Fútbol
La nueva promotora de la competición apuesta por un torneo abierto, menos elitista que el inicial, y en el que tendrían cabida hasta 80 equipos repartidos en divisiones que disputarían un mínimo de 14 partidos
La Superliga quiere reemplazar a la Champions. Al menos es lo que se puede extraer del nuevo discurso de una competición que en abril de 2021 generó un rechazo casi generalizado por parte de los aficionados de los equipos participantes. La idea sigue siendo la de poner patas arriba el fútbol mundial pero reorientando este proyecto en el que ahora parecen tener cabida más actores que en su versión anterior. El nuevo formato sería más inclusivo, abriría las puertas no solo a más clubes, sino también a más ligas. Eso sí, todo queda a expensas del marco jurídico: En las próximas semanas el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) emitirá la sentencia que dirime si la UEFA y la FIFA incurren en abuso de posición de dominio como organizadores de las competiciones internacionales.
La última novedad ha sido darle una vuelta a esta vieja idea de Florentino Pérez con la que los clubes más poderososo triplicarían al menos sus actuales ingresos. Real Madrid, Barcelona y Juventus son el trío de caras visibles de este proyecto impulsado en su nueva interpretación por la empresa A22 Sportsmanagent. El ejecutivo alemán Bernd Reichart es el CEO de esta compañía encargada del desarrollo comercial especializada en deportes y es el encargado de elaborar un decálogo de nuevas reglas en el que se busca dar voz a aquellos que en un principio no vieron claro su funcionamiento, abogando por una competición en la que participen los mejores clubes de las grandes ligas europeas y en la que prevalezca el mérito deportivo. En el texto divulgado en las redes sociales de la propia empresa se exponen las bases sobre las que se trabaja para redefinir su plan y que difieren de los anunciados en un primer momento: un torneo abierto, menos elitista que el inicial, y en el que tendrían cabida entre 60 y 80 equipos repartidos en divisiones que disputarían un mínimo de 14 partidos (cabe recordar que en la actual Champions League solo los finalistas terminan jugando 13 encuentros).
La primera de las claves es que la competición apostará por un torneo abierto que permita una distribución sostenible de ingresos a lo largo de la pirámide del fútbol. La participación cada temporada debería basarse en el mérito deportivo, sin que existan miembros permanentes. El segundo punto hace mención a las competiciones nacionales sobre las que se cimenta el fútbol actual: «Los clubes participantes deben permanecer totalmente comprometidos con los torneos nacionales como lo hacen en la actualidad», expone Reichart. Al mismo tiempo, debe abordarse la necesidad crítica de reforzar y hacer más competitivos los torneos nacionales en todo el continente.
Estabilidad financiera
En tercer lugar, la organización destaca que se debe mejorar la competitividad con «recursos estables y sostenibles». A su parecer, mejorar la competitividad de los clubes europeos requiere un mayor reparto de recursos financieros para toda la pirámide y normas de sostenibilidad financiera que se apliquen de forma rigurosa. «Un mejor y más atractivo formato de competición europea generaría recursos adicionales, y la estabilidad financiera de los clubes se incrementaría notablemente si se les garantiza un mínimo de catorce partidos europeos por temporada», afirma el comunicado.
«La salud de los jugadores debe ser un componente clave para determinar el número de partidos de cada año», realza el texto en un cuarto punto en el que hace hincapié en que el número de jornadas de competición europea no debería aumentar con respecto al planificafo en los calendarios actuales. La agencia apuesta por competiciones gobernadas por los clubes con normas de sostebilidad financieras transparentes como los salarios regulados y manda un recado a clubes como el Manchester City o PSG: «Se establecerán reglas financieras que le impidan gastar más de lo que genera. Hay un recalentamiento del sistema económico europeo, motivado por la inyección de capital externo, que impide que muchos clubes sean competitivos», apuntó Reichart en una entrevista con L’Equipe.
