Wagner denuncia que «altos cargos» del Kremlin le «niegan la munición» a sus mercenarios

Wagner denuncia que «altos cargos» del Kremlin le «niegan la munición» a sus mercenarios

Tumbas de mercenarios fallecidos del Grupo Wagner en un cementerio a las afueras de Krasnodar. / Reuters

El fundador del grupo, Yevgeni Prigozhin, abre un nuevo enfrentamiento con el Gobierno y el Ejército rusos y señala que quienes «interfieren con nuestros intentos de ganar la guerra trabajan para el enemigo»

El fundador del grupo Wagner, Yevgeni Prigozhin, ha denunciado este lunes que altos cargos de la Administración rusa le niegan deliberadamente la munición que necesitan sus mercenarios para combatir en el frente ucraniano. El antiguo oligarca, estrecho amigo de Vladímir Putin, arremete contra ellos, aunque no les identifica por sus nombres, y llega a calificarlos de traidores. Las quejas de Prigozhin revelan la tensión existente entre su agencia y el Ministerio de Defensa, acrecentada a medida que los soldados de fortuna han ido anotando victorias en el este de Ucrania y, sobre todo, en el asedio a Bajmut, donde participan con miles de efectivos.

El jefe de Wagner ha difundido un audio supuestamente desde algún lugar en la vanguardia de los combates donde afirma expeditivamente: «Aquellos que interfieren con nuestros intentos de ganar la guerra están absoluta y directamente trabajando para el enemigo». «¡Lo único que pido es que me den municiones!», exclama en su mensaje, en el que añade que los altos cargos causantes de la aparente interrupción del suministro son los mismos que «desayunan, almuerzan y cenan en platos de oro», además de mandar a sus familias de vacaciones a Dubai.

Según su versión, sus opositores le han exigido que se «disculpe y obedezca» para asegurar el envío de municiones, lo cual avalaría la tesis de que su rebeldía en el campo de batalla ha deteriorado rápidamente sus relaciones con el Kremlin. «¿Disculparme? ¿Ante quién? 140 millones de rusos, por favor, ¿díganme ante quién debo disculparme para que mis chicos mueran dos veces menos que ahora?», se pregunta en el audio, en el que agrega que Rusia «tiene municiones de sobra» para pertrechar a sus efectivos. De sus palabras se desprende que los miembros del batallón están sufriendo un alto número de bajas y que la escasez de munición hace mella en su asedio a una ciudad que los ucranianos defienden a duras penas y de la que han sido evacuados 6.000 civiles.

La actitud de Putin

Lo único que permanece en el terreno de las incógnitas es si el distanciamiento con el batallón mercenario procede también del propio presidente. Algunas fuentes militares occidentales sostienen que Putin está muy molesto con su antiguo cómplice por el protagonismo que ha adquirido durante la guerra, aunque otros analistas consideran que se mantiene al margen del enfrentamiento con su ministro de Defensa y otros miembros del gabinete.

El mandatario sabe que este grupo, al igual que las fuerzas chechenas del comandante Kadyrov, le resultan indispensables en las trincheras, aparte de las alianzas que ha trenzado a lo largo de los años con sus líderes. El recurso a las agencias privadas ha sido una constante, por ejemplo, en África y el conflicto sirio. Y aunque Wagner es la más conocida, los expertos occidentales creen que hay al menos una decena de compañías paramilitares en manos particulares en Rusia. Putin se ha negado a legalizarlas como tal, en contra del deseo de numerosos diputados, entre otros motivos para evitar que Occidente acuse al Kremlin de patrocinar grupos terroristas. Sin embargo, sí ha equiparado los subsidios de las familias de los mercenarios enviados al frente ucraniano con los que perciben los allegados de los soldados rusos.

Un soldado ucraniano dispara contra los mercenarios desde una defensa de Bajmut /

AFP

En realidad, el jefe de Wagner se ha prodigado en opiniones críticas hacia el Estado Mayor ruso a medida que su presencia se ha hecho más notoria en los medios y las redes sociales. Gracias a los avances realizados en el frente y, especialmente, a logros como la reciente conquista de Soledar o los daños a las líneas ucranianas alrededor de Bajmut, la popularidad de Prigozhin se ha incrementado entre los sectores más nacionalistas y afines a una estrategia de especial dureza en el país vecino. La creciente autonomía personal respecto al Kremlin ha ido en paralelo además a la aparente bonanza de sus negocios. Tras inaugurar la nueve sede de Wagner en San Petesburgo, el fundador ha anunciado su propósito de profundizar en el negocio de la desinformación e internet.

Los roces han sido constantes desde hace semanas. A raíz de la caída de Soledar, la compañía privada y el Estado Mayor ruso se disputaron el triunfo de la conquista y, desde ese momento, altos cargos de Defensa han emplazado a sus medios de comunicación afines a reducir el espacio dedicado a los logros de los mercenarios. Prigozhin arremetió también hace unos días contra la «monstruosa burocracia» del Ejército, que a su juicio impide que la ofensiva prospere.

Codo con codo

Paradójicamente, sobre el terreno los militares rusos y los mercenarios han venido combatiendo hasta ahora codo con codo, aunque sus métodos difieran. A Prigozhin le han llovido durísimas críticas y acusaciones como las de hacer gala de una extrema crueldad por haber enviado a luchar a reclusos sacados de la cárcel, sin preparación ni apenas armas, solo con el presunto propósito de ser asesinados para así desvelar las posiciones de los tiradores ucranianos. Él afirma que el Ministerio de Defensa pretende arrebatarle cualquier victoria mientras asegura que sólo sus hombres combaten en Bajmut, ya que la mayoría de las unidades rusas se mantiene en segundo plano.

El exoligarca tiene un aliado de peso en el líder de la república de Chechenia, Ramzan Kadyrov, quien ha señalado que el Grupo Wagner ha logrado «resultados impresionantes» en esta guerra y añadido que las compañías militares privadas son necesarias. Kadyrov, responsable de las feroces fuerzas de choque que combaten al lado de Rusia, ha anunciado que «cuando termine mi servicio al Estado, planeo seriamente competir con nuestro querido hermano Yevgeny Prigozhin y crear una compañía militar privada». Sus palabras alarman a los aliados en Occidente, convencidos de que las empresas de mercenarios pueden suponer en el futuro un peligro incluso para la estabilidad del Kremlin.

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