rotunda fue.
No era uno cualquiera de los 39 puestos de gobernador que se jugaban. La victoria de DeSantis es su tarjeta de presentación como candidato a las próximas elecciones presidenciales. Frente a la amenaza sobre la democracia que se anticipa en el país, con la victoria inicial de al menos un centenar de los 291 negacionistas que han sido respaldados por Donald Trump en estos comicios, DeSantis la presentó como el triunfo de la libertad «sobre el autoritarismo médico». Fue decisión suya ignorar las recomendaciones sanitarias de la pandemia, mantener las puertas abiertas al turismo, desobedecer el uso de las mascarillas, las distancias de seguridad o la obligatoriedad de las vacunas. «Hemos aguantado como un faro de libertad para la gente a lo largo y ancho de este país y, de hecho, a través del mundo», entonó anoche. «Nos atacaron y aguantamos los golpes, batallamos las tormentas, aguantamos lo nuestro, no nos rendimos. Teníamos la convicción que nos guiaba y el valor de liderar».
El precio ha sido alto. Más de 80.000 personas han muerto de Covid-19 en Florida desde el comienzo de la pandemia, y todavía a estas alturas el mes pasado superaba por tercer mes consecutivo a todo el país el número de muertes, pero a los votantes no les ha importado. En su lucha ideológica contra la ‘doctrina woke’, que anoche dijo haber vencido, el Gobierno de DeSantis «ha protegido el derecho de los padres» al no permitir que en los colegios se hable de homosexualidad, y ha castigado a las multinacionales como Disney que le criticaron por ello arrebatándoles sus privilegios fiscales, para que sirva de escarnio a otras empresas. «Hemos ejecutado una visión y hemos producido resultados históricos a los que la gente ha respondido de modo récord», celebró. «Florida ha demostrado qué se puede hacer lo que ofrecemos. Es un rayo de esperanza de que tenemos por delante días mejores».
Su aplastante victoria ha aupado a otras figuras del partido, como el senador Marco Rubio, que ganó su tercer mandato por un margen mucho mayor que los anteriores, incluso en condados tradicionalmente demócratas como el de Miami Dade. «Estoy aquí para deciros esta noche que sí, todavía creo en Estados Unidos y todavía creo en nuestra democracia», declaró anoche en su discurso triunfal. Los republicanos han recogido la amenaza demócrata de que ayer se jugaba la democracia en las urnas y la han transformado en un reférendum sobre la gestión del presidente Biden y las propuestas de los extremistas para el futuro. «Creo firmemente que la supervivencia del experimento estadounidense requiere un renacer de los verdaderos principios americanos», decidió DeSantis en lo que, sin duda, será el tema de su campaña presidencial. «Nunca nos rendiremos ante la muchedumbre woke», prometió. ‘Woke’ es un término con el que originariamente se catalogaba en EE UU a los movimientos de denuncia contra el racismo, pero desde 2020 los más conservadores lo utilizan de modo peyorativo para definir a las corrientes de izquierda, progresistas y, en general, a los defensores de causas como los derechos del colectivo LGTBI o las minorías étnicas.
Poco más arriba, en el Estado fronterizo de Georgia, la primera congresista abiertamente seguidora de QAnon, Marjorie Taylor Greene, la única a la que el Congreso arrebató su presencia en los comités por sus declaraciones incitadoras a la violencia y las teorías de la conspiración, fue otra de las tempranas ganadoras de la noche. Associated Press declaró su victoria a menos de una hora de cerrar las urnas. Greene cree que los atentados del 11-S fueron un engaño; el tiroteo estudiantil de Parkland, un montaje para impulsar medidas de control de armas, y los incendios que asolan California, el resultado del empleo de láseres espaciales controlados por la dinastía judía de los Rothschild. Tan convencida estaba de su tirón en las urnas, que ya en septiembre se atrevió a dictar la agenda al que puede ser el próximo portavoz Del Congreso, Kevin McCarthy. En ese mismo Estado, el gobernador Brian Kemp ganaba por segunda vez a la afroamericana Stacey Abrams.
Otro presidenciable, el gobernador de Texas Greg Abbott, venció cómodamente a su rival demócrata, él ex congresista Beto O’Rourke. En esas primeras horas de la noche había también algunas victorias que celebrar para el Partido Demócrata, que puso en Maryland al primer gobernador afroamericano del Estado en la figura de Wes Moore, reeligió al gobernador de Colorado, Michael Bennett, para un tercer mandato y al actual líder del Senado Chuck Schumer por quinta vez. El mayor suspiro de alivio vino con la cómoda victoria de la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, que pese a haber llegado a las urnas con su rival republicano pisándole los talones, supo aprovechar el espaldarazo que le dieron los pesos pesados del partido en los últimos días, desde Bill Clinton hasta el propio Joe Biden.
Hace solo unos minutos The Associated Press ha confirmado también la victoria del fiscal general de Pensilvania, el demócrata Josh Shapiro, como gobernador de Pensilvania.. Shapiro competía con Doug Mastriano, un republicano acérrimo defensor de Trump que en 2020 intentó anular el resultado de las presidenciales en su territorio. También pagó varios autobuses para que trasladasen a seguidores del expresidente a Washington el aciago 6 de enero de 2021con el fin de participar en la manifestación que precedió al asalto del Capitolio
Todas ellas han sido victorias predecibles en mayor o menor grado. El futuro del Congreso y otros gobiernos disputados como Arizona o Michigan seguían en liza poco después de la pasada medianoche (6.15 horas de la madrugada en España), con la cadena NBC advirtiendo que nadie esperaba poder adjudicar un ganador de manera inmediata. A las siete de esta mañana, y a falta todavía de un grueso número de votos en diferentes Estados, las prospecciones daban a los demócratas 47 escaños en el Senado y 46 a sus rivales (la mayoría está fijada en medio centenar), mientras en la Cámara de Representantes todo apunta a una victoria republicana, con 176 asientos frente a 139 de sus oponentes (la mayoría son 218). Sólo el tamaño de las victorias republicanas anticipaba la confirmación de las peores predicciones para el partido en el poder, que tradicionalmente sale castigado de las elecciones legislativas de medio mandato.
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Enlace de origen : Los favoritos republicanos salen reforzados en las elecciones de Estados Unidos