Sánchez Robles invita a vivir con intensidad cada momento de las Fiestas de la Cruz

Sánchez Robles invita a vivir con intensidad cada momento de las Fiestas de la Cruz

‘Palabras para pensar la eternidad’ es el título del Pregón de Fiestas de Miguel Sánchez Robles, con el que el escritor caravaqueño emocionó a sus paisanos desde el balcón principal de la Casa Consistorial. La buena prosa y la poesía se dan la mano en las páginas de esta nueva obra del laureado pregonero de este año. Además de mostrar su gratitud por poner las palabras a este anuncio festivo, Sánchez Robles se hizo niño, joven y adolescente para revivir aquellos recuerdos que marcaron su existencia y evocar a quienes hicieron posible, con el paso de los años, las fiestas de la Vera Cruz que ahora tiene la ciudad.

Poco después de las siete de la tarde, la comitiva con las autoridades se dirigió hacia la Casa de la Cruz, en la calle de las Monjas, para recoger al pregonero y realizar un pasacalles por el centro de la ciudad hasta llegar hasta la plaza del Arco donde iba a tener lugar el Pregón de Fiestas. Durante el recorrido, cientos de personas se fueron sumando al cortejo para acompañar al pregonero hasta el Ayuntamiento donde, a las nueve de la noche se iniciaba el acto.

José Antonio Melgares, Cronista Oficial de la Región de Murcia, de Caravaca y de la Vera Cruz, fue el encargado de presentar a Miguel Sánchez Robles. «Hoy, en el balcón de la ciudad, – afirmó Melgares – en el gran salón de la casa común, un pregonero de excepción va a anunciar oficialmente que las fiestas ya están en marcha». El cronista recordó los innumerables libros escritos y los premios que ha recibido, «fruto de una dedicación y pasión literaria – aseguró – que le han llevado a ser uno de los autores más galardonados de España en premios de novela y poesía de carácter nacional e internacional». También recordó sus raíces caravaqueñas y su trayectoria profesional como maestro. Melgares comentó que «este pregón puede ser una de sus «obras máximas», trayendo a esta plaza, reflexiones, recuerdos y vivencias que en estas fechas a todos nos gusta escuchar con el corazón».

«Lo primero que quiero deciros es que recuerdo todos los lugares en los que amé estar vivo y que esos lugares están aquí, en Caravaca. Y también quiero deciros eso de que una ciudad se mide por la amplitud de su visión y la altura de sus sueños», con estas palabras, Sánchez Robles, introdujo a la plaza en un torbellino de ideas, reflexiones y vivencias, que sumieron a sus vecinos en un viaje apasionante a lo largo de los rituales que en los próximos días se volverán a llevar a cabo en torno a la Vera Cruz.

«Las ciudades sueñan también –afirmó– y precisamente por eso es importante creer y recordar a quienes las habitan y construyen poco a poco. Creer y recordar son suficiente para sentirse humano. Y en Caravaca tenemos la suerte de creer en muchas cosas y de no olvidar nuestro pasado, de creer en ese halo de júbilo y destino colectivo que nos identifica, de sentir que hay en nosotros cada mayo una esperanza nueva que es un sueño sagrado e impecable».

El pregonero animó a escuchar sus palabras el corazón y la memoria; y recordó sus años de niño en la calle Planchas, la vida de aquellos años en los que la ciudad crecía a la vez que los rituales se iban transformando en fiestas.

«Mi madre –afirmó, en otro momento del pregón- solía decirme cuando llegaba la fiesta: ‘Diviértete y sé bueno, hijo mío’. Y eso hacemos en Caravaca de la Cruz: divertirnos. Ser buenos. Eso lo sabemos hacer muy bien, muy bien, muy bien. Estar muy juntos, no sentirnos solos». También tuvo palabras para las momentos que expresan la devoción a la Vera Cruz, como «la Bendición de las aguas, uno de los instantes más sagrados de nuestra esencia festiva, algo que nos confirma siempre que hay una Caravaca de la Cruz generosa y leal, tan llena de fervor y de momentos e imágenes que son de alta gama y de una intemporalidad maravillosa». Habló de los Gigantes, de los caballistas como aquellos hombres que saben dónde van y qué quieren, «no hay imagen más atractiva que la de un caballista que camina tranquilo y seguro de sí mismo cerca de su caballo y lo hace con una perfección inasequible, que tampoco se puede copiar en ningún otro lugar de la Tierra». De los jóvenes que desfilan como moros y cristianos.

«He comprendido –dijo en los instantes finales del pregón– que algunos momentos están hechos de eternidad, de esa materia póstuma de lo que va a quedar en el Tiempo, de ese delirio nuestro perfectamente estructurado que es un prodigio humano intransferible y único». Y en la última reflexión confesó que «quiero que en estas palabras estemos juntos hasta la eternidad. ¡Caravaqueños, la fiesta pide empezar! ¡Y que a partir de ahora eche todo a discurrir como los ríos que bajan con tanta fuerza desde las altas montañas, desde las mismas cúspides del Tiempo y la esperanza!».

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