El día comenzó con el anuncio de que los siete antiguos miembros de ETA condenados por delitos de sangre y que forman parte de las listas de Bildu renunciarán a ser concejales en caso de resultar elegidos el próximo día 28 y en la Moncloa se percibió un suspiro de alivio. «Feijóo se ha quedado sin campaña», se decían. Fue una de esas ocasiones en las que el deseo choca con la realidad. El líder de la oposición no tiene intención de aflojar la presión que lleva días ejerciendo sobre el jefe del Ejecutivo por haber decidido apoyarse políticamente en una formación a la que, como este martes mismo admitió la ministra portavoz, «aún le quedan muchos pasos que dar».Y horas más tarde lo dejó claro en el Senado, durante uno de los enfrentamientos más broncos y descarnados de cuantos ha protagonizado hasta la fecha con el presidente del Gobierno. «¿Va usted a romper sus pactos con Bildu de una vez, sí o no?», preguntó Feijóo, con la vista puesta en lo que pueda ocurrir a partir del 28-M con instituciones como las de Navarra. «Cuando ETA ya no es nada -le replicó Pedro Sánchez-, ETA para ustedes es todo».
Una vez acabó el duelo, las mismas acusaciones cruzaron de un lado al otro de la Cámara alta: «Han traspasado todas las líneas». El PSOE censura al líder del PP que dijera que Sánchez es «más generoso con los verdugos que con las víctimas»; la estocada con la que el líder popular reprochó al presidente que no haya exigido en ningún momento a Bildu que saque de sus planchas ni a los siete candidatos más sanguinarios ni a los otros 37 condenados por terrorismo que presenta y que, en cambio, sí haya atacado al PP, acusándolo de hacer un uso «indecente» de un terrorismo que «ya no existe» por reclamarle que no sea condescendiente con sus socios. El PP considera una «bajeza moral» que el presidente diga que el partido hizo «lo imposible para impedir el éxito en el empeño del Gobierno socialista de Zapatero de acabar con ETA».
La constatación de que no lograría reconducir el hilo de la campaña electoral hacia donde sus estrategas habían querido situarlo desde el primer día -la gestión de la economía, los datos de empleo y las medidas del Gobierno en asuntos como vivienda, educación o la lucha contra la sequía- ya habían llevado el lunes a Sánchez a pasar al ataque contra los populares. Sobre todo, tras constatar el nerviosismo entre sus propias filas, después de que tanto el aragonés Javier Lambán como el castellanomanchego Emiliano García-Page renegaran de los pactos Bildu. Y en el Senado, Sánchez redobló la estrategia.
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En una intervención que en Moncloa calificaban satisfechos como «seis puntos de oro molido» para resumir «cómo se derrotó al terrorismo» y «la utilización que siempre ha hecho el PP de ETA», el jefe del Ejecutivo lanzó contra Feijóo desde la definición de la organización criminal como Movimiento de Liberación Nacional Vasco realizada por José María Aznar en 1998 -MLNV era como se autodenominaban la banda y su entorno sociopolítico- hasta los intentos de apuntarla como autora de los atentados yihadistas del 11-M en plena campaña de las generales de 2004. Y volvió a acusar al PP de no poder «digerir» que el final del terrorismo llegara con un Gobierno del PSOE.
Choque de argumentos
Los socialistas conceden que el debate en torno a su relación con los independentistas vascos «no ayuda», pero también se muestran convencidos de que la excesiva agresividad del PP genera en su electorado una reacción de rechazo y que el argumentó de que Feijóo está actuando «a la desesperada» porque no tiene nada más que ofrecer acabará calando. «Los españoles lo que quieren es construir un futuro que resuelva sus problemas» adujo el presidente este martes en el escaño.
La portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, fue incluso más allá, adoptando una posición equidistante entre el primer partido de la oposición y la formación de Arnaldo Otegi durante su habitual comparecencia de los martes en Moncloa. «Entre los que no han tenido en cuenta el dolor de las víctimas y los que doce años después de la desaparición de ETA la siguen utilizando estamos la mayoría. Y hoy quienes han salido ganando han sido las víctimas», esgrimió.
Los populares tampoco creen que la cuestión de los pactos con la izquierda abertzale vaya a retraer el voto de los socialistas convencidos, pero sí creen que la laxitud mostrada por Sánchez -subrayada además por el grado de exigencia que, en contraposición, ha mostrado un partido como el PNV, apuntan- puede disuadir a votantes moderados a los que el PSOE aspiraba a sacar de la abstención. «Por más que pretenda enfangar el debate, la realidad es que Bildu es socio prioritario de Sánchez y éste considera que personas con delitos de sangre son dignos representantes de los ciudadanos. Sánchez es una oportunidad para Bildu. Feijóo no lo será», dicen.
El líder del PP se mueve en todo caso en un equilibrio complejo en este asunto, en el que tanto Vox como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, han demostrado estar dispuestos a ir más lejos que él. Nada más conocer la renuncia de los siete etarras a entrar en los ayuntamientos, él defendió que los españoles tenían razones para estar más esperanzados. Ayuso, que había coqueteado la víspera con la idea de la ilegalización de Bildu, puso en duda el compromiso de los expresos. Y en la Cámara alta, Feijóo lanzó una exigencia extra para compensar: que los 44 candidatos en cuestión formalicen su renuncia ante la Junta Electoral Central a fin de hacerla creíble.
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Enlace de origen : Sánchez y Feijóo se vapulean tras apartar Bildu a los exetarras con delitos de sangre