Elísabet Benavent: «A las escritoras de comedia romántica se nos quita el derecho a la imaginación»

Elísabet Benavent: «A las escritoras de comedia romántica se nos quita el derecho a la imaginación»

Elísabet Benavent (Gandía, Valencia, 1984) decide jugar en su última novela, ‘Cómo no escribí nuestra historia’ (Suma de Letras) y elige como protagonista a una escritora de éxito, Elsa Benavides, dispuesta a matar al personaje que le hizo famosa, Valentina. Benavent se convirtió en un fenómeno literario a raíz de la publicación de la exitosa saga ‘Valeria’, llevada al audiovisual por Netflix –la tercera temporada se estrenará el 2 de junio– . Tras la película ‘Fuimos canciones’, la plataforma ya tiene preparada la adaptación de otro de sus libros, ‘Un cuento perfecto’, con Anna Castillo y Álvaro Mel como protagonistas, que se estrenará el 28 de julio. Hasta entonces, los lectores pueden disfrutar de una nueva ficción narrativa. Una rebelión en clave de amor propio con los ingredientes que domina la superventas. La autora participa esta tarde, a las 19.00 horas, en el club de lectura del Real Casino de Murcia.

–Acaba de llegar de Chile. ¿Cómo ha sido el encuentro con los lectores latinoamericanos?

–Estuvimos en Buenos Aires (Argentina) y en Santiago de Chile. Ha sido una pasada, el público es muy entregado, muy cariñoso. Es difícil entrar en el mercado latinoamericano pero estamos empezando a despegar.

–¿Cree que sus historias pueden funcionar igual de bien en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos?

–Tengo un handicap, y es que escribiendo soy muy española y eso se nota al cruzar la frontera, aunque cuando se traduce, ese salto se soluciona. Llevo unos años intentando tener menos giros muy españoles en el lenguaje y ser un poquito más neutra. Creo que los libros que hablan de amor y amistad, comedias románticas, pueden funcionar en cualquier sitio porque son bastante universales.

AMOR ROMÁNTICO

«Ahora hemos puesto en duda muchas ideas que creíamos verdades universales»

–En su nueva novela presenta a Elsa Benavides, una escritora de éxito. ¿Por qué en esta ocasión acerca tanto a usted a la protagonista?

–En realidad es un juego de espejos, no deja de ser una ficción. Me pareció divertido partir de hechos que podían ser completamente reales. En los últimos años he vivido un fenómeno en el que casi todo el mundo presupone que yo escribo sobre mi vida. No sé por qué, a las escritoras de comedia romántica se nos presupone tener una vida vertiginosa, porque si viviéramos todo lo que escribimos, no tendríamos tiempo para dormir. Se nos quita, de alguna manera, el derecho de imaginación. Después de tantas entrevistas en las que se da por supuesto que lo que he escrito lo he vivido, me pareció bien hacer un juego: si hay que inventar mi vida, me la voy a inventar yo y me la voy a inventar bien.

–La escritora está dispuesta a matar al personaje que le ha dado éxito. ¿Por qué quiere hacerlo?

–En el caso de Elsa, se encuentra en una especie de iceberg emotivo. Por un lado, lleva ocho libros y se siente un poco atrapada ahí, pero cuando se profundiza se ve que ella tiene miedo de no ser capaz de escribir otra cosa. Ella materializa en Valentina todo lo que no ha conseguido en los últimos años y, de alguna manera, está constantemente comparándose con ella. Valentina es un símbolo de todo lo que no ha conseguido y ha terminado cogiéndole un poco de manía.

RITMO DE PUBLICACIÓN

«Han sido diez años muy bonitos, pero me gustaría frenar un poco para disfrutar más del proceso»

–Elsa se encuentra con Darío. ¿Cómo es este personaje?

–Es un símbolo de un amor sano, adulto. Es un personaje que ha mirado mucho hacia adentro, viene con los deberes hechos. Es el personaje masculino que facilita que Elsa se concentre en su amor propio.

–En todo este tiempo que lleva creando historias, ¿cree que ha cambiado la forma de entender el amor romántico y las relaciones tóxicas?

–Desde mi punto de vista, hemos evolucionado muchísimo. Cuando empecé a escribir no cuestionábamos cosas que ahora mismo nos parecen supertóxicas. Ahora hemos puesto en duda muchas ideas que creíamos verdades universales y hemos formado nuestra propia concepción del amor. Los celos, por ejemplo, ya forman parte de las ‘red flags’.

–En el libro señala el vicio de algunos escritores de criticar lo que ellos no consideran verdadera literatura. ¿Ha aprovechado la novela para vengarse?

–No, para nada. Ni siquiera siento que haya criticado a alguien en este libro. Es un libro que habla del mundo de la literatura desde todos los puntos, de los lados más amables y de los que lo son menos. Es metanarrativo porque habla mucho de mi realidad, de lo que veo a mi alrededor, pero en ningún momento está enfocado en eso. Siento que el trabajo del escritor está rodeado de mucho mito y he querido quitárselo.

«Soy mi peor enemigo»

–Cada capítulo lleva como título el nombre de un libro y su autor. ¿Cómo ha realizado esta selección?

–Son libros que han formado parte de mi vida. De algunos pedí referencias a gente en la que confío muchísimo. Como es tan metanarrativo, me parecía que no había nada que pudiera guiar mejor a la protagonista que los autores a los que admira. Los títulos hacen referencia a algo de lo que va a ocurrir en el capítulo.

–Entre los autores, la que más se repite es Rosa Montero. ¿Qué le ha aportado su literatura?

–A Rosa Montero la admiro muchísimo. Una de las cosas que más admiro de ella es que sus historias las sientes como si te las estuviera contando alguien muy cercano y aprendes muchísimo. Son libros llenos de curiosidad.

–Ha publicado 23 libros en una década. Aunque alguno de ellos ya lo tenía escrito, sigue siendo una cifra vertiginosa. Imagino que habrá momentos de presión por seguir los ritmos que marca la editorial.

–Yo soy mi peor enemigo, porque soy la que me pongo los plazos. La editorial me da unas fechas orientativas y yo decido. Estos últimos años he sido yo la que ha apretado el acelerador y la editorial me ha acompañado, de la misma manera que ahora, que quiero frenar, la editorial lo acepta. Han sido diez años bastante frenéticos y muy bonitos pero ahora me gustaría frenar un poco para disfrutar mucho más del proceso.

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