Un matrimonio, vecino del atrincherado de Cañada Hermosa, recuerda cómo vivió las 36 horas más angustiosas de su vida
José, vecino de Cañada Hermosa (Murcia), asegura que el pasado viernes fue uno de los días que más tranquilo durmió en su casa. Y eso pese a que el inquilino que vivía en la casa contigua a la suya estuvo pegando tiros desde el mediodía. Pero José, un jubilado de 80 años, reitera que concilió el sueño plácidamente. El motivo: su casa estaba bien protegida. Fue uno de los centros de mando del Grupo de Operaciones Especiales (GEO), la unidad de élite de
la Policía Nacional, que se desplazó hasta Murcia desde Guadalajara para acabar con el delirante propósito de Eduardo. Su vecino se atrincheró con
un arsenal y tomó como rehén a su propia hermana, a la que amenazaba con matar.
En cambio, María Luisa, la mujer de José y de 74 años, comenta que ella no pegó ojo. Las detonaciones seguían retumbando en su cabeza desde que comenzaron los disparos a mediodía del viernes. «Parecía una película de Oeste, solo faltaban los caballos», rememora. Su pesadilla duró 36 horas, desde el viernes a mediodía hasta las 17 horas del pasado sábado, día de Nochebuena. Pero la secuencia del atrincherado comenzó un día antes, tal y como explica el matrimonio, testigo del suceso.
«Eduardo había discutido con su hermana la tarde anterior en la casa que ella tiene en Molina de Segura». El motivo de las desavenencias tenía que ver con la hija del hombre, cuya custodia tiene, al parecer, su familiar tras la separación de la pareja.
La riña acabó cuando él introdujo a la fuerza a la mujer en el maletero de su coche. La Policía Nacional recibió el aviso del rapto y los testigos indicaron el lugar donde vivía el sospechoso y comenzó la búsqueda.
El viernes por la mañana, los agentes llegaron al camino del Motor, en Cañada Hermosa, donde está situada la casa, y cortaron la calle en ambos extremos cruzando dos coches. «Uno estaba en la plaza del Pino y el otro en el otro lado, junto a una balsa», aclara José.
De repente, cerca de la una de la tarde, apareció Eduardo en su vehículo y le dieron el alto, pero él hizo caso omiso a la orden. «Gritó al policía que se quitara de en medio y entró a toda velocidad en su casa», recuerda el vecino. En ese momento, se atrincheró y comenzó a abrir fuego contra los agentes. Al poco llegaron las unidades especiales, los GOES de Valencia, y el GEO de Guadalajara.
Asaltos desde los olivos
La casa de José y María Luisa se convirtió en uno de los puntos de vigilancia y sirvió de lanzadera para los asaltos que las unidades de élite realizaron a la casa. «Hemos pasado dos días aquí encerrados, sin salir ni al porche, porque la casa del ‘bicho’, como lo llamaban los policías, está enfrente de la mía y había riesgo de que una bala perdida nos alcanzara», manifiesta María Luisa. Los agentes utilizaron dos drones y visores térmicos; lanzaron botes con gases lacrimógenos, «pero no había manera de que saliera».
Durante horas, el matrimonio de jubilados fue testigo de un operativo de extrema peligrosidad, protegidos por dos agentes del grupo de élite que llevaron a cabo labores de vigilancia desde el huerto de olivos de José, que linda con la casa del atrincherado. El sábado a mediodía, una vez que la hermana del detenido ya había sido liberada, María Luisa vio la llegada de ‘Elko’, un pastor alemán del GEO, que entró por la puerta de su casa protegido con un chaleco antibalas. «El perro me impresionó», afirma sonriente.
El animal puso fin al atrincheramiento en un asalto final, cerca de las 17 horas. La mujer recuerda que la noche de Nochebuena, cuando sus hijos por fin pudieron entrar a la casa para cenar, el ambiente que había era poco festivo. «Fue algo triste, ya que solo hablamos de la pesadilla que habíamos vivido, con el corazón en un puño durante horas, pero ya está arrestado y todo queda como un mal recuerdo».
El titular de juzgado de Instrucción número 8 de Murcia, en funciones de guardia, acordó ayer la prisión provisional en módulo psiquiátrico del detenido, acusado, entre otros delitos, de secuestro y de intento de homicidio.
«Lo vi una vez paseando por la calle y no me dio buena espina»
Los residentes de la zona, en torno a la plaza del Pino, en el camino del Motor, aseguran que Eduardo, un antiguo comercial de un concesionario de coches de Murcia, había alquilado la casa Villa Paquita, una vivienda con varios centenares de metros cuadrados de parcela y con piscina, hacía tres meses escasos. «Solo lo vi una vez, cuando salió a comprar el pan a la panadera que viene a vender a las casas en su coche», afirma María Luisa. Otra vecina, que vive enfrente de la villa, señala que también se cruzó con Eduardo una sola vez desde que empezó a vivir en la casa en septiembre. «Caminaba por la carretera, acompañado por un perro. Era alto, delgado, de unos 45 años. Vestía ropa de color negro y llevaba puesta una capucha; sinceramente no me dio buena espina».
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Enlace de origen : Así fueron las 36 horas que pasó atrincherado un hombre en Murcia: «Parecía una película del Oeste»