Aliados para afrontar el cáncer: «A veces solo necesitan compañía y hablar con alguien»

Aliados para afrontar el cáncer: «A veces solo necesitan compañía y hablar con alguien»

Voluntarios de Secunda Smile enseñan al personal sanitario las manualidades que realizan con los pacientes. / J. M. Rodríguez/ AGM

Sesenta voluntarios de Secunda Smile dedican su tiempo libre a visitar enfermos oncológicos en los hospitales Santa Lucía y Rosell de Cartagena

Los conciertos, talleres de pintura, manualidades y arte se suceden en el lugar más inesperado de Cartagena. La sala de familiares de la unidad 55 de Oncohematología del hospital Santa Lucía. Allí los voluntarios del programa Secunda Smile, a cargo de la Fundación Fade, acuden tres veces a la semana a visitar a los enfermos oncológicos.

Unos sesenta jóvenes participan en el programa de acompañamiento. Algunos como Lucía Requena e Isabel Sánchez comenzaron a ir durante la carrera y todavía continúan. Para Isabel es el sexto año impartiendo los talleres de pintura. Y Lucía se estrena como tutora del nuevo grupo de la unidad de Cuidados Paliativos del hospital Rosell, en su quinto año de voluntariado. «Mucho me tiene que cambiar la vida para que deje de hacer esto», afirma Sánchez de veintinueve años.

Comenzó dando un taller de pintura al mes y ya lo han duplicado. «Hay actividades que empezaron como esporádicas y se han convertido en fijas por la gran acogida que han tenido. En pintura comenzamos por uno y ahora hacemos dos al mes», detalla. También están con las personas ingresadas en sus propias habitaciones. «Las acompañamos y tratamos de saber qué aficiones les gustan. Suelen tener unos cincuenta o sesenta años, así que si les gusta el parchís o el ajedrez, se lo llevamos», revela David Buendía, coordinador de la iniciativa.

Voluntarios de Secunda Smile realizanmanualidades. /

J. M. Rodríguez/ AGM

No solo participan los hospitalizados, también lo hacen sus familiares. «Les hace sentirse persona de nuevo. Se crea un ambiente superbonito en las sesiones. Incluso hay pacientes que durante las clases han descubierto que les gusta pintar y, cuando les dan el alta, continúan haciéndolo en casa. Les hace olvidarse del problema durante un tiempo», comenta la responsable. Para Requena, «estar en el hospital no quiere decir que no puedan vivir. Se pueden hacer cosas hasta el último segundo».

Esta joven de 25 años comenzó el voluntariado como una forma de acudir al hospital antes de realizar las prácticas, porque «te da la oportunidad de estar con los pacientes. Cuando vas con la Universidad es todo más técnico, se preocupan de enseñar los procedimientos, pero aquí puedes centrarte en el trato humano».

Voluntarios de Secunda Smile. /

J. M. Rodríguez/ AGM

Es sobrina de María Requena, fundadora del proyecto, cuyo nombre lleva ahora la sala de familiares del Santa Lucía. Inició el proyecto en 2016, mientras era enfermera en esa misma unidad y profesora en la Universidad. Institución de la que provienen la mayoría de los voluntarios, estudiantes de la Escuela de Enfermería de Cartagena y de la UCAM. Por su parte, para Sánchez ha supuesto descubrir «un mundo nuevo dentro de la enfermería. Estos pacientes tienen unas necesidades diferentes al resto». Para conocerlas mejor realiza un Máster en Cuidados Paliativos, especialidad a la que quiere dedicarse a raíz de esta experiencia.

«Dicen que los jóvenes somos egoístas, pero estamos preocupados por crear una sociedad mejor. Hay esperanza», defiende Lucía Requena

Ambas resaltan lo «gratificante» que es. «Su agradecimiento es lo que nos hace seguir. Recibes muchísimo estando aquí. Sentimos que merece la pena venir, que les sirve lo que hacemos», sostiene Requena. «A veces solo quieren compañía y hablar con alguien. Estar con nosotros les da libertad a la hora de expresarse, a sus familias les suelen ocultar como se encuentran realmente, pero con nosotros se abren», continúa.

Labor terapéutica

«En los momentos de mayor vulnerabilidad descubres que todos somos iguales y queremos lo mismo: que nos quieran y estén con nosotros», resume Sánchez. La labor terapéutica que realizan hace que, algunas veces, «los enfermos pidan que les reduzcan la medicación del dolor. Incluso, si vuelven a ser ingresados en otras áreas, que pregunten por nosotros», mantiene Requena.

Voluntarios de Secunda Smile enseñan sus manualidades. /

J. M. Rodríguez/ AGM

Para seguir acompañando al enfermo durante todo el proceso, este año han comenzado a ir también a la unidad de Cuidados Paliativos del hospital Rosell. Las visitas a ambos hospitales las realizan los lunes, miércoles y viernes. La mayoría de los voluntarios son jóvenes de entre 18 y 20 años. Dedican algunos ratos de su tiempo libre a acudir allí. No reciben ninguna retribución económica a cambio. «Dicen que los jóvenes somos egoístas, pero estamos preocupados por crear una sociedad mejor. Hay esperanza», declara la sobrina de la fundadora. También acuden en fechas señaladas como Navidad o, recientemente, San Valentín, que es cuando celebran los conciertos.

Otro de los bastiones sobre los que se sustenta su acción lo protagonizan los voluntarios que han estudiado en el conservatorio. «Cada día hay más y vamos incorporando nuevos instrumentos. Antes solo teníamos dos guitarras, ahora llevamos hasta una flauta travesera», explica Requena.

Toda su acción es posible gracias a la financiación de Fundación la Caixa.

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