Picasso, numen de la moda

Picasso, numen de la moda

«Cuando era pequeño mi madre me decía: si te haces soldado, llegarás a general; si te haces cura, llegarás a Papa. Yo quería ser pintor y he llegado a Picasso». El malagueño «sabía perfectamente que era el mayor artista vivo en su momento», subraya José Luis Diez-Garde, periodista y comisario de exposiciones de moda. Tan consciente fue de su popularidad que llegó a afirmar que si escupiera, tomarían su escupitajo para enmarcarlo como una gran obra de arte. Comentarios petulantes que no hicieron más que alimentar la leyenda de un genio elevado a icono.

La influencia de Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 25 de octubre de 1881-Mougins, 8 de abril de 1973) fue tan trascendental mientras vivió que cinco décadas después de su muerte sigue siendo numen de creadores de disciplinas como la moda. Una industria con la que mantuvo una estrecha relación, pese a que consideraba que el principal enemigo de la creatividad es el buen gusto. Una opinión que no impidió un especial vínculo con Coco Chanel, «tanto como colaborador artístico como cliente», afirma Diez-Garde. Ambos construyeron una «relación admirativa y respetuosa», profundiza Jose Lebrero Stals, director artístico del Museo Picasso Málaga.

Picasso y Chanel, un diálogo con el cuerpo

«El malagueño -cita Lebrero como ejemplo- pintó a sus bañistas ataviadas con los coloridos y revolucionarios trajes de baño de tricot ideados por la diseñadora de Alta Costura«, mientras que para «la simplificación estilística de la seductora empresaria» fue la geometría del cubismo «una importante referencia».

Tanto influyó el cubismo en los diseños de la modista francesa que «pintura y moda dejan de ser estáticas, entrando en diálogo con el cuerpo. Chanel explora, como el cubismo, la línea recta de la composición mediante planos, así como una paleta de colores oscura. Deja de lado los materiales extraordinarios y se va a lo pobre, a lo que se pueda usar de diario, y eso lo aprende de las vanguardias», explica Luis Sala, autor del libro ‘Vestir es soñar. De Fortuny a Palomo’ (Turner), que estudió diseño de moda y ha hecho incursiones en el arte contemporáneo estando becado por el MoMA de Nueva York.


Cuadro ‘Las bañistas’, de Picasso.


Dos caracteres complicados los de Picasso y Chanel quienes, tras conocerse, frecuentaron círculos similares. De hecho, una de las fieles clientes de la francesa fue la primera esposa del artista, la bailarina rusa Olga Khokhlova. Los dos maestros trabajaron juntos en dos ocasiones. Fue en obras del escritor Jean Cocteau. Tanto aprendió Chanel de Picasso y Cocteau que años más tarde afirmó: «Son los artistas los que me han enseñado el rigor», rememora Sala.

De los lienzos al vestuario de teatro

Es indiscutible que el legado de Pablo Picasso está en todas partes. «Desde la pintura de los que vinieron después, hasta la moda», enfatiza Sala, que incide en que «quizá el legado más importante que ha dejado en nuestra industria es la inspiración. O la influencia que fue para Chanel», porque al final «ella rompió los cánones como el pintor».


Vecino y Torero durante la primera representación (izq) y Figurín del corregidor para la obra de Manuel de Falla (dcha).


Archivo Manuel de Falla



Figurín para ‘El Corregidor y La Corregidora’.


Archivo Manuel de Falla


Diez-Garde va un poco más allá. «El trabajo que desarrolla para el teatro me parece fundamental dentro del diseño de vestuario que se hace en el siglo XX. Cuando trabaja con Manuel de Falla para ‘El sombrero de tres picos’, en 1919, se está vinculando con una actividad que ya había revolucionado la moda gracias a los ballets rusos de Diáguilev y el vestuario de Léon Bakst. Así que era consciente que aquella producción podía tener mucha trascendencia, como así fue».

Saint Laurent, precursor del legado

Una trascendencia que llega hasta nuestros días. «El impacto cultural que tuvo -y sigue teniendo- la obra de Picasso es increíble», asevera Sala que, como Diez-Garde, coincide en que la figura que más ayudó tras su muerte a no dejar caer en el olvido los trazos del malagueño en la moda fue Yves Saint Laurent.


Diseños de Yves Saint Laurent inspirados en Picasso.


Mohammed Badra y Agencias


«Desde mi punto de vista -añade Diez-Garde- es el creador que mejor sabe reinterpretar el legado de Picasso, de una manera, eso sí, muy evidente, integrando la obra en sus propios diseños. Es fundamental fijarse en el homenaje que se le hace en las colecciones de 1979 y de 1988». Año este último en el que, recuerda Sala, rompió los moldes con «un vestido que emulaba una de las guitarras de Picasso y dos palomas que daban la idea de la Paloma de la Paz. Y lo volvió a hacer -añade- en 2002».

