Panaderías y confiterías de la Región, en el punto de mira de las bandas de ladrones

«Sabía que más pronto que tarde me iba a tocar a mí. Una compañera del sector ya me advirtió de que a ella le habían robado dos veces en los últimos meses y, por desgracia, mi negocio también fue asaltado». Javier Moreno, dueño de la panadería La Madrugada, en la pedanía murciana de Beniaján, puede tener el consuelo de que los ladrones no se llevaron finalmente lo que fueron a buscar a su local.

El robo sucedió la semana pasada, en la madrugada del miércoles, a las dos y cuarto de la mañana. Tres personas encapuchadas y con guantes forzaron la cerradura de la puerta de atrás del establecimiento. Entraron y fueron directos a por la máquina de cobro automático. No lo consiguieron, dejaron el trabajo a medias, porque pasaron cinco minutos y el cajón se resistía. Ese es el tiempo que ellos consideraban que tardaría la primera patrulla de Guardia Civil o Policía Local en acudir, como así ocurrió.

«En el registro de llamadas que tengo, desde que la central de alarmas dio el aviso y los agentes me llamaron para decirme que estaban en la panadería pasaron poco más de cinco minutos», explica Javier. En el exterior había un cuarto hombre vigilando, en el interior de un coche, aseguran fuentes cercanas al caso. «Lo único que pudieron llevarse fue un cajón auxiliar con unos cien euros que tenemos por si la máquina se atranca, poder hacer el cobro a la mano». Los daños al negocio fueron muy costosos, ya que en el intento de arrancar la máquina, que estaba anclada y acabó destrozada, los encapuchados tiraron al suelo el terminal de punto de venta. También desplazaron y agujerearon la vitrina de cristal y rompieron el mostrador.

Desde finales de noviembre las panaderías y confiterías de la Región están en el punto de mira de los grupos criminales. En los últimos tres meses, establecimientos situados en Cartagena, San Pedro del Pinatar (Lo Pagán) y en Murcia (El Raal, Puente Tocinos, el Ranero, Beniaján y hace unos días en pleno centro de Alquerías han sufrido robo o intento de robos, y en todos los casos, las bandas han ido a por la máquina de autopago. «Son gente muy especializada, porque entran y en cinco minutos te desmantelan la máquina. Cogen una pata de cabra, hacen palanca y la desencajan», explica Raúl Ferre, presidente del Gremio de Panaderos de la Región.

«Esto es lo que le faltaba al sector. Si a la subida de la luz, el combustible y las materias primas le añades estos asaltos, llegamos a la ruina total». Desde el gremio creen que este tipo de bandas tienen fijación por los negocios de este sector, porque la gran mayoría tiene en su local este gestor de pagos y ese es el objeto que codician los ladrones. No en vano, una caja normal puede guardar una noche unos 100 euros para el cambio del día siguiente, ya que todos los días se suele hacer la caja. Con las máquinas de autopago, no obstante, la contabilidad no es diaria, porque la recaudación se queda dentro de una especie de caja fuerte, que puede llegar a guardar hasta 50.000 euros, aunque nadie se arriesga a dejar esa cantidad dentro.

«Tenemos negocios con cristaleras, sin un exceso de medidas de seguridad, tampoco tenemos exceso de dinero, aunque gestor de cobro retenga mucho dinero. Por ese motivo, es más rentable que una caja normal, ya que por una pequeña cantidad de efectivo no merece la pena aventurarse. La máquina tiene dos partes, una es la de las monedas y otra la de los billetes, que es más pequeña, y la que suelen llevar es esta segunda».

El gremio de panaderos tiene previsto concertar seguros específicos para los cajones de cobo automáticos. A raíz del aumetno de robos en estos locales, muchas aseguradoras han rechazado la renovación de las póliza, tal y como le ha ocurrido al propietario de la panadería de Alquerías, negocio que ha sufrido dos asaltos.