Hay en España, y en el mundo, muchas mujeres que nunca han aparecido en las noticias ni han dado grandes discursos, pero que han sido un elemento fundamental para el desarrollo y la modernización de la sociedad. Sobre esas mujeres, a menudo olvidadas por la historiografía oficial, pone el foco el periodista Ángel Expósito (Madrid, 1964) en su nuevo libro, ‘Mi abuela sí que era feminista. Mujeres superheroínas que desmontan el feminismo de postureo’ (HarperCollins). El director del programa ‘La Linterna’ de Cope ha recopilado las historias de doce mujeres que desde Afganistán hasta las Tres Mil Viviendas de Sevilla, desde el cine y el deporte hasta el Ejército, simbolizan el «feminismo real», en contraposición al «feminismo de postureo» que representa, a juicio del autor, el actual Gobierno.
«Mi abuela es una excusa para recordar las historias de estas mujeres que en España hicieron la Transición, aunque el Gobierno quiera apuntarse el tanto», explica Expósito, que ha encontrado a estas grandes mujeres en sus viajes a Latinoamérica, África o más recientemente, a Ucrania, pero también «cruzando la M-30 de Madrid o la S-30 de Sevilla». «El problema es que los medios de comunicación, y hago autocrítica, no contamos estas historias porque con la agenda política se nos olvidan los auténticos protagonistas. Tenemos que buscar la humanidad», pide Expósito.
Conchita Martín, una víctima del terrorismo que vio cómo ETA mataba a su marido a las puertas de su domicilio con sus hijos en casa, es una de esas mujeres que se sobrepusieron a todo para sacar a su familia adelante. También Pilar Aural, que vio morir a su hijo en sus brazos y que sacó fuerzas de donde no las tenía para fundar El Pato Amarillo, una asociación que acogía y daba de merendar a los niños para que no cayeran en la droga. «En los 80, los jóvenes morían por la heroína en esos barrios. Imagina que un hijo tuyo se engancha y decides montar una casita para que otros niños no tengan que estar en el parque. Pues ahora, que las circunstancias son diferentes, se han transformado en un hogar donde reparten comida. Y Pilar, con 80 años, sigue así, y no se retirará hasta que la vida la retire», cuenta el periodista.
En Afganistán, Expósito conoció a Hila, una adolescente de 15 años a la que rescataron los Boinas Verdes españoles (los GEO), y se horrorizó ante la cerrazón del fanatismo religioso. «En las cadenas de reparto de ayuda humanitaria había una soldado de la Brigada Ligera Aerotransportable de Pontevedra. Pues un imán rechazó toda la ayuda que ella suministraba porque la había tocado una mujer. Entonces piensas en cómo será la vida de una mujer afgana como ella, de veintitantos años, en ese país», reflexiona Expósito, que en plena guerra de Ucrania se encontró, en una escuela infantil, con tres monjas, María, María Jesús y Antonia, que atendían a decenas de niños.
Víctimas y heroínas
¿Qué nexo de unión tienen todas esas mujeres que, en Chad, en Malí o en la frontera de México con Estados Unidos, siempre están tirando de la familia o de la tribu? «Las mujeres siempre son las primeras víctimas, de violencia sexual, de trata, pero también son las primeras heroínas. Y hay una razón fundamental: ellas son madres, tienen ese sentimiento, y eso les ocurre a las leonas y les ocurre a los seres humanos», responde el periodista, que ha sido director de Europa Press y de ABC y colaborador de infinidad de periódicos, radios y televisiones.
Pese al increíble esfuerzo de las mujeres que protagonizan ‘Mi abuela sí que era feminista’, una pregunta pesimista acecha al lector: «¿Tienen solución estos dramas? «Seguramente no», se sincera Expósito. «El trabajo es infinito y ya puedes sacar niñas adelante que siempre habrá millones más que siguen en la mierda, pero lo que dicen estas mujeres es que, cuando salvan a una, salvan al mundo entero», añade el autor, que pide una mayor sensibilidad hacia la labor que realizan las heroínas. «Las altos cargos del Gobierno, de los ayuntamientos, de los gobiernos autonómicos, deberían darse una vuelta por muchos de estos lugares, que no están lejos de sus casas», cree el periodista, que rechaza «lecciones de feminismo, huecas y llenas de demagogia», de partidos que «han nacido en Irán o en Venezuela». «Yo he visto cómo tratan a las mujeres en estos países y lo siento mucho, no trago. He visto a las venezolanas prostituirse para comprar pañales».
Expósito reivindica la dignidad de las abuelas, «que no sabían de política ni tenían estudios, pero sacaban a sus hijos adelante inculcándoles valores». «Si hubiera que definir su vida con dos palabras, yo diría humildad, porque tenían lo justo, y el amor a los hijos, a la familia, a la vecindad. Quizá ahora estamos olvidando cosas fundamentales y perdiendo esa transmisión de valores tan básica». «Nuestra generación es menos machista, pero me preocupa el futuro», continúa el periodista. «Cuando uno ve las encuestas y analiza lo que pasa en los adolescentes con la violencia sexual, parece que estamos yendo hacia atrás. Estamos fallando en la educación en valores», concluye.
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Enlace de origen : «Nuestras abuelas no sabían de política, pero sabían inculcar valores»