Fin a las mascarillas en el transporte con la mejor situación epidemiológica de la pandemia

Fin a las mascarillas en el transporte con la mejor situación epidemiológica de la pandemia

Esta protección ya solo será obligatoria desde el miércoles en los centros sanitarios, en las farmacias y en las residencias de mayores para trabajadores y visitas

Álvaro Soto

El fin de la obligatoriedad de las mascarillas en el transporte público, aprobado este martes por el Consejo de Ministros, coincide con la mejor situación epidemiológica desde que hace tres años comenzó la pandemia. Tanto la incidencia acumulada como la hospitalización de pacientes de covid-19 está en los niveles más bajos de los últimos dos años y roza los mínimos que se alcanzaron en el verano del 2020, justo después del estricto confinamiento domiciliario de primavera. La medida entrará en vigor este miércoles, cuando el Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado la modificación del Real Decreto de 19 de abril de 2022, que regula la utilización de la mascarilla.

«Estamos en un momento de gran estabilidad y con clara tendencia a la baja», ha resaltado tras el Consejo de Ministros Carolina Darias para justificar la retirada de las mascarillas en autobuses, trenes y metros, pero también en ópticas, centros de audiometría y ortopedias, una decisión que ha contado con el aval de los expertos de la Ponencia de Alertas y del Consejo Interterritorial, subrayó la ministra de Sanidad. Este elemento de protección solo seguirá siendo obligatorio en hospitales, centros de salud, farmacias, clínicas dentales, centros de reproducción humana asistida, centros de interrupción voluntaria del embarazo y otros centros de atención especializada y en las residencias de mayores, no para quienes allí viven, pero sí para los trabajadores y visitantes.

Para el resto de la población, la nueva normativa solo fija una excepción en la que la mascarilla podría seguir siendo obligatoria, el lugar de trabajo, en caso de que así lo decidan los servicios de prevención de riesgos laborales. Pero en la mayoría de las empresas, esta posibilidad parece lejana si con la actual situación pandémica. «Como en la anterior ley, lo dejamos abierto por si surgiera un brote, pero la regla general es que no es necesaria», aclaró la ministra.

En estos momentos, los indicadores de la pandemia muestran un escenario favorable. La incidencia acumulada entre los mayores de 60 años (la única que se mide desde abril del año pasado) se situó el viernes pasado, fecha de publicación del último informe de Sanidad, en los 50,76 casos, su nivel más bajo desde octubre de 2021. Algo similar ocurre en los hospitales, que registran tasas esperanzadoras. Los pacientes contagiados por covid representan el 1,64% del total de ingresados, el punto más bajo desde noviembre del 2021, y en las UCI suponen el 1,70%, en niveles mínimos desde el inicio de la emergencia sanitaria, en marzo de 2020.

En este nuevo horizonte, la obligatoriedad de la mascarilla es sustituida por la recomendación. Así, Darias pidió a quienes «están pasando un virus respiratorio o convivan con personas vulnerables» que mantengan el uso de esta protección. La obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público se había convertido en la restricción más duradera de la pandemia, ya que se instauró el 4 de mayo de 2020.

Bajo cumplimiento

Aunque algunos expertos consideran que debería haberse eliminado dentro de unas semanas, una vez pasada la temporada de picos de las enfermedades respiratorias, la mayoría cree que la decisión es un acierto. «Se podía haber tomado en septiembre pasado, cuando la situación epidemiológica también era buena, pero ya que se ha esperado, está bien hacerlo ahora», afirma Quique Bassat, epidemiólogo y profesor de ISGlobal, que expone otro argumento: «El siguimiento de esta norma era cada vez menor y una norma que no se sigue deja de ser buena».

También piensa así Pedro Gullón, profesor de Medicina Preventiva en la Universidad de Alcalá de Henares: «Si una medida no se cumple, pero sigue siendo obligatoria, su prestigio puede quedar menoscabado en caso de que en otro momento de la pandemia, si hubiera un brote importante, las autoridades quisieran volver a darle un impulso. Es mejor que solo se apele a ella si surgiera la necesidad de hacerlo otra vez». Además, Gullón cree la efectividad de la mascarilla en el transporte es baja porque «no es el entorno donde se producen más contagios, que ocurren más en el trabajo o en el ocio nocturno» y porque los buenos indicadores «lo permiten».

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