Adiós a Ramiro Oliveros, el actor que lo dejó todo por amor

Adiós a Ramiro Oliveros, el actor que lo dejó todo por amor

Ramiro Oliveros siempre tuvo claro que su vida valía más que su profesión. Fue un actor pionero en su deseo de formarse en el extranjero en los años sesenta; ambicioso en su empeño en no resignarse al papel de galán al que le condenaba su físico y su voz; decidido al retirarse en plenitud de condiciones cuando no encontró personajes de enjundia; y valiente al anteponer el amor a la mujer de su vida, Concha Márquez Piquer, a todo lo demás. En los últimos tiempos luchaba contra problemas pulmonares y cardíacos. El pasado octubre sufrió un infarto y este miércoles moría de un fallo multiorgánico en su domicilio de Pozuelo de Alarcón (Madrid).

Tenía 82 años y llevaba sin ganas de vivir desde que la tonadillera murió hace año y medio en el Hospital Quirón, el mismo en el que le habían tratado en los últimos meses. Estaban casados desde 1982 y el actor presumía de que en todos estos años solo habían pasado dos noches separados por trabajo. Tenemos el recuerdo de Oliveros en la prensa del corazón, pero es que se bajó de los escenarios hace más de veinte años, con un Don Juan Tenorio junto a Juan Carlos Naya en el Teatro Español y ‘Eloísa está debajo de un almendro’, en el centenario de Jardiel Poncela. La última vez que se puso delante de una cámara fue en la serie ‘¿Se puede?’, en 2004.

Desde entonces, este actor de cine, teatro y televisión, además de director escénico, tomó a Márquez Piquer como fuente de inspiración de novelas publicadas en la editorial Lekla y piezas teatrales: ‘Los siete círculo de humo’, ‘La baronesa interminable’ y un libro que recogía vicisitudes de su convivencia durante más de cuarenta años: ‘No serías mía si no me hubieses hecho tuyo’, subtitulado ‘Biografía de un amor’. «Ahí cuento un sinfín de anécdotas, nada de cotilleos de esas gentes que ensucian las mentes de quienes les escuchan», aclaraba en la revista de AISGE, la entidad de gestión de derechos de los intérpretes.


El actor Ramiro Oliveros en una imagen de 1973.


Nacido en Madrid en 1941, Ramiro Oliveros estudió Medicina pero llevaba dentro el veneno de la actuación. Engañó a su padre diciéndolo que se iba a unos cursos de verano en Inglaterra para conseguir el pasaporte y una vez allí se formó junto a la directora Joan Littlewood en un teatro de Barons Court. Después siguió estudiando en París y Fráncfort, hasta que llegó la hora de volver a España. Decretada la amnistía para los que no se presentaron al servicio militar, Oliveros logró sacarse el título de ATS gracias a sus estudios de Medicina y comenzó a trabajar en el hospital de la Princesa. Al mismo tiempo, construyó un escenario en una casa alquilada en Atocha y fundó un grupo de teatro independiente para montar obras de Pinter y Brecht que los teatros comerciales no exhibían.

Tras giras por España en un Seat 1.400, durmiendo en tiendas de campaña y pensiones de mala muerte, la presencia escénica de Ramiro Oliveros no pasa desapercibida. El realizador de Televisión Española Luis Enciso le reclama para ‘Hora once’, un espacio dramático al estilo de ‘Estudio 1’ en el que se grababan obras teatrales. En 1974 debuta en el cine con ‘El pantano de los cuervos’, rodada en Ecuador, y solo ese año aparece en siete películas, entre ellas ‘Vida conyugal sana’, de Roberto Bodegas, un título clave de la llamada Tercera Vía, a medio camino entre el cine de autor y las comedias populares. ‘Ya soy mujer’, ‘Volvoreta’, ‘Terapia al desnudo’, ‘Memorias de Leticia Valle’, ‘El poderoso influjo de la luna’ y series como ‘Régimen abierto’ y ‘La saga de los Rius’ se cuentan en una filmografía cercana al medio centenar de títulos.

Oliveros alternaba el teatro independiente con producciones cinematográficas de ‘serie B’ en las que hasta aparecía con seudónimo, como Raymond Oliver en ‘El pantano de los cuervos’, de Manuel Caño. ‘Virus’, ‘Viaje al más allá’, ‘Torre de cristal’ y ‘Hundra’ pertenecen a este grupo. Su voz profunda también le sirvió para trabajar como actor de doblaje: el personaje de George Peppard en ‘El equipo A’, sin ir más lejos. El detonante de su retirada vino de la mano de la serie ‘Todos los hombre sois iguales’, en la que aceptó sustituir a un actor por cinco episodios que se convirtieran en sesenta. Mientras rodaba en un pueblo madrileño, un grupo de personas le llamó Iñaki, el nombre de su personaje. «Que me hubieran reducido a la categoría de aquel personaje después de todo mi historial en cine, teatro y televisión me dio tal rabia que me juré que jamás me prestaría a trabajar, a menos que el personaje tuviera más carne que aquel imbécil al que presté mi voz y mi persona», justificaba.


Ramiro Oliveros en el funeral de Concha Márquez Piquer en 2021.


Ramiro Oliveros estuvo casado tres veces. Con su primera mujer, fallecida en 1974, tuvo dos hijos, y con la segunda, la fotógrafa argentina Consuelo Buenader, contrajo matrimonio en 1977 y se separó en 1982. Ese mismo año se casó por lo civil con Concha Márquez Piquer, quien nunca quiso la nulidad de su matrimonio con el torero Curro Romero. El amor había surgido durante la grabación del programa de cocina ‘Con las manos en la masa’, aunque a la cantante le parecía que Oliveros «tenía más pinta de amante que de marido».

Tuvieron una hija, Iris Amor. «Si no fuera por ella, habría acabado con mi vida el día que Concha murió», confesaba el actor hace año y medio, tras un funeral en el que el actor leyó uno de los numerosos poemas dedicados a la mujer de su vida. La anécdota macabra de la jornada la protagonizó el móvil del actor, que sin darse cuenta se le cayó y acabó en el féretro de Márquez Piquer. Durante días, llamó al cementerio de San Isidro para que se acercara un operario hasta la lápida y comprobara si seguía dando señal. «Aunque se le acabe la batería al móvil, ella la recargará, seguro», bromeaba.

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