Angustia entre la comunidad turca en la Región: «Nuestras familias no pueden dormir y nosotros tampoco»

Angustia entre la comunidad turca en la Región: «Nuestras familias no pueden dormir y nosotros tampoco»

Orhan y Figen Buyukozturk, este miércoles, en el restaurante turco de Murcia, Hakan Kebab. / MARTÍNEZ BUESO

Orhan y Figen Buyukozturk, dos turcos residentes en la Región, sufren por la situación de sus seres queridos: «Hace frío y no tienen comida»

Rubén García Bastida

Orhan Buyukozturk no puede ver las imágenes de los terremotos en Turquía por televisión. Le puede la angustia, como a muchos otros ciudadanos turcos que sufren desde la lejanía la catástrofe en su país, de los que cerca de un centenar están censados en la Región de Murcia. «Estamos viviendo lo mismo que ellos. Estamos muy preocupados», asegura. Orhan, que tiene 37 años y reside en Molina de Segura, donde regenta una pizzería, es de Sanliurfa, una de las ciudades más afectadas por los seísmos, donde ya le es difícil reconocer las calles que transitó antes de venir a España. Hoy están tomadas por los escombros y los que los equipos de emergencia que se afanan por rescatar con vida a los desaparecidos bajo las estructuras colapsadas.

Estos días su teléfono no descansa entre la lectura de las últimas noticias sobre la crisis humanitaria y las llamadas a los suyos para conocer la situación en que se encuentran. «He hablado con mucha gente», reconoce. Lo que le han dicho no le tranquiliza. Algunos vecinos le narran la pérdida de familiares en ese caos de cascotes y polvo. «Tienen a su madre y a sus hermanos desaparecidos», relata. Otros le cuentan que saben perfectamente dónde están sus familiares, aunque no pueden llegar a ellos. «Tengo un amigo con el que he hablado ahora mismo que dice que su abuela está sepultada bajo de su edificio».

«Ahora necesitan ropa, mantas y cosas de invierno para mantenerse, por lo menos, con vida»

Orhan Buyukozturk

«Estamos muy preocupados. Hay personas que mandan la ubicación a las que no pueden llegar las ayudas»

Figen Buyukozturk

La cuñada de Orhan, Figen Buyukozturk, explica que también se dan casos de «personas que están atrapadas y que mandan la ubicación, pero a las que la ayuda no ha podido llegar todavía. Estamos muy preocupados por ellos».

Esta mujer, propietaria de un restaurante turco en el barrio murciano de Vistalegre, destaca además la difícil situación que atraviesan sus familiares, obligados a abandonar sus casas por seguridad. «Gracias a Dios, están bien, pero están en la calle, sin comida», detalla. «Son ya tres días lloviendo, nevando, y hace mucho frío». «Para nosotros, psicológicamente, es muy difícil, ellos no pueden dormir y nosotros tampoco. Estamos siempre pensando si va a pasar algo otra vez y mirando el móvil». Lo que más preocupa a Figen son las réplicas: «Todavía es muy peligroso. El suelo se mueve cada una o dos horas».

Recogida solidaria

Esra Nur, ciclista profesional del equipo femenino de la Región Soltec Team, también de nacionalidad turca, también sigue con atención los acontecimientos. Su presencia en el equipo ha impulsado a una de las empresas que lo patrocinan, Tefrigo, a poner en marcha una iniciativa de recogida solidaria de alimentos y ropa para ayudar a los afectados por los seísmos.

El material lo cargará la Fundación Marcelino Oliver, que dirige al equipo, en las instalaciones de la empresa, ubicada en el Polígono Industrial Oeste, y lo transportará hasta la embajada turca en Madrid, en Torrejón de Ardoz, que se ocupará del envío aéreo.

Tefrigo ya se encuentra realizando gestiones para sumar a la iniciativa a otras empresas de la asociación del polígono industrial. Entre el material requerido, según detalla la compañía, se encuentra ropa de abrigo en buen estado, mantas, alimentos no perecederos y otros objetos de utilidad en la catástrofe como baterías portátiles, dados los problemas de suministro en las zonas afectadas. «No pueden cargar los móviles», apunta Figen. «Hablamos con nuestras familias solo un minuto cada día».

La ayuda servirá para intentar aliviar la necesidad de una población que vive sumida en el dolor de la pérdida y que se enfrenta a zonas devastadas y falta de recursos. «Ahora necesitan cosas de invierno para mantenerse, por lo menos, con vida», alerta Orhan.

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