Piedra a piedra, kilómetro a kilómetro y siempre en solitario, el etnógrafo Manuel Muñoz Zielinski (Madrid, 1949) ha fotografiado las ruinas que aún quedan en pie en los rincones perdidos de la Región de Murcia durante los últimos cinco años, «salvo el paréntesis obligado de la pandemia», puntualiza. Caseríos abandonados en lugares hermosos, viviendas de labor deshabitadas porque ya nadie vive en los secanos duros y lejanos, ermitas, palomares, pozos, lavaderos y hornos morunos: la cámara y la mirada un tanto europea de este investigador siempre en movimiento han documentado decenas de construcciones tradicionales que se desmoronan en ‘La vida olvidada’, un libro que se consulta con curiosidad, preocupación y nostalgia.
«Llevo toda la vida recorriéndome la Región de punta a punta, un poco a la aventura, donde me lleve la carretera. Y la verdad es que en la Murcia vaciada siempre me encuentro alguna sorpresa», explica a LA VERDAD este doctor en Filología Francesa, divulgador de la cultura tradicional y estudioso de los ritos y costumbres locales. Una pasión que le dejó en herencia su padre, el insigne lingüista, filólogo y académico Manuel Muñoz Cortés, discípulo de Menéndez Pidal, Dámaso Alonso y Rafael Lapesa, y amigo de Azorín, Laín Entralgo, Luis Rosales y Manuel Machado.
«De estos lugares me interesa todo: la gente y las casas, cómo se vivía… Me gusta mucho pegar el oído y atender a lo que se habla. Un problema recurrente es la sequía, que no hay agua, y que los hijos se marchan para no volver porque no quieren la vida del campo. Conmigo se abren fácil, a lo mejor por la pinta de guiri que tengo. La ascendencia alemana es lo que tiene», desliza en alusión a su madre, Margarita Zielinski Picqouin, hija de un alemán prusiano, fallecida en 2022 a los 101 años después de una existencia de película, primera profesora titular de la Universidad de Murcia y creadora de su Laboratorio de Idiomas.
El libro recopila fotos de hornos morunos, ermitas, palomares, lavaderos y otras construcciones
Las ruinas son «muy rentables fotográficamente», confía Muñoz Zielinski, quien ha trabajado con arqueólogos para «aprender a leer las piedras» en un territorio rural cada vez más despoblado. «Casi todas las casas en el campo tienen el mismo formato, tres metros de ancho por cuatro de fondo, porque las colañas no daban para más, con el hogar en un extremo. Y las habitaciones se iban añadiendo según se necesitaban», explica.
‘La vida olvidada’ cuenta con una introducción del antropólogo Gabriel López Martínez, profesor en el Departamento de Humanidades Contemporáneas de la Universidad de Alicante. Este experto detalla tanto las técnicas de construcción como los materiales y la tipología de las viviendas, sus elementos y otros detalles, como que las obras las dirigían los alarifes, personas de la comunidad que dominaban las técnicas básicas de edificación.
Robo de tejas
Lo que queda de estas aldeas y viviendas diseminadas levantadas hace más de un siglo es la huella desvaída de una forma de vida que ya no existe, salvo en recreaciones culturales y festivas. Y el expolio acelera la desaparición de los núcleos rurales, relata Muñoz Zielinski: «Como roban las tejas para venderlas a los extranjeros, las casas enseguida se vienen abajo. No hay solución para esto, porque en el caso de que interviniera la Administración y, pongo por caso, declarase alguna construcción como Bien de Interés Cultural, eso no serviría de nada porque no supone una ayuda económica para su rehabilitación. Son propiedades privadas donde ni siquiera vivían sus dueños, sino los aparceros, que se ocupaban de mantener las casas en buen estado».
Este libro apaisado es un viaje en el tiempo por los campos de Moratalla y Caravaca de la Cruz, Cartagena, Lorca, el campo de Murcia y otros rincones apartados de la Región. Zielinski siente predilección por las sierras litorales entre Águilas y Mazarrón, donde le gusta internarse por pistas y carreteras secundarias que le llevan a Ramonete, Morata, Ugéjar, la Cuesta de Gos y Garrobillo.
‘La vida olvidada’
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Autores
Manuel Muñoz Zielinski y Gabriel López Martínez -
Dónde comprarlo
Librería Atenea (avenida Primo de Rivera, Murcia) -
Precio
20 € (150 páginas)
También a Viquejos, un poblado fantasma escondido en la Sierra de Almenara donde en su día funcionó un molino de agua. Esa fuente se secó y se tuvo que ir la gente. Lo mismo que está ocurriendo con casi todos los nacimientos, también en la comarca del Noroeste.
Zielinski homenajea en la dedicatoria a ‘Gregorio’, su viejo Nissan Almera, con el que ha recorrido más de 5.000 kilómetros para componer ‘La vida olvidada’.
–¿Algún sitio recomendable para comer por esos campos?
–El Centro Social de Los Royos, una pedanía remota de Caravaca. Preparan un cordero segureño con pimientos buenísimo.
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