Queda una sola jornada para que termine la liga regular y, quién lo iba a decir, el UCAM está con opciones de meterse en el ‘playoff’. Frágiles, pero opciones, al fin y al cabo. Y es que, incluso dando la campanada en el Palau el próximo miércoles día 24, podría no bastar con ganar el Barça a domicilio si, al mismo tiempo, en Valencia el Breogán no hace lo propio ante el actual dueño de la octava plaza.
Haya carambola o no, el caso es que el UCAM ha alcanzado su mejor baloncesto en el final de la temporada. Como mínimo, será noveno, su segunda mejor clasificación histórica, y volverá a estar en Europa el año que viene. Son varios los responsables de la catarsis universitaria, pero dos los jugadores más fáciles a quienes mirar: Chris Chiozza y Artem Pustovyi.
Dirección y regularidad
Uno es uno de los jugadores más bajitos de la competición, con 180 centímetros solo posibles con zapatillas y la generosidad del medidor. El otro, uno de los techos de Europa con sus 2,19 metros. Uno es debutante y el otro va ya por su octava temporada en la Liga Endesa. Estadounidense y ucraniano. Pero la química alcanzada entre los dos ha permitido al UCAM ganar cuatro partidos seguidos y seis de los últimos siete, cuando padeció durante meses la falta de un director de juego y la regularidad en el puesto de pívot.
La química alcanzada entre los dos ha permitido al equipo de Sito ganar cuatro partidos seguidos y seis de los últimos siete
Cuando Chiozza llegó, la idea nunca fue deshacerse de Trice, sino combinar a ambos. Un base con la asistencia como primera opción y un ‘combo’ con más puntos en las manos que nadie en la plantilla. Pero, ya sin Champions League, el segundo pensó que ser el descarte semanal no iba con él. Vía libre para unos nuevos y más simplificados esquemas. El balón estaría más tiempo en las manos de Chiozza, y eso solo significaba que, por tanto, también en las del resto.
Porque los números personales no dan la razón a Chiozza contra Trice. Está tirando con menos acierto y anotando menos, pero asiste más y, sobre todo, un dato es aplastante. Y es el más importante: con él las victorias y derrotas se cuentan por 7 y 1. Antes, por 9 y 16.
Incidencia en el juego
Su incidencia en el juego tiene algunos grandes beneficiados, pero el caso de Artem Pustovyi es el más esclarecedor. Y es que el ucraniano, en los siete partidos con Chiozza, mete tres puntos más que antes (10,1 por 7,1) y valora prácticamente el doble (14,1 por 7,6). También recibe más faltas (2,7 por 2,1, muestra de que se le busca). También está el equipo más adaptado a jugar para un pívot de sus características, tan diferentes a los de los últimos años. Y sabe que, para que se le encuentre en donde quiere, es fundamental que llegue rápido al ataque, por lo que el aficionado se habrá podido fijar en los esprints de Pustovyi, sin apenas mirar el balón, hasta llegar debajo del aro contrario.
Con la química de ambos, la de base y pívots titulares, el equipo se reconoce y sabe jugar sin echarles de menos. Sin ir más lejos, el pasado domingo el UCAM fue siempre por delante con Chiozza y Pustovyi aún sin anotar en la primera parte. Una utopía que, al UCAM, le funciona.
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