«En la guerra con De La Morena nos equivocamos ambos, pero yo más»

«En la guerra con De La Morena nos equivocamos ambos, pero yo más»

«Soy bastante inquieto, pero ellos deben tener algo mágico porque consiguieron que permaneciera cuatro días grabando un total de dieciséis horas en una fábrica de botones de Leganés». Se refiere el periodista José María García (Madrid, 79 años) a Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, el dúo responsable de ‘Supergarcía’, la serie documental que repasa la trayectoria y el abrupto adiós en 2002 del periodista deportivo y que se podrá ver íntegra en Movistar Plus+ el 29 de mayo.

Y no, el documento estructurado en tres episodios de alrededor de una hora de duración cada uno, no supone el regreso a las ondas del revolucionario locutor que acuñó adjetivos como tuercebotas, abrazafarolas o correveidiles y se inventó la franja de la medianoche. «No estoy diciendo que nunca vaya a volver, pero las posibilidades son escasas, entre otras cosas porque todavía no estoy bien», explicaba esta mañana durante la presentación de la serie en la sede que Telefónica tiene en Madrid.

Lo cierto es que hace unos meses, García se dio un golpe importante en la cabeza. En un primer momento, la herida no revestía gravedad, pero grabando un fragmento de la serie junto a sus amigos de toda la vida, empezó a olvidarse de sus nombres. Un escáner confirmó que tenía dos cuágulos de sangre en la cabeza, de los que tuvo que ser intervenido. «Ahora, me canso y por recomendación médica he pasado de hacer tres horas diarias de ejercicio a veinte minutos, para recuperarme poco a poco. Eso me ha roto todos los esquemas», afirma quien espera, pasado un tiempo, volver a sentir «pasión y fervor» por la radio.

Nadie lo diría a juzgar por la verborrea tan incontenible como precisa que sigue articulando este periodista deportivo que inició su andadura profesional como reportero en 1963, en Radio España, y que luego transitó por el diario Pueblo, TVE, la Ser, Antena 3 Radio, la Cope y Onda Cero.

De su periplo tanto laboral como vital habla ‘Supergarcía’, que de forma muy visual usa las barras típicas de la radio analógica para saltar en el tiempo e iniciar la narración justamente por el final, cuando dejó Onda Cero sin despedirse siquiera de los oyentes. «Me retiré con dos noticias que no voy a contar porque serían un éxito para mí pero prevalece mucho más el daño le que haríamos a los aficionados y al país», asegura el locutor.

En aquel entonces su secretaria se ocupó de recoger, clasificar y guardar en cajas, en un almacén a las afueras de Madrid, fotografías, papeles, contratos y todo tipo de documentos que García había ido atesorando a lo largo de sus cuarenta años de andadura profesional, incluidas las cintas de los programas. «De alguna manera, la preproducción del documental comenzó hace 21 años», dice Ortega entre risas.

Ahí están, por ejemplo, sus inicios en la Ser, cuando puso en marcha la radio deportiva de madrugada, inicialmente como una sección de diez minutos en ‘Hora 25’ que poco a poco fue ganando entidad propia, su salida tras sus enfrentamientos con el entonces ministro de Justicia Pío Cabanillas -«se darán cuenta de que de Cabanillas ni Pío», dijo en su última intervención fiel a su carácter independiente- o sus años de gloria en Antena 3 Radio.

«Quería la verdad»

Junto a estos documentos, trufan el documental decenas de testimonios, desde su biógrafo Vicente Ferrer, hasta Iñaki Gabilondo, que le dirigió en ‘Hora 25’, pasando por los periodistas Juanma Castaño, Pipi Estrada, Cristina Pardo, Raúl del Pozo, Alfredo Relaño, Luis Herrero, Siro López, Juan Cruz, el escritor Arturo Pérez-Reverte, sus hijos Pepe y Luis, su secretaria Almudena Pérez, el presentador Pedro Ruiz, el director José Luis Garci o el expresidente Mariano Rajoy. «No es una serie hagiográfica», dicen sus creadores y, a juzgar por testimonios que hablan de cómo usaba el miedo para conseguir sus primicias, parece cierto.

Rechazaron participar en la serie Valdano, Michel, Butragueño, Aznar, Florentino, Perico… «Lo mejor de cada casa», apostilla mordaz García. «Les exigí que quería la verdad, no un trabajo en el que salga hasta alto y guapo», afirma el periodista. Tampoco sale José Ramón de la Morena, responsable de ‘El larguero’ en la Ser, y su gran enemigo en las ondas. «Nos equivocamos los dos, pero posiblemente yo más que él porque yo estaba arriba y tenía que haberlo dejado estar», dice quien ahora asegura llevarse bien con el locutor. Eso sí, García cree haber sido «el periodista más maltratado de este país».

A través de su experiencia, la serie relata también la evolución de un país del que García dio buena cuenta. Firme defensor de que antes de la especialización va la vocación, el periodista no dudó en dejar a un lado el deporte y acercarse al Congreso el 23-F para narrar el fallido golpe de Estado.

Sin pelos en la lengua, García se muestra crítico con los políticos españoles, a los que tilda de «mediocres y aburridos», y con la precariedad a la que se ha visto abocada un oficio para el que cree tener la clave: «En la comunicación tiene que haber espectáculo, pero por añadidura, la parte central tienen que ser la verdad y la información». Preguntado por ‘El chiringuito de jugones’, la tertulia deportiva que Josep Pedrerol conduce en Mega, asegura que aunque todo el periodismo está mal, «el que está desastroso es el deportivo. No sé cómo alguien puede sentarse a contar mentiras. Una noticia no es noticia si no esta contrastada por todas las fuentes», dice quien tampoco entiende que un periodista luzca la bufanda de un equipo.

Ha habido espacio también para tratar asuntos como el de los gritos racistas a Vinicius. «Eso es un juego de niños, en el Bernabeu quemaron una figura de butanito, la patearon y le estuvieron dando escobazos», cuenta García. E incluso también se ha hablado del escándalo de Negreira, destapado después de muchos años. «La autocrítica», dice en torno a la profesión, «es imprescindible, pero yo creo que estos movimientos son más de cara a la galería. Para empezar hay unos dirigentes que son tontos o mongólicos, o a cinco minutos de serlo, hacen una iregularidad grave y la dejan firmada… Es evidente que hubo dinero, pero también es obvio que no mandaba nada. Negreira es un pobre hombre porque dinero ha cobrado mucho, pero dónde está».

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