Las barracas abren sus puertas: «Hay mucha alegría y ganas de fiesta»

Las barracas abren sus puertas: «Hay mucha alegría y ganas de fiesta»

El sol, y las temperaturas, algo subidas para esta época del año, han acompañado al tránsito alegre entre la Semana Santa murciana y las Fiestas de Primavera que durante toda esta próxima semana permitirá a la ciudad lucirse con su particular colorido y olor, su gastronomía y músicas, y sus tradiciones huertanas y sardineras. Este domingo, tras la coronación de la noche previa de las Reinas de la Huerta, y tras la tempranera procesión del Domingo de Resurrección, le toca el turno a las barracas, esos cuarenta ventorrillos que ya están abiertos y que ofrecen lo mejor de la hospitalidad murciana, junto a sus aperitivos y platos tradicionales. Había ganas, como siempre las hay, de compartir mesa con amigos y familia, con vecinos y visitantes, en un entorno que sabe a Huerta. Y aunque con subida de precios por la inflación, las peñas han hecho un esfuerzo para ajustarlos «al máximo» y que no sufran los bolsillos de los clientes.

Francisco Cantabella es presidente de la peña Los Güertanos, que lleva montando la barraca en el Malecón desde hace tres décadas. Este año, con las restricciones de la pandemia dejadas atrás, como la mascarilla que aún el año pasado era obligatoria, constata «mucha alegría y muchas ganas de fiesta en la gente; acabamos de abrir y ya tenemos gente haciendo cola para entrar», comenta con una amplia sonrisa en los labios.

La peña, que tiene trabajando casi a medio centener de miembros, solo admite reservas entre semana y solo para comer, y el resto del tiempo funcionan «a demanda». Arroz y conejo, zarangollo, morcilla a la plancha, patatas asadas con ajo… Son los típicos platos y tapas que se piden sin cesar. Respecto a los precios, Cantabella explica que «son los acordados entre todos desde la Federación y se han subido un poquito, pero desde luego no los que marcan los mercados«.

En la peña El Trillo, de Aljucer, comparten mesa Antonio López, su mujer y otra pareja de amigos, todos residentes en San Ginés y jubilados. «Este año estábamos deseando poder disfrutar sin límites la Semana Santa y las Fiestas de Primavera; había muchas ganas», señala, tras haber dado buena cuenta de una ensalada murciana, unas patatitas con ajo, unos lomos y, quién sabe, si un plato para compartir del arroz y conejo que se estaba terminando de cocinar en la barraca.

Comenta que no está especialmente preocupado por la subida de los precios en las barracas, «es lo normal con la subida que ha habido en todo; y ellos tienen que defender sus gastos, como han hecho los restaurantes». Y concluye con un brindis por las fiestas.

Las barracas están distribuidas por toda la ciudad y algunas pedanías, como Santiago y Zaraíche (con las peñas El Botijo y El Membrillo), Cabezo de Torres (La Picaza), El Puntal (peña La Cruz), Puente Tocinos (La Crilla) y Zarandona (El Esprefollo), que las montan en sus sedes. Es el Jardín del Malecón y su entorno más inmediato el que congrega a más ventorrillos, siendo otro de los puntos de referencia la plaza Circular y la de la Cruz Roja.

Jean Louis es francés, de Nimes, y visita Murcia, junto a su mujer, por primera vez en primavera. Comparte mesa en la peña La Esparteña, de Algezares, con una pareja de amigos de Murcia, Juan Antonio y Encarnita. «Es una experiencia muy alegre; hemos visitado la ciudad y está llena de luz y color; ahora toca probar la gastronomía», comenta.

Desde un poco más cerca, Palma de Mallorca, Charo Sánchez explica que es la primera vez que visita Murcia y come en una barraca, en este caso en El Trillo. «Menudo ambientazo hay tanto en la ciudad como aquí y, por lo que he comido hasta ahora, muy bien la gastronomía», destaca rodeada de una concurrida mesa de familia y amigos. «¡Todo el mundo está en la calle!».

También en la peña La Esparteña, que este año tiene el honor de haber dado la Reina de la Huerta mayor, Andrea Sánchez, come Raúl Luján con su familia. Llegados de Molina de Segura, y tras presenciar la procesión del Resucitado, «la parada en la barraca es obligatoria», afirma. Salchichas, longanizas, morcillas, sobrasada… «vamos sobre seguro, y ahora, esperando al postre, con el paparajote, la matasuegra o lo que pueda venir».

Tras dos años «muy malos» es normal, subraya, que la gente salga a la calle «con muchísimas ganas; a disfrutar y vivir, que son dos días».

Este domingo es el primer día de apertura de las barracas, que no cerrarán hasta el fin de las Fiestas de Primavera el próximo domingo, 16 de abril.

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