La habitación sin vistas de la artista muleña Ilu Ros

En esta ocasión, de personas en su espacio privado, «abrigadas por un regusto ensimismado y onírico, el que se nos queda cuando buceamos en nuestro interior, cuando descubrimos los nuevos lunares y, a veces, los monstruos que habitan en ellos».

Ilu Ros, licenciada en Bellas Artes y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Granada, tiene en este momento también otra exposición en Granada [en Sala Zaida, espacio expositivo de Fundación Caja Rural Granada], enmarcada en la Feria del Libro de la ciudad nazarí, donde muestra originales que aparecieron en ‘Una trilogía rural’, el universo que captó en el libro ilustrado ‘Una trilogía rural’, basado en ‘Bodas de sangre’, ‘Yerma’ y ‘La casa de Bernarda Alba’ de Federico García Lorca.

Otros formatos

Nombrada el pasado viernes Socia de Honor de la Biblioteca Regional de Murcia, Ros comenta en una entrevista con LA VERDAD que la exposición de Madrid es obra pictórica, «no son ilustraciones de ningún libro», remarca. «Ni siquiera están hechas sobre papel, son acrílico sobre lienzo, y en formato más grandes de los que suelo trabajar».

En la Región de Murcia ha expuesto únicamente en el desaparecido bar ‘El Gallinero’, y en distintas exposiciones colectivas, aunque le encantaría poder mostrar su obra a sus paisanos. Con Modus Operandi es la primera vez que trabaja. «Yo planteé el proyecto expositivo para una galería de Málaga, pero con motivo de la pandemia la galería cerró, y busqué galerías en Madrid, y la primera que me contestó fue esta, y he tenido un año de margen para prepararla bien», explica Ilu Ros, que fue en 2020 reconocida por LA VERDAD entre los Murcianos del Año.

No cree que su trabajo editorial haya ensombrecido su obra pictórica. «Todo es parte de mi expresión artística, pero yo vivo de los encargos de ilustración, y quizás eso haya dejado de lado mi proyecto más personal, pero las ilustraciones de ‘Una trilogía rural’ ya las hice en acrílico, son más pictóricas, y eso significa que ya tenía ganas de pintar en acrílico».

En Madrid, donde decidió instalarse después de una década en Londres, Ilu Ros ofrece quince obras sobre la imagen real de lo que somos detrás de la máscara. «Un intento de observarnos con compasión, que no es poco», incide. «Al hacer una exposición la obra en sí no tiene que estar sujeta a un texto, como en el caso de la ilustración. Aquí funciona por sí misma. Es un diálogo con el espacio físico interior, y sobre todo con el interior de cada uno, cuando se han ido todos los invitados de la fiesta y te encuentras tú con tus miedos, en ese lugar que a veces no nos gusta».

Ese punto onírico e imaginativo le lleva a reflexionar sobre el acelerado vivir en el que todos parecemos inmersos. «Es todo a veces muy superficial y no dejamos tiempo para estar solos y aburrirnos, pero esos momentos son necesarios porque ahí es cuando vuela la imaginación».

Todas las obras han sido específicamente realizadas para el espacio de Modus Operandi. «Creo que ha quedado bonita, equilibrada en cuanto a color y disposición, y, sin duda, ha merecido la pena. Me he sentido muy libre, y muy a gusto». «A mí me gusta mucho dibujar, y cambiar de formatos, con técnicas diferentes, y variando las paletas de color, porque esto me mantiene activa y también activa mi curiosidad».

La impronta de cada persona

El rostro en la obra artística de Ilu Ros tiene una importancia superlativa. «Aquí en Modus Operandi prácticamente todo es retrato, y supongo que tiene que ver con que me gusta hablar con la gente y conocer historias y puntos de vista. Todos tenemos dos ojos, una boca y una nariz, pero todos somos diferentes, y me encanta profundizar en las emociones que cada uno puede expresar a través del rostro».

En ‘Una habitación sin vistas’ están los retratados solos, «en ese momento del día en el que uno es tan solo uno mismo despojado del atisbo de los demás», y entran en escena el delirio, los fantasmas, los sueños e, incluso, los temores. «Es ese momento en que cerramos las ventanas físicas y las virtuales para hacernos un ovillo y, con suerte, desprendernos de esa presión de mostrar a los demás lo que decimos ser. Y nos dedicamos a ser, sin más».