La Patrona de Totana regresa a su santuario acompañada por unas 15.000 personas

La Santa, acompañada por los romeros, este sábado. / P. Espadas

Protección Civil atiende un conato de infarto y la caída de una señora

El buen tiempo y las ganas de los vecinos de Totana hacían prever que la romería de regreso de Santa Eulalia de Mérida a su santuario de Sierra Espuña sería multitudinaria, y así lo fue. Tras pasar la Navidad en la parroquia de Santiago, y después de la eucaristía de las 9 de la mañana, con el repique de campanas aparecía la Santa ante sus fieles en una plaza abarrotada. En ese preciso instante comenzaron a sonar una gran traca, aplausos y vítores.

De esa manera comenzaba la romería en su trayecto de nueve kilómetros. Según fuentes de la Policía Local, la asistencia fue de unas 15.000 personas, entre las que estuvo presente el presidente de la Comunidad Autónoma, Fernando López Miras.

Una auténtica marea humana que marchó delante y detrás del trono portado por los Hermanos Santa Eulalia. Aunque muchos vecinos y foráneos que acompañaban en el trayecto, a la altura del paraje de El Rulo, lugar que significa la despedida oficial, se dieron ya la vuelta. El mayor de los hermanos era Martín Romero, de 81 años, que estuvo en todo el trayecto. «Comencé cuando terminé la mili, ahora ya solo la acompaño», reconoció con resignación.

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Paco Espadas

El itinerario entre la población y el santuario se convirtió así en una auténtica maravilla, aunque a primera hora se dejaba notar el frío. Sin embargo, pronto empezaron a subir las temperaturas. Durante el recorrido se hicieron las tradicionales paradas en lugares como el Huerto de los Once Nudos, el Trasvase y la Piedra de Patalache, en donde descansaron unos segundos apeando el trono.

Eso sí, hubo también otra serie de paradas concertadas con vecinos, que agasajaron a los hermanos con exquisitas viandas, aunque como decía uno de los organizadores, «lo hacen para que la Santa pare un ratito en su casa».

A la altura de El Tirol, los dueños de esa firma comercial se afanaron a entregar a todos los caminantes un caldo caliente, tal como lo llevan haciendo 40 años. «Este local se llama El Tirol, porque mi padre cuando éramos pequeños nos puso delante de un globo terráqueo y señaló un punto, era el Tirol y de ahí el nombre», señaló Fernando, uno de los propietarios de esta empresa especialista en cocinar en grandes eventos.

Un poco más adelante otra parada, en este caso en la venta La Rata, en donde se producían grandes colas para entrar a los aseos; y después en la venta Los Pinos, con la tradición familiar de varias generaciones de recibir a los hermanos y a su santa.

Poco a poco desaparecían los impresionantes huertos de naranjos, mandarinos y limoneros, y en su lugar comenzaron a aparecer los pinares de Sierra Espuña. La carretera comenzó a empinarse y los hermanos se esforzaban en no perder tiempo para llegar al santuario a las 12, en cuyas estribaciones ya comenzaron a sonar los acordes musicales de las formaciones musicales de la tierra. «Mírala qué bonica va», decía una señora emocionada cuando entraba la talla al atrio. A su vez, los miles de fieles rompían en aplausos, lágrimas en muchos ojos y alivio en muchos penitentes descalzos.

A su llegada se ofició una misa de campaña con el acompañamiento de la Tuna de Totana, quedando la imagen de la Patrona de los totaneros de nuevo en su santuario hasta el próximo mes de diciembre.

Según fuentes de Protección Civil, un conato de infarto y la caída de una señora fueron los únicos incidentes reseñables en una subida marcada por la emoción y el ambiente festivo.

La romería gastronómica

Tras la romería comenzaba otro periplo, en este caso gastronómico. Cientos de personas se instalaron en los parajes de alrededor del Santuario y comenzaron a preparar todo tipo de manjares de la tierra, como los recios embutidos, barbacoas y arroces de todo tipo.

El presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, así como varios de sus consejeros disfrutaron, de las dos romerías, la de la devoción por la Santa y la campechana, con buenas viandas y la música de las rondallas.

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