Las fotos inéditas de ‘El resplandor’, la película que nos amargó las navidades

«Stanley estaba extremadamente nervioso», confesaba Leon Vitali, actor y asistente personal de Kubrick, en referencia al día en que se grabó la famosa escena en la que litros y litros de sangre salen a borbotones del ascensor ante la atónita mirada de Wendy, la mujer de Jack Torrance, el personaje encarnado por Jack Nicholson. «No sabíamos si iba a funcionar. Fue único. Teníamos miles de litros que iban a salir por las puertas de los ascensores y tenía que funcionar… Era tan hermoso que querías abrazarlo», aseguraba. «Funcionó de una forma que nunca hubiéramos imaginado. Era un volumen tan violento de líquido rojo que venía hacia ti, que muchos de los que estábamos de frente pensamos: ¡Dios mío, nos vamos a ahogar!».

Las hermanas británicas Lisa y Louise Burns tenían diez años cuando encarnaron a las gemelas Grady, protagonistas de una de las escenas más grandes del cine de terror de todos los tiempos. Su imagen al final del pasillo del hotel Overlook, donde el niño las encuentra montado en su triciclo, ha sido una de las que más ha obsesionado al autor de Stanley Kubrick’s The shining durante toda su vida, según cuenta el propio Lee Unkrich en The Guardian. Las actrices han contado que aquellos vestiditos azules de estilo babydoll eran una horror. «¡Eran rígidos y horribles!», dice Lisa Burns. Las hermanas Burns aseguraban que no tuvieron que actuar mucho para dar miedo y que, durante el rodaje, se las protegió de la verdadera naturaleza de los que se estaba grabando allí. Aunque continúan asistiendo a homenajes y convenciones de fans, dejaron atrás su experiencia en Hollywood para seguir otros caminos: Louise es microbióloga y Lisa, abogada.

El actor Jack Nicholson y el director Stanley Kubrick descansan en el set de rodaje que recreaba el lobby del hotel Overlook, junto al técnico de sonido Ivan Sharrock. El perfeccionismo para rodar de Kubrick llevó a que se repitieran las escenas una y otra vez: se hicieran 40 tomas de la escena en la que Jack sube las escaleras para atrapar a Wendy.  Casi toda la película se filmó en estudio. El laberinto no aparece en las tomas aéreas porque en realidad no existe, fue creado en los estudios Borehamwood de MGM. La fachada principal del ficticio Overlook corresponde en realidad a la del complejo turístico Timberline Lodge, en Oregón. Pero el escenario de la película se inspiró en otro hotel, el Stanley de Colorado, ahora uno de los más visitados de Estados Unidos.

Shelley Duvall, la actriz que dio vida a Wendy, repasa el guion junto a Jack Nicholson. Aunque al principio, el propio actor sugirió que encajaría mejor en el papel Jessica Lange, Duvall supo hacerse un hueco a base de su propio sufrimiento. Explican que, para conseguir que la actriz resultara convincente en su papel, Kubrick la llegó a culpar prácticamente de todos los males que ocurrieron durante el rodaje. El plan era que nadie hablara con ella, mientras el director la sometía a todo tipo de humillaciones públicas. La intérprete, que no tuvo mucha más presencia en el cine tras El resplandor, sufrió tal angustia que acabó perdiendo pelo y padeciendo ataques de pánico. Actualmente, Duvall padece un trastorno mental.

Duvall toma fotos del actor que interpreta a Danny (Danny Lloyd) en el centro del laberinto de setos. Durante el rodaje, el niño que fue elegido por Kubrick para interpretar al hijo de Jack por su notable capacidad de concentración, nunca supo que estaba grabando una película de miedo. El director tuvo mucho cuidado desde el principio para que nada pudiera resultarle perturbador y lo apartaban del set durante las escenas más escabrosas. El niño al que vimos caminar sobre sus propias huellas en el laberinto para que su padre no lo alcanzara, abandonó muy pronto su carrera como actor y en la actualidad trabaja como profesor de biología.

En la imagen, una toma del filme eliminada. En ella Jack Torrance mira el álbum de recortes donde se encuentran todos los detalles sórdidos del pasado del hotel Overlook. «Recrea el momento en el que Jack se pone a sí mismo al frente de la fuerza del mal que, de ahí en adelante, impulsará la acción», explica sobre la foto la coguionista Diane Johnson. El autor del libro de Taschen cuenta en una entrevista en The Guardian que vio la película en el cine cuando tenía solo 13 años y aquello lo marcó para siempre: «El resplandor penetró mi psique de un modo que nunca había experimentado, y fue algo embriagador».

A Jack Nicholson tuvieron que sostenerle la cabeza con en un ‘brazo’ de madera para que se mantuviera inmóvil. El actor usó un traje de neopreno bajo la ropa y bolsas de agua caliente en la espalda para protegerse del frío. El libro está dedicado a la memoria del escritor e historiador cinematográfico J.W. Rinzler, colaborador de Unkrich durante todo el proceso de elaboración de los textos, que murió antes de su finalización. Además, cuenta con el epílogo de Steven Spielberg, que recomienda: «Usted debe leer este libro. Y luego vea El resplandor de nuevo. No me importa si lo ha visto 50 veces, nunca lo volverá a ver de la misma manera».