El atrincherado de Cañada Hermosa, del delirio al caos

El atrincherado de Cañada Hermosa, del delirio al caos

Raúl Hernández

«Tendencia a interpretar determinados acontecimientos como producto de una conspiración». Así define la Real Academia Española (RAE) la palabra ‘conspiranoia’. El término, introducido recientemente en el diccionario, está formado por la fusión de las palabras conspiración y paranoia, y hace alusión a la obsesión por las teorías conspirativas cuando se consideran sin fundamento, basadas en datos o ideas falsas.

La palabra resume de forma «muy acertada» qué empujó a Eduardo, el
atrincherado de Cañada Hermosa, a protagonizar una de las situaciones más críticas y violentas que se recuerdan en la Región.

La conspiración y la paranoia fueron las dos palancas que activaron las tendencias homicidas de Eduardo entre el 22 y el 24 de diciembre del año pasado. El delirio voraz que azotó durante al menos los últimos cuatro años su mente atormentada le llevó a preparar el secuestro de su hermana, atrincherarse en su vivienda alquilada de la pedanía murciana, armado hasta los dientes, reclamando la custodia de su supuesto hijo, cuando realmente se trataba de su sobrino.

Desde esa atalaya, a la que él mismo llamó «mi búnker» mantuvo a más de un centenar de agentes y unidades de los cuerpos de élite de la Policía Nacional en una situación de una complejidad enorme, con un intenso intercambio de disparos durante 36 horas, algo inédito en España en los últimos años. «Fue una bestialidad», reconoció uno de los mandos policiales que dirigió el asedio a la casa, que acabó con el tirador detenido en Nochebuena e ingresado en prisión, en un pabellón psiquiátrico.

36 horas de asedio en Cañada Hermosa

Aproximación a una diagnosis

LA VERDAD ha consultado a varios especialistas en salud mental para tratar de esbozar un perfil psicológico de Eduardo. Al no haberles evaluado ellos directamente, prefieren reservar su identidad. El material analizado por los expertos para aportar las pinceladas de un diagnóstico cercano son algunas de las conversaciones que Eduardo mantuvo con el negociador de la Policía Nacional, el inspector jefe de la Brigada de Policía Judicial, Marcos Castro, con quien este diario conversó a finales del mes pasado; el examen evalúa, asimismo, el propio comportamiento que mostró durante los tres días que duró el rapto de su hermana y el tiroteo contra los agentes. Por último, se examina el contenido de dos comentarios, muy similares entre sí, que el atrincherado dejó publicados en dos portales web, uno de ellos, el más reciente, el pasado mes de abril y que firmó con el sobrenombre de ‘Edu Gar’.

Red roba-bebés y persecución

En ellos, Eduardo expone de forma caótica lo que en apariencia son las conspiranoias que no han dado tregua a su mente en los últimos años. Por un lado, está su obsesión por la existencia de una red gubernamental que se dedica a robar bebés para dárselos a las élites, incapaces de procrear, y al tráfico de células madre embrionarias. En ese supuesto entramado incluye a todo tipo de dirigentes políticos, jueces, policías, médicos…. «Las mujeres realmente tienen dos hijos cuando dan a luz: uno se lo queda la madre y el otro es para el Estado. Los necesitan para nutrir congregaciones religiosas ultraconservadoras, sionistas y masónicas», llegó a decirle Eduardo al negociador de la Policía Nacional.

«Podría padecer una parafrenia, un trastorno delirante crónico, pero más fantasioso y sin orden»

De este delirio deriva la creencia que tiene acerca de que le hayan extraído su semen y con él hayan inseminado a su hermana, quien habría dado a luz a su hijo y ella lo estaría criando. Los dos textos comienzan preguntando sobre el paradero de su supuesto descendiente y advierte de que «estoy a punto de hacer una locura, ya que ni localizo al crío ni me dan una prueba de ADN».

Por otro lado, es recurrente su manía persecutoria, la creencia de que alguien le quiere hacer daño de alguna manera. Aquí incluye la denuncia que interpuso una expareja que tuvo, a la que califica de una «narcotraficante internacional», por una agresión sexual, delito por el que fue condenado hace tres años. También hace alusión a presuntos secuestros e intentos de asesinarlo de su entorno cuando era adolescente.

«Relato bizarro»

Según uno de los psiquiatras, Eduardo podría padecer una parafrenia, un término médico para referirse a una condición mental relacionada con la esquizofrenia y que se caracteriza por los delirios paranoides y, en algunos casos, alucinaciones. «Es como un trastorno delirante crónico, pero más fantasioso y algo desorganizado. De acuerdo con el contenido del comentario que expuso en uno de los portales web, desarrolla una conspiranoia en la que mezcla buena parte de las teorías de la conspiración que abundan en internet y las mezcla en un relato bizarro que para él tiene sentido en un intento de cuadrar el círculo». El médico expone que «partiendo de la base de que en el síntoma está el deseo, parece evidente que tiene unos deseos de paternidad no resueltos».

«Habría que ver de dónde viene esa conducta. Si ha tenido parejas o no, si ha intentado tener hijos o no. Este tema de los niños, el robo de su semen, todo eso lo coloca en un primer plano. Y luego estarían los posibles deseos incestuosos hacia su hermana, un anhelo que estaría negado en su interior. Lo que uno no acepta de sí mismo, lo delira como si viniera desde fuera», señala el psiquiatra.

«Este tipo de pacientes son los más difíciles de llevar, porque conservan la lucidez hasta que se toca el tema delirante»

En cuanto a la personalidad, el facultativo indica que tiene rasgos narcisistas y obsesivos «porque lo tenía todo muy trabajado. Es mucha preparación y muy poco el deterioro en cuatro años. Sorprende que no se haya reblandecido un poco el delirio en ese tiempo. Es un caso serio», apunta. Destaca además que a pesar del gran trabajo que realizó el negociador, habría sido muy complicado llegar a un acuerdo. «Negociar con este tipo de pacientes no tiene ningún sentido, no vas a sacarlo de su idea. Cuando uno ve a un paciente con este trastorno, no puedes decirle ni sí ni no. No puedes decirle si tiene razón o si no tiene razón. Hay que intentar engancharlo por su angustia, su sufrimiento psíquico para llegar a una alianza».

Otro aspecto que señala el psiquiatra es que este tipo de pacientes son los más difíciles de llevar, «porque conservan perfectamente la lucidez, la afectividad, todo. Pueden hacer una vida completamente normal. Solo hay un terreno, el tema delirante, en el que si entras te das cuenta de que existe una situación fatal».

En este campo, según otro experto, existe una regla de tercios que se aplica a estos pacientes cuando se les trata con medicación. «Un tercio de ellos responden con una clara mejora; otro tercio sigue teniendo ideas raras, pero no con la misma repercusión afectiva ni conductual, es decir, seguirá pensando que hay un entramado, pero no le llevará a coger armas…, y existe un último tercio que no responde absolutamente a nada».

Destaca que los comentarios que dejó escritos son «muy desorganizados. Incluye muchas ideas, tramas sionistas mezcladas con la numerología, el negacionismo de la Covid, la red de robo de niños, la persecución, el tráfico de células embrionarias, el desapego por su madre. Es una conspiranoia que, unida al consumo de tóxicos para intentar aplacar su delirio, habría aumentado el empeoramiento de su estado mental hasta llegar al caos en la casa de Cañada Hermosa», concluye.

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