El «milagro» de tres niños y un bebé de sobrevivir 18 días en la selva colombiana

El «milagro» de tres niños y un bebé de sobrevivir 18 días en la selva colombiana

Sin novedades. Colombia y el mundo aguardan entre la incertidumbre y la angustia el momento en que las fuerzas armadas de Colombia entren en contacto con los cuatro niños desaparecidos en la selva desde hace 18 días tras estrellarse la avioneta en la que viajaban junto con su madre, fallecida en el siniestro. La búsqueda sigue incesante, pero al ritmo extraordinariamente complicado que marcan las condiciones meteorológicas y un terreno a veces impredecible y en otras ocasiones imposible.

La familia de estos hermanos de 13, 9, 4 años y, el más pequeño de todos, 11 meses ha visto reactivarse sus esperanzas a raíz de que el presidente colombiano tuiteará hace unas horas que los pequeños están bien y calificara de «milagro» su capacidad para haber sobrevivido a la jungla amazónica. Sin embargo, ni los militares ni los aviones de rastreo han conseguido dar aún con su paradero. La confusión es palpable entre las autoridades y la propia Presidencia ha matizado las palabras de Gustavo Petro, que habría rebotado en las redes sociales una información suministrada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar sin esperar a la confirmación del ejército.

La versión más probable explica que dos capitanes de Avianline Charter’s, la empresa a la que pertenecía la aeronave accidentada, recibieron este miércoles un mensaje de que los menores han sido encontrados por miembros de una comunidad indígena deambulando en la espesura. Su intención, según estas fuentes, era la de descender por el río Apaporis con ellos y trasladarlos a Puerto Cachiporro, una localidad situada en un frondoso paraje del parque nacional de la Sierra de Chiribiquete, a quinientos kilómetros de Bogotá. Según los pilotos, los niños llegarán a esta comunidad a las cinco de la tarde de este jueves (la próxima medianoche en España), debido a la distancia y las dificultades extremas para avanzar por una selva azotada por diluvios intermitentes.

La abuela de los niños, que ya conoce la muerte de su hija en el siniestro, ha explicado que ninguna autoridad se ha comunicado todavía con la familia y que la única información recibida es que «los niños fueron encontrados por un campesino y un paisano». La hipótesis la avalan algunos habitantes de la región, que han participado activamente en la búsqueda de los desaparecidos y «conocen perfectamente el terreno«. La Organización Nacional de Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana está convencida de que los chavales están bien y al cuidado de sus rescatadores. La abuela, Fátima, ha puesto su voz a los mensajes emitidos desde los aviones de búsqueda mediante grandes altavoces, que les alentaban a conservar la esperanza y «dejar de moverse» con el fin de facilitar el rastreo a los militares.

El rastro de los coleteros

La pesadilla comenzó el pasado día 1. Magdalena Mucutuy, de 33 años, viajaba con sus cuatro hijos –Lesly (13 años), Soleiny (9 años), Tien Noriel Ranoque (4 años) y Cristin Neriman Ranoque (11 meses)– en una pequeña aeronave entre Araracuara y San José del Guaviare. La intención era reunirse con su marido, Manuel Ranoque, para posteriormente dirigirse a la capital colombiana, donde la familia pretendía afincarse. En su día, Manuel tuvo que escapar de Araracuara tras ser amenazado por las FARC, lo que le obligó a trabajar en distintos lugares para reunir el dinero con el que establecerse con su familia lejos de la amenaza de la guerrilla.

A las siete y media de la mañana, la avioneta sobrevolaba la región de Caquetá, sufrió una avería y se precipitó en medio de la selva, a casi 200 kilómetros de su destino. El aparato se quedó enganchado en las copas de los árboles y después cayó al suelo en vertical. Tanto la madre como el piloto y el copiloto resultaron muertos por el impacto. El primero de ellos, Hernando Murcia Morales, pudo dar la alerta de que se había producido un fallo en el motor antes de estrellarse. La tercera víctima mortal es Herman Mendoza Hernández, director de la fundación indígena Yetara. Sus cadáveres han sido encontrados por los militares, pero aún no han podido ser trasladados debido a las intensas lluvias.


Fotomontaje de la avioneta siniestrada y, al lado, un biberón del bebé


EFE


Las autoridades dieron por desaparecidos a todos los pasajeros en un primer momento y comenzaron su búsqueda. Este último martes, más de dos semanas después, los soldados hallaron los restos del aparato y los tres cadáveres. De los niños, ni rastro. O, mejor dicho, sí. Varios. Una tetera, fruta mordida, coleteros de pelo y lechos de ramas donde se presume que los cuatro menores han conseguido refugiarse de noche.

El descubrimiento de todos estos indicios señala a un episodio extremo de supervivencia, máxime si, como han informado los indígenas, los cuatro niños «gozan de buen estado de salud». Se trataría del primer caso en que un bebé sobrevive tantos días expuesto a unas condiciones ambientales terribles a merced de la jungla y las tormentas. Los rescatistas opinan que las dos hermanas mayores cuidaron de los más pequeños e improvisaron lugares donde guarecerse, ya que han sido encontradas ramas y piedras colocadas a modo de refugio.

El hallazgo de restos de fruta indica que también han recolectado alimentos para mantenerse durante todos estos días. Al parecer, la familia pertenece a una comunidad agrícola que conoce bien los cultivos frutales. Los militares han hallado además prendas de vestir, un biberón, coleteros e incluso unas tijeras infantiles. Si los pequeños habían ido dejando estos elementos es que todavía continuaban con vida.

Un mando ha explicado esta mañana en los medios colombianos que probablemente los menores fueron abandonado sus pertenencias a posta para crear un rastro que pudieran seguir los rescatistas. «Los objetos nos reconfirman la situación de que ellos se encuentren todavía con vida. Continuamos los esfuerzos y esperamos que estemos en la dirección correcta», ha señalado el coronel Juan José López, director de Operaciones de Aeronáutica Civil. La principal dificultad, según ha añadido, radica en la amplitud del área a cubrir y la imposibilidad de saber si los chavales han realizado algún giro en su camino. Los rescatistas civiles y un centenar de militares trabajan divididos en columnas que se dirigen en diferentes direcciones con el fin de cribar cuadrículas de varios kilómetros cuadrados de selva amazónica.


Dos coleteros y restos de una prenda que los desaparecidos colocaron sobre unas hojas, posiblemente para dejar un rasto a los rescatistas


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La empresa de aviación que ha comunicado el aparente feliz desenlace al Gobierno afirma que la ausencia de más infomaciones obedece en este momento a las tormentas que durante las últimas horas castigan la sierra. El temporal habría obligado a los indígenas a apagar los equipos de comunicaciones y buscar protección en la orilla del río ante el riesgo de una crecida repentina o de chocar con un tronco. Las tropas de búsqueda también permanecerían inmovilizadas, o apenas podrían avanzar, debido a la lluvia y el barro.

Fidencio Valencia, tío de la mujer fallecida, ha explicado este mediodía al digital ‘Semana’ que se mantiene a la espera de «buenas noticias» y reconoce que le «sorprende» que los niños hayan sobrevivido solos en la selva. No obstante, aclara que «hasta que no tenga una foto donde pueda ver a los cuatro niños vivos, no puedo salir de la duda». Fidencio, que permanece durante estas horas «de angustia» en casa de la abuela de los pequeños, muestra su dolor por la muerte de Magdalena. «Ella era una mujer trabajadora, dedicada a la agricultura. No comía por estar trabajando. Y era como una hija para mí», motivo por el que la relación con sus hijos «es muy estrecha».

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