Estos son los elementos del coche que debes revisar de cara al invierno para no quedarte tirado

Estos son los elementos del coche que debes revisar de cara al invierno para no quedarte tirado

Si no revisas el coche antes de un viaje en invierno, te puedes quedar tirado en medio de la carretera. / FOTOLIA

Las condiciones climatológicas durante esta época complican la conducción, por eso es crucial extremar las precauciones cuando vayas a conducir

En invierno la conducción es más peligrosa por la condiciones climatológicas. El frío, la nieve y la lluvia ponen en riesgo la seguridad vial, por eso es crucial extremar las precauciones cuando se va a coger el coche. Y se debe hacer también antes de desplazarte debes revisar varios elementos del vehículo para evitar quedarte tirado o
sufrir un accidente, como advierte la Dirección General de Tráfico (DGT).

Esta estación se caracteriza por la inestabilidad climatológica con unos factores que dificultan la conducción. La baja temperatura del asfalto reduce la adherencia de los neumáticos.
Un peligro que aumenta con la lluvia, la nieve y el hielo. Además, impiden una buena visibilidad en la carretera. Para tener el coche a punto de cara al invierno, la DGT recomienda comprobar el estado de ciertos componentes del vehículo para evitar quedarte tirado o sufrir un accidente. Esta revisión la podrás hacer tú mismo, pero es mejor que la haga un técnico.

Qué debes revisar

– Neumáticos. Son importantes en la revisión. Comprueba que la profundidad del dibujo sea de 1,6 mm. Esta es la medida que exige la normativa. Para comprobar su estado, fíjate en los indicadores de desgaste del neumático o utilice el
truco de la moneda.

– Suspensión y frenos. Ambos elementos influyen en la estabilidad del vehículo y la capacidad de detenerse a tiempo. También son responsables del deterioro de otras piezas del vehículo. Conviene que revises los amortiguadores cada 30.000 kilómetros, aunque podrás saber si comienzan a fallar cuando, al pasar por un badén, el vehículo rebota más de dos veces. Respecto al sistema de frenado, comprueba el estado de las pastillas (2 mm como mínimo de grosor), discos (entre 75.000 y 100.000 kilómetros). También es conveniente que cambies el líquido de frenos cada 2 años, o entre 40.000 y 60.000 kilómetros.

– Climatización. El
aire acondicionado o el climatizador no solo sirven para dar calor o frío. Este sistema es una garantía de seguridad por su eficacia y rapidez en el desempañado del parabrisas o de los cristales laterales si se orientan adecuadamente las salidas del aire.

– Limpiaparabrisas. Si las escobillas están dañadas se reduce la visibilidad. Si observas que dejan rastros de agua o marcas sobre el parabrisas, cámbialas. Además, usa un líquido lavalunas adecuado que no se congele. La DGT aconseja comprobar el nivel de líquido en el depósito.

– Luneta térmica. Debe estar en buen estado para disponer de una correcta visión a través de la luna de atrás.

– Anticogelante. Alrededor del motor circula un líquido refrigerante que, además, debe tener capacidad anticongelante, ya que si fuese simplemente agua, se dilataría al helarse y haría reventar el motor. La caducidad varía entre 2 y 4 años.

– Alumbrado. En invierno los días son más cortos y la vuelta a casa te puede pillar de noche, por eso es imprescindible verificar que todo el sistema de luces e indicadores de dirección funcionan correctamente.

– Aceites y filtros. La correcta lubricación del motor exige que el nivel y estado del aceite sean adecuados. En función del modelo y antigüedad del coche, los cambios de aceite se realizan entre 5.000 y 30.000 km o cada 2 años. Lo mejor es seguir el programa de mantenimiento recomendado por el fabricante y usar el tipo de lubricante indicado. El filtro de partículas suele cambiarse cada 2 años, y el de combustible, en unos casos cada año y en otros cada dos.

– Batería. Uno de los problemas más comunes en invierno cuando se va a coger el coche es que cuesta más arrancar el motor, ya que con el frío aumenta la posibilidad de que se descargue. Su vida útil oscila entre 3 y 5 años, dependiendo de su uso. Aunque la mayoría de las baterías no requieren mantenimiento, muchas veces no se sabe si van a dar problemas, hasta que fallan. No obstante, los talleres están incorporando analizadores que permiten diagnosticar con precisión si la batería está a punto de fallar: hágalo, como mínimo, al tercer año de vida de la batería.

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