En sexto lugar, la Superliga apunta a las generaciones más jóvenes como público al que atraer, algo que, según indican, «sólo puede lograrse con competiciones que permitan a los mejores jugadores del mundo competir durante toda la temporada con partidos emocionantes, de principio a fin».
En séptimo lugar, el reto debe ser mejorar la experiencia de los aficionados, por lo que apostará por el diálogo con aficionados y grupos independientes de fans es esencial para intercambiar ideas que puedan mejorar la experiencia de los aficionados. También cree que deberían tomarse medidas adicionales para facilitar la asistencia de los aficionados a partidos fuera de casa y establecerse normas con el objetivo de regular la calidad de los estadios y demás infraestructuras del fútbol, mejorando así la experiencia del fútbol en directo. En octavo lugar, la competición quiere desarrollar y financiar el fútbol femenino, ampliando la financiación proveniente de competiciones europeas femeninas de clubes aunque no explica en qué terminos.
En el penúltimo punto sobresale una de las pocas propuestas vigentes del primer anuncio de la Superliga: «La contribución de un mínimo de 400 millones de euros anuales destinados a solidaridad, clubes que no participen en la competición y causas sociales».
En décimo lugar, todo se debe hacer con el respeto de los valores y normativa de la Unión Europea. «Ningún club europeo debería verse obligado a someterse a sistemas de resolución de conflictos ajenos a la Unión Europea y su Estado de Derecho», asegura. «Los clubes, que son los que asumen todos los riesgos empresariales, se ven frecuentemente obligados a quedarse al margen cuando se toman decisiones trascendentales para su futuro, mientras se desangran deportiva y financieramente», ha recordado Reichard en un comunicado.
, la Superliga sigue trabajando en la creación de una competición de la que los otros nueve fundadores (Atlético, Manchester City, United, Arsenal, Chelsea, Liverpool, Tottenham, Inter y Milan) renunciaron públicamente a continuar con la aventura pero que a día de hoy no se han desligado del proyecto contractualmente.
“Presentamos los resultados de la primera fase de nuestro diálogo, que ha sido honesto, directo y constructivo […] Los hemos sintetizado en diez principios, que deberían establecer el marco para una futura competición europea de clubes.” Bernd Reichart pic.twitter.com/6FJ5ZsfRNg
— A22 Sports (@A22Sports) February 9, 2023
«Es un lobo que hoy se disfraza de abuelita para intentar engañar al fútbol europeo»
La guerra del máximo mandatario del fútbol profesional español, Javier Tebas, contra Real Madrid y Barcelona se agudiza tras la publicación de las nuevas reglas de la Superliga. El mandamás de LaLiga ha sido contundente en un mensaje emitido a través de la red social Twitter en la que critica con dureza la competición. «Es el lobo que hoy se disfraza de abuelita para intentar engañar al fútbol europeo, pero su nariz y sus dientes son muy grandes», escribió posteando este texto junto a una viñeta firmada por Emerson Coe en la que retrataba al torneo como el lobo de Caperucita Roja y a la protagonista de la caperuza roja como el fútbol europeo, que estaría amenazado. Se trata del último capítulo del enfrentamiento entre ambos después de que hace tan solo dos días un juzgado de Madrid admitiera a trámite una demanda conjunta del club que preside Florentino Pérez y el Barcelona contra LaLiga porque Tebas impidió el derecho a los dos clubes a participar en deliberaciones y votaciones del Órgano de Control de la Gestión de los Derechos Audiovisuales, organismo de LaLiga del que ambos clubes forman parte. En la demanda, los clubes describen que el presidente de la competición les impidió participar en la deliberación y voto de varios puntos del orden del día en tres reuniones de este órgano, celebradas en los meses de marzo, abril y mayo de 2022. El motivo al que se agarra Tebas es en un presunto conflicto de intereses para decidir sobre asuntos audiovisuales de la competición española dada su participación en la Superliga.
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Enlace de origen : La Superliga amenaza de nuevo