La alegría y colorido de las cruces de mayo abarrotan el casco antiguo de Cartagena de vecinos y turistas

La alegría y colorido de las cruces de mayo abarrotan el casco antiguo de Cartagena de vecinos y turistas

Con un traje de flamenca blanco perla, con un clavel rojo en el pelo y acompañada de su marido y su hijo, María del Mar Moreno vivió el día grande de las cruces de mayo de Cartagena desde el mediodía. La alegría, el colorido, la música y la fiesta la atrapó como a muchos otros cartageneros que ya, sobre las 13.30 horas, se arromolinaban en la plaza del Icue para ver al grupo musical Aires de Calle. A esa hora, el casco antiguo comenzaba a ponerse ya de bote en bote.

El color de los trajes y de los farolillos y las guirnaldas de las decoraciones de las barras y altares resaltó por encima de todo. Como la música en la Plaza San Francisco con Adrián Ruiz y la del Rey, con Pablo Maca. En cada una de ellas se vieron a parejas bailando y pasándolo bien, mientras tomaban un refresco, un rebujito o una marinera, como la que degustaron Fracisco Castellón y su novia Marta del Valle, en un bar de la Plaza San Sebastián.

«Nos ha sido complicado coger mesa. Está imposible», admitió ella. Y es que, tomar el apertitivo, comer en un bar o en restaurante del casco antiguo se hizo complicado sin reserva. Por eso, fueron muchos los que optaron por las 32 barras repartidas por calles y plazas. Cañas a un euro y medio y platos de arroz, migas y magra con tomate desde tres euros la ración hasta los cinco.

Salchichas, morcillas y embutidos, pero también tapas típicas y otras más elaboradas fueron degustadas por las miles de personas que a esa hora cogían fuerzas para la tarde. La buena temperatura, rozó los 25 grados, y las ganas de fiesta ayudaron a que los hosteleros hicieran buenas cajas. Algunas calles estaban a reventar, como la del Aire, donde montaron comidas los californios, o Palas, donde los Resucitados crearon un buen ambiente.

De los barrios y las diputaciones

Por allí también se vió a los vecinos llegados de los barrios y las diputaciones, y se unieron visitantes de municipios colindantes, como San Javier y San Pedro del Pinatar, y turistas, que con sus cámaras de fotos inmortalizaron el momento folclórico que estaban viendo.

Tras el minidescanso de la comida, las calles volvieron a abarrotarse a partir de las cinco de la tarde. A esa hora pasar por Honda y Jara se hacía muy complicado. Los pinchadiscos de los locales se rifaban a los chavales con su músicia, algunos de los cuales se montaron su propio botellón. Fue aquí donde la fiesta de las cruces más se desvirtuó de su origen

Muy cera de allí en la Plaza San Francisco, el grupo Arte Payá llamó la atención de numeróso público, como Filiu en la del Icue y al relente en Juan XXIII. Entre las cruces mejor engalanadas destacó la del Grupo Folclórico de La Palma, en la calle Cuesta de la Baronesa, y las instaladas en Jara y Cañón. También la de la Cofradía Marraja, en la calle Cuatro Santos. La fiesta está previsto que se alargue hasta bien entrada la madrugada.

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