Si la capital de Italia, Roma, se precia de tener un museo a cielo abierto, con restos de la época romana casi en cada esquina, Murcia también puede ofrecer a vecinos y visitantes, salvando las distancias, retazos de su pasado árabe mientras pasea por sus calles, visita un museo, se toma un café, copa, un aperitivo o come; y aparca su vehículo. Son restos de la muralla del siglo XII que sirvió de defensa de la Mursiya en expansión de Ibn Mardanish, más conocido como el Rey Lobo; y que no siempre han tenido la misma suerte.
Según los estudios realizados de aquella época, el sistema defensivo con el que contó la ciudad en época medieval se basó en unas fuertes murallas almenadas y jalonadas por torres, una antemuralla provista de saeteras, una barbacana (estructura de refuerzo) entre ambas obras, un foso en el exterior de la antemuralla y puertas acodadas.
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Itinerario de la muralla
Salón de actos del Museo de Bellas Artes
En el Pabellón Contraste (donde se localizan las oficinas, salón de actos y sala de exposiciones temporales) del Museo de Bellas de Murcia (MUBAM) es visible un retazo de la muralla defensiva. Está en la calle Obispo Frutos.
Muralla Santa Eulalia en la calle Marengo
En el barrio de Santa Eulalia hay varios ejemplos de restos visibles de la muralla, como en el Centro de Interpretación, acristalado, donde se puede incluso seguir los trabajos de recuperación en marcha de estos muros defensivos. También en un lateral de la parroquia.
Bar La Muralla, en el Rincón de Pepe
En la calle Apóstoles, número 34, el bar La Muralla, del hotel Rincón de Pepe, lleva años permitiendo a sus clientes tomarse un refrigerio y disfrutar de un retazo de historia. Fue de los primeros en integrar los restos en el establecimiento.
Tapería Vos en la plaza de los Apóstoles
Ahora una tapería y antes una pizzería, es otro ejemplo de como el pasado puede formar parte de presente sin que suponga una ‘cruz’ para el desarrollo de la ciudad y de su restos arqueológicos.
Parking de la plaza de la Glorieta
En la segunda planta se encuentra un tramo de 24 metros de longitud, compuesto por un bastión o baluarte defensivo de planta rectangular con un lienzo de antemuralla a cada lado.
El Almudí descansa sobre sus muros
El Palacio del Almudí, edificado en 1629, se levantó sobre una parte de la muralla utilizándola como soporte para su construcció. Hoy, ya convertido en una sala de exposiciones, es perfectamente visible.
Muralla en Verónicas, en pleno arreglo
Junto al lado del emblemático Mercado de Verónicas, este tramo se recuperó del interior del antiguo convento de Verónicas, y se decidió dejarlo al aire libre tras su derribo. Hoy está en obras de restauración.
Lateral de la ermita del Pilar
El lateral de la ermita del Pilar, en la calle del mismo nombre es otro ejemplo de conservación mediante su uso. En la calle del mismo nombre se levantaba, dentro de la muralla, la puerta de Vidrieros.
Plaza José María Bautista Hernández
La entrada al retazo de fortificación en la calle Sagasta, tiene un tramo que se puede ver paseando, y cuya pasarela acaba de ser abierta tras concluir el arreglo.
Calle Sagasta esquina Santa Teresa
Es la última adquisición para el disfrute de murcianos y turistas de un ramo de la muralla árabe. Se descubrió al comenzar a construir un edificio, y esta es la solución final visible dada por el promotor.
Bar Rey Lobo, en la plaza Julián Romea
«Bajar esas escaleras te permite entrar en el tesoro que Ibn Mardanis ya vivió en la Mursiya del Siglo XII». Así se anuncia esta coctelería que lleva unos meses abierta en el subsuelo de la plaza Romea.
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Todas estuvieron en pie hasta que las necesidades de la expansión urbana fueron absorbiéndolas y eliminándolas durante el transcurso de los siglos, llegando al siglo XVIII, en el que Murcia ya se convierte en una ciudad abierta. A partir de ese momento, los restos de la fortificación de defensa fueron desapareciendo, sin más, o si ha habido más suerte, se han integrado en la vida de la ciudad. Los aquí expuestos son restos destacables, pero no los únicos, que hoy se pueden contemplar, por ejemplo, en el salón de actos y del Museo de Bellas Artes de Murcia, ubicado en la calle Obispo Frutos, donde permanece rodeada entre otras muestras de arte con unos cuantos años menos de vida.
Ahí empieza nuestro recorrido, que, unos metros más hacia el sur, tuerce hacia el barrio de Santa Eulalia, en el que se puede disfrutar de varias muestras de lo que fue esta muralla medieval (en un lateral de la iglesia, y en el Centro de Interpretación La Muralla, donde están en plena excavación arqueológica). Llega el momento de tomar un refrigerio, aunque mejor si son pasadas las cuatro de la tarde, en el bar La Muralla, del hotel Rincón de Pepe. Como su nombre indica, es un homenaje a la fortificación.
Seguimos hacia la plaza de los Apóstoles, y puede apetecer ya comer algo más sustancial: en la tapería Vos y rodeados de historia. Siguiendo el paseo, podemos dar un salto hacia la ribera del río, donde encontramos, frente a la Glorieta, el parking del mismo nombre. En la segunda planta del sótano, hay visibles retazos de la fortificación. Salimos y seguimos hacia el oeste, donde, de nuevo cruzando hacia la otra acera desde la del río, llegamos al Palacio Almudí, levantado sobre esta muralla, y unos pasos más hacia adelante siguiendo hacia el oeste, uno de los ejemplos más significativos al aire libre: los restos de Verónicas. Estaban dentro de lo que fue el convento del mismo nombre, y aparecieron cuando se derribó el edificio. Actualmente está en restauración.
Dentro del casco histórico, en la calle del Pilar, la ermita del mismo nombre luce uno de sus laterales amurallados, mientras que cerca, en la calle Sagasta, hay dos ejemplos: el del pasadizo hacia la plaza José Mª Bautista, y en el nuevo edificio de viviendas colindando con la calle Santa Teresa. Termina el recorrido, y tras un paseo hacia el teatro Romea, en la plaza ya es hora para tomar un cóctel rodeado de historia en el bar Rey Lobo.
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Enlace de origen : Un paseo con vistas a la muralla medieval de Murcia