Moschino, el homenaje más mediático

Después llegaron Óscar de la Renta, Prada, Viktor & Rolf o Jacquemus, pero el más impactante y literal fue el homenaje de Moschino para Primavera/Verano 2020. El director creativo de la firma italiana, Jeremy Scott, tuvo presente al arlequín, «tal cual, como salido del cuadro sobre la pasarela de Milán. Los personajes de los cuadros del pintor tomaron vida sobre la pasarela. Hasta el vestido de novia que sacó Gigi Hadid llevaba aplicaciones con la paloma», recuerda Sala.


Desfile de Moschino Primavera/Verano 2020.


Jacopo Raule


Precisamente fue el director creativo de Moschino, el estadounidense Jeremy Scott, quien dijo de Picasso que es como Mickey Mouse, elevando al artista a categoría de icono pop.

El estilismo de un icono pop

Pero, ¿fue el icono un seguidor de las tendencias? Aunque alguno lo ponga en duda, Jose Lebrero Stals se atreve a apuntar que «ciertos cambios de posicionamiento estético que se detectan en la trayectoria estilística de Picasso se reflejan también en distintas tipologías de vestuario».

«El joven contestatario y rebelde de los primeros años del siglo XX que busca una identidad gusta vestir de un modo algo estrafalario. En los años veinte, cuando está revisando el modo clasicista de pintar, gusta lucir los trajes de la burguesía parisina. Convertido en un famoso creador de reputación internacional ya en los años cincuenta y en la Costa Azul combina la austeridad de la fresca sandalia y el liviano pantalón corto con los trajes a medida. Siempre -apostilla el director artístico del Museo Picasso Málaga- haciendo gala de una elegancia masculina atemporal».


Picasso en su casa de la Costa Azul con una camiseta marinera.


Agencias


«Todos nos movemos por tendencias y modas. Decir que no es mentir. Es cierto que, como dijo Françoise Gilot en sus memorias, Picasso no se preocupaba en exceso por su apariencia. O quizá eso era lo que quería que pensáramos, porque si yo te digo Picasso a ti te viene la boina, la camiseta marinera… Al final, eso es estilismo y crear tendencia. ¿Cuántos pintores habrán intentado replicarlo y se han puesto la boina?», se pregunta Sala.

De hecho, Diez-Garde asevera que «Picasso supo emplear la moda para crear el icono que fue y seguramente lo que nos venga a la cabeza sea la fotografía ‘Hands of Nice’ de Robert Doisneau, donde nos proyecta el Picasso con camiseta marinera que acabará configurando la imagen que todos tenemos de él». Esa camiseta, también conocida como ‘marinière’ al ser usada por los marineros galos para ser más fácilmente avistados si caían al mar, fue un fondo de armario del malagueño desde que, en 1917, Coco Chanel la rescatase del olvido. Se convirtió entonces en un símbolo de rebeldía. De libertad. La prenda tuvo en Picasso a su mejor embajador masculino, papel que tiempo después tomó Jean Paul Gaultier.

Orfebre del amor

Tendencias por las que no se dejó llevar en sus obras. «La moda no es precisamente una de las fuentes principales de inspiración dentro de la carrera de Pablo Picasso. Analizando sus diversos periodos artísticos, la moda no parece situarse en ningún momento como un referente principal. Eso sí, Picasso era consciente de la importancia de esta y llegó a decir que «la moda es la última piel de la civilización», cuenta José Luis Diez-Garde.

En la misma línea se pronuncia Salas. «Picasso bebía de muchas cosas, una de ellas las mujeres con las que vivía, pero no creo que de la moda. Sentía una admiración excesiva por las mujeres, que derivó en toxicidad». Para esas féminas comenzó a explorar en su faceta de orfebre. «Hay pocas piezas y son todas únicas o con pocos ejemplares, porque eran regalos para sus amantes, mujeres y amigas. Son regalos de amor y amistad, pero que ayudan a entender cómo se relacionaba Picasso con los demás», apunta Sala, que especifica que «sus inicios se remontan a cuando se enamoró de Dora Maar y le hacía joyas.


Picasso y Dora Maar.


Agencias


Después, en sus veranos en el sur de Francia, recogía cosas del mar y los grababa con animales, minotauros o figuras femeninas. El más mítico es la ‘Lechuza Herida’, un collar que tiene grabado una lechuza que habían cuidado en su casa Françoise y él. También tiene piezas hechas en metales moldeados».


Picasso cubre con una sombrilla a Françoise Gilot, que luce un collar realizado por el artista.


Agencias


Aunque en su mayoría fueran pruebas de amor hacia sus parejas, Diez-Garde desvela que «parece que tuvo algún intento de comercializarlas». Algo que nunca llegó a ocurrir con esas piezas, de las que muchas de ellas han acabado expuestas en museos, los lugares que Picasso decía que eran «una gran cantidad de mentiras».

Enlace de origen : Picasso, numen de la moda