Fervor azul ante la Virgen de los Dolores en Lorca

Fervor azul ante la Virgen de los Dolores en Lorca

La primera salida en procesión de la Virgen de los Dolores llenó la carrera de aplausos, vítores, piropos, pañuelos azules agitados con fuerza al aire y lágrimas de emoción mientras una lluvia incesante de pétalos de rosa arrojados desde los balcones de la avenida Juan Carlos I caían delicadamente sobre su trono. Todo giró alrededor de la Dolorosa en el día más importante del año para el Paso Azul, que se entregó para honrarla y acompañarla en un sencillo y elegante cortejo estrictamente religioso. La serena talla de José Capuz cruzó el umbral de la iglesia de San Francisco para realizar un emocionante recorrido de 1.600 metros en su trono de plata ante un pueblo rendido a su paso. No llevaba apenas joyas, como es habitual, pero la más valiosa y también la de mayor valor sentimental para la Hermandad de Labradores es el puñal de oro y piedras preciosas que atraviesa su corazón. La daga, con forma de cruz, fue regalo del Paso Azul en 2004. También lució sobre su cabeza la corona que estrenó el día de su coronación canónica en 1997, en la que figuran los símbolos de la pasión.

La Dolorosa llevaba el manto que diseñó Francisco Cayuela en 1904, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Es una alegoría a la redención de Cristo y representa la Santa Faz acompañada de los símbolos de la pasión. En su parte inferior, un grupo de ángeles arrojan flores al madero de Jesucristo. Bajo el manto, asomaba la bella mantilla de encaje de Bruselas confeccionada a finales del siglo XIX. Su trono de plata, de 1.700 kilos de peso, estaba adornado con rosas e iba mecido por 92 portapasos que imprimían un movimiento único y vibrante a los varales del palio que ideó para la Virgen de los Dolores Emiliano Rojo, en el que figuran escenas del vía crucis.

Muy cerca de ella procesionaron valiosas piezas bordadas declaradas BIC como los estandartes del Ángel Velado, El Reflejo, San Juan y María Magdalena y el estandarte guion, considerados obras maestras de la edad de oro del bordado lorquino. El trono iba precedido por los 12 nazarenos de la Virgen con capuz de terciopelo azul marino bordados en oro y plata, en los que destacan escenas marianas y de la pasión de Cristo realizadas en sedas. Acompañaron a la Dolorosa cientos de mujeres ataviadas con la clásica mantilla española, muchas de ellas debutantes, que portaban velas para iluminar la carrera a su paso.

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Los componentes de la Agrupación Musical Mater Dolorosa, que desfilan tras la Virgen en sus salidas procesionales, iban ataviados con trajes militares de gala de la época de Alfonso XIII y fueron los encargados de tocar el himno a la Dolorosa, cuya letra entonaron los portapasos durante el trayecto, logrando emocionar al público en sus tribunas.

Cerró el cortejo su fiel escolta desde hace más de 20 años, el Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil, con sede en Valdemoro. Estaba compuesta por 14 jinetes, con su teniente Mariano Bonilla al mando, e incorporó timbales a los tradicionales clarines. En los talleres de la hermandad fueron bordadas todas las piezas para esta sección del Instituto Armado, así como su enseña y escudo. Por petición expresa de sus mandos, figura en su margen inferior derecho el nombre de la Hermandad de Labradores, a la que les une estrechos vínculos desde 1999.

La imagen titular de los azules regresó a San Francisco acompañada de miles de devotos por la calle Cuesta de San Francisco y volverá a reencontrarse con sus fieles en la procesión del Viernes Santo. Esta noche se celebrará en su templo uno de los actos más solemnes para el Paso Azul, la Salve a la Dolorosa.

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