El Real Madrid, el de la fe y el hambre infinitas, es eterno. El equipo blanco volvió a hacer posible lo imposible y culminó el milagro con la conquista de su undécima Copa de Europa, la que parecía una utopía antes de remontar un 0-2 en contra en cuartos de final ante el Partizan, con hasta 18 puntos de desventaja en el quinto partido, la que se complicó en semifinales frente al Barça y la que también estaba lejana cuando en una trepidante y emocionante final el Olympiacos ganaba por cuatro a falta de un minuto (78-74). Otra vez el más difícil todavía. Cuando el rey de Europa agonizaba de nuevo y el favorito al título acariciaba la Euroliga, el Chacho devolvió la vida a los blancos con un triple cuando quedaban 45 segundos (78-77) y, a falta de solo tres, una memorable canasta de Sergio Llull enterró al líder de la fase regular de la Euroliga y llevó a la gloria al Real Madrid.
Solo un equipo como el Madrid puede convertir en realidad un sueño de tal dimensión, aunque sea de forma tan increíble, realmente inexplicable, resucitado en el momento de la verdad, en un tramo decisivo a cara o cruz, por dos veteranos como Sergio Rodríguez y Sergio Llull, quien dio origen a la batalla campal en el WiZink Center que lo cambió todo y que estaba llamado a decidir la corona continental. La Undécima, cinco años después de la Décima, que el menorquín decidió en Kaunas con un tiro de genio. Estaba taponado Llull por el gigante Moustapha Fall, pero Llull era muy consciente de que la esta tan sufrida Copa de Europa del Madrid, y la tercera suya, solo estaba ya en sus manos. Con valentía, con el crono y el pabellón en su contra, Llull se elevó y la enchufó.
Tuvo aún un último intento el Olympiacos, pero el lanzamiento casi sobre la bocina del también experto Kostas Sloukas tocó el aro y fue Llull, después de la exhibición del Chacho (15 puntos y nueve asistencias para 23 de valoración), quien se erigió el héroe decisivo en una final en la que al conjunto griego no le bastaron los 29 puntos de Sasha Vezenkov ni los 21 de Isaiah Cannan, porque cuando se jugaba de verdad la Euroliga allí estaba Llull.
Olympiacos
Canaan (21), Walkup (-), Papanikolau (6), Vezenkov (29) y Fall (-) -quinteto inicial-; Larentzakis (-), Sloukas (6), Bolomboy (2), Black (-) y McKissic (14).
78
–
79
Real Madrid
Williams-Goss (9), Hanga (2), Musa (6), Ndiaye (3) y Tavares (13) -quinteto inicial-; Causeur (11), Randolph (3), Rudy Fernández (3), Hezonja (12), Sergio Rodríguez (15) y Llull (2).
-
Parciales:
24-17, 21-28, 18-14 y 15-20 -
Árbitros:
Pukl (Eslovenia), Vilius (Lituania) y Difallah (Francia). Sin eliminados. -
Incidencias:
Final de la Euroliga 2023, disputada en el Zalgirio Arena de Kaunas.
«En el tiempo muerto, me ha obligado el entrenador a jugármela», desveló el escolta balear en alusión a Chus Mateo y a ese increíble lanzamiento que ya está en la historia de la máxima competición continental y en la de un Real Madrid al que nunca se le puede dar por muerto. Y mucho menos, si en pista están el Chacho y Llull. Oda al oficio, al talento y al espíritu ganador que siempre va unido al Real Madrid y a dos jugadores inmensos.
Perdía el rey de Europa por cuatro a un minuto del final (78-74), defendía el Olympiacos y el Madrid se tambaleaba, pero el base tinerfeño propinó a los helenos el primer mazazo con ese triple también inolvidable y después, cuando quedaban 12 segundos, fue víctima el Chacho de una falta que permitió al Madrid resolver con un último tiro de Llull. La única canasta acertada por el balear en una final en la que el MVP de la Euroliga, Edy Tavares, no fue esta vez determinante, aunque a sus 13 puntos añadió 10 rebotes. Quienes se convirtieron en gigantes fueron Llull y el Chacho.
Otra vez con épica
El título volvió a llegar con épica, como le gusta al Madrid, con remontada también en la final, y con sufrimiento pleno para un equipo que es todo carácter y corazón. En cuanto el Madrid se vio 12 puntos por debajo cuando se acercaba el final del primer cuarto, entre el término de ese parcial y el comienzo del segundo se produjo la gran reacción blanca, ya al ritmo del Chacho y con Hezonja imparable. Entonces, del preocupante 24-12 se pasó a un 29-31, gracias a la zona blanca en defensa contra la que se estrelló el Olympiacos. Y durante el bombardeo de triples en el que se convirtió el duelo en el segundo cuarto triunfó el Madrid, que cuando obtuvo una máxima diferencia de cinco (40-45) ya llevaba los mismos lanzamientos exteriores acertados que el rival (siete), pero con mucho menos intentos: 13 frente a 20.
Los madridistas volaban entonces, y sin Tavares en pista, impulsados por su defensa y por un acierto tremendo en ataque. Al contrario que el conjunto griego, que se veía sobrepasado por la velocidad impuesta por Hezonja, que contagió a sus compañeros. Sergio Rodríguez ya mandaba con su magia, el croata machacaba y los blancos se sentían poderosos con la defensa zonal por la que apostó siempre Chus Mateo para dominar también de forma incontestable en el rebote al descanso.
Hasta 20 capturas firmó el Madrid en un primer tiempo que empezó mal por culpa de los triples de Canaan, que comenzó a celebrar su cumpleaños en pista con dos triples consecutivos. Con el Olympiacos más enchufado y enérgico y frenando a Tavares, el conjunto heleno puso la directa, también con una defensa zonal, y sus penetraciones dejaron en principio evidencia a una defensa madridista en esos momentos demasiado endeble. También se mostró impaciente el Madrid cuando durante el último cuarto el Olympiacos, varias veces siete arriba, luchó por mantener su ventaja, pero debía estar escrito que quien diese al final al equipo la Undécima fuese precisamente Llull.
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Enlace de origen : El Madrid culmina el milagro con la conquista de la Undécima