
El Sábado de Pasión amaneció como la víspera, caluroso, aunque algo fosco. Así que fue inevitable que los procesionistas buscaran enseguida las predicciones meteorológicas para esta jornada de transición y también para todo lo que queda por delante. No encontraron en los partes motivos de preocupación para los próximos tres días y lo que tenga que pasar a partir del Miércoles Santo ya se verá. Además, las nubes bajas se disiparon a mediodía dejando sitio a un sol radiante. Así que con las ganas de disfrutar lo mismo que el año pasado, aunque ya con las mascarillas como oscuro recuerdo de aquella época, los procesionistas se echaron a la calle para acompañar los ocho solemnes traslados en vía crucis de imágenes entre iglesias, colegios y otros establecimientos públicos de la ciudad con los que tienen vinculación. Entre ellos, el de la Virgen de la Soledad de los Pobres -de la procesión marraja del Sábado Santo-, recuperado cuatro años después, aunque con salida desde la capilla de adoración perpetua de la parroquia de los Padres Claretianos, donde ahora recibe culto, en lugar de la que fue su casa hasta 2019, la de San Diego.
De camino a Santa María de Gracia, la talla mariana que esculpió Juan González Moreno en 1959 recorrió calles nunca antes transitadas en esta jornada de vísperas, como la Real, la del Horno y la de Jabonerías. La Virgen fue llevada sobre unas andas por hermanos y hermanas de la Agrupación de la Soledad. Llegó a su destino a las nueve de la noche, precediendo al Cristo de la Agonía.
Misa en Santa Lucía
Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Jesús de los marrajos, abrió la tarde de traslados desde la capilla de la calle Mayor a hombros de sus portapasos veteranos, como es costumbre, apoyados por otros hermanos que siguen en activo. En solemne vía crucis atravesó el casco histórico dejando a un lado la Glorieta y el Lago, camino del barrio de Santa Lucía, en cuya parroquia de Santiago Apóstol esperará las horas que faltan para su salida en la procesión del Encuentro, en la madrugada del Viernes Santo. A su llegada al templo, el padre Ángel Obrador ofició una misa.
Aún no estaba en la Isla la imagen del Nazareno concebido por José Capuz cuando las puertas de Santa María se abrieron para dos despedidas: la del Cristo de la Misericordia, de la Cofradía California, que regresó al colegio Carmelitas tras la procesión nocturna del Viernes de Dolores; y la de Jesús de Medinaceli, llevada por sus devotos hasta el antiguo Hospital de Marina, sede de la Escuela de Ingeniería Industrial de la UPCT. Allí esperará su salida también en el Encuentro.
La Virgen de la Esperanza, de la procesión del Silencio; el Cristo de la Sentencia, del Miércoles Santo, y la Virgen del grupo escultórico de la Vuelta del Calvario, también del Silencio, partieron hacia Santa María de Gracia desde Carmelitas, la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía y la capilla del Parque de Artillería, respectivamente. La imagen del Señor en su injusto juicio recibió escolta de policías nacionales uniformados, que son hermanos de honor de su agrupación.
Es ya una estampa clásica del Sábado de Pasión que las tres imágenes lleguen juntas de noche a la parroquia de Santa María de Gracia, donde los marrajos ya han terminado a esas horas y la Cofradía California ha avanzado buena parte del trabajo para la procesión del Domingo de Ramos.
La Agonía en el Patronato
Caía la tarde y las calles más angostas del entorno de la Plaza de la Merced ya estaban en penumbra cuando comenzó el traslado del Cristo de la Agonía. Partió de la que es su casa, el colegio Patronato del Sagrado Corazón de Jesús. Allí, con las hijas de la Caridad despidiéndolo en la puerta hasta después de Semana Santa, comenzó el vía crucis más veterano de la jornada. Bajo las andas del Redentor hubo mezcla de solera aportada por los veteranos patronateros y de savia nueva agónica, esa que crece alejada de la calle Saura pero que sigue fiel a las tradiciones familiares. Jóvenes y veteranos lo llevaron hasta la iglesia de Santa María de Gracia, donde tuvo lugar un sencillo acto de veneración al crucificado tallado en 1942 por Carles Flotats. Mientras las imágenes devocionales se movían por el corazón de la ciudad, una importante cantidad de fieles seguían sus pasos. Otra mucha gente ajena al bullir procesionista fue llenando poco a poco las calles principales y los establecimientos hosteleros. Bares y terrazas ofrecían de noche un ambiente festivo como preludio de lo que está por venir. Siempre que el buen tiempo acompañe.

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