El Museo Minero de La Unión estrena hoy su sede definitiva 27 años después de su creación

Un humilde salón del centro cultural Asensio Sáez de La Unión alumbró en 1986 el Museo Minero, que supuso un hito en la preservación del patrimonio histórico-cultural de cerca de dos milenios de actividad extractiva en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión. Desde el primer momento hubo conciencia de la necesidad de dignificar las instalaciones para semejante legado. Después de dos sedes provisionales en el antiguo Liceo de Obreros (2001-2013) y un local del propio Ayuntamiento (2013 hasta la fecha), el museo ya tiene su ubicación definitiva: un edificio simbiótico de nueva planta que ha conservado parte de las fachadas del Liceo de Obreros y también del suelo hidráulico de algunas sus estancias.

El museo se inaugura oficialmente este viernes, a las 12 del mediodía, en un acto que tendrá continuidad por la tarde con la presentación de un aula didáctica en honor de Mariano Muelas Espinosa, el primer director del museo, y un recital de la cantaora Esther Merino, Lámpara Minera 2022, que estará acompañada a la guitarra por Álvaro Mora, Bordón Minero ese mismo año.

La inversión en esta infraestructura rondó los 2,5 millones de euros, financiados por la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento de La Unión. Es un edificio de tamaño modesto, de 1.765 metros cuadrados, que consta de dos plantas y sótano, con oficinas, almacén, varias salas de exposición y un auditorio-salón de actos con aforo para más de 200 personas. El proyecto de obra civil fue elaborado por el arquitecto José Manuel Chacón, y la adaptación del espacio como museo corrió a cargo de Ángel Luis Rocamora. «Este trabajo pretende romper el clásico objeto dentro de una vitrina, armonizando elementos arquitectónicos y escenográficos para mejorar la interacción con el visitante, dentro de una concepción moderna de la museografía», explica Rocamora. «Que te sientas dentro de una mina», añade, a lo largo de un recorrido lineal de más de 70 metros de exposición permanente. El acceso principal al edificio se ubica en una nueva zona orientada al noreste, en la calle Jacinto Conesa, aunque se mantiene también la entrada original desde la plaza del Liceo.

Para esta nueva aventura, el Ayuntamiento nombró como director al archivero municipal, Gonzalo Pagán, que define el museo como «una parada indispensable para los amantes de la historia; una experiencia única para conocer de primera mano la importancia que la industria minera ha tenido en este municipio desde hace más de 2.000 años».

El último malacate

El vestíbulo principal del museo aloja la gran joya patrimonial de la Sierra Minera, el último malacate existente en la Península Ibérica, que se restauró tras la cesión del bien a cargo de la empresa Portmán Golf desde su ubicación en la antigua cantera Emilia. El malacate fue un mecanismo de extracción de agua o minerales, movido por animales, anterior a los castilletes de metal. Fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2018.

«A modo de una bajada a la mina para el visitante, con un trayecto musealizado hacia el sótano», asegura el director del museo, el recorrido se estructura en torno a cinco ámbitos, en los que se expone la gran colección que atesora el museo, compuesta por más de 300 objetos vinculados a la actividad minero-metalúrgica en los siglos XIX y XX, y alrededor de 200 minerales, tanto de la Sierra Minera de Cartagena-La Unión como de otros puntos de la Península Ibérica.

El título permanente del museo es ‘Del mundo soterrado al cielo abierto’, en referencia a las dos formas de extracción de mineral que se llevaron a cabo en la Sierra. En el espacio ‘Dentro de la mina’, se puede observar los trabajos que tenían lugar: la entibación de las galerías, el arranque, la extracción, la carga y el arrastre del mineral a las instalaciones en superficie. Por su parte, la minera a cielo abierto alcanzó unas cotas de producción nunca vistas, tanto que en los años 70 del siglo pasado en La Unión y Cartagena se manufacturaba el 60% de la galena española (plomo), y el 20% de otros minerales como la pirita (hierro) o la blenda (zinc). Sin embargo, el coste ambiental fue enorme y por ello se muestra en fotografías las grandes modificaciones del paisaje, como el aterramiento de residuos mineros sufrido por la bahía de Portmán. El material audiovisual del museo explica cómo era la bahía antes del desastre, el funcionamiento del lavadero Roberto, los vertidos y la lucha del pueblo de Portmán y La Unión por regenerar la bahía.

Después de muchos sinsabores (el proyecto sufrió años de retrasos porque tuvo que licitarse hasta en tres ocasiones y hubo que abonar más de 200.000 euros por retirar parte de los escombros al hallarse en ellos trazas de metales contaminantes), «el museo ya está en marcha; es una gran alegría para el pueblo unionense», destacó el alcalde, Pedro López Milán.