Al norte, las provincias de Málaga, Granada y Almería; al sur, Ceuta, Melilla, Chafarinas, Vélez de la Gomera, Tetuán, Alhucemas y Nador (Marruecos). Al oeste, el Estrecho de Gibraltar lo ‘cierra’; mientras que al este una línea imaginaria une el almeriense cabo de Gata con el de Fegalo en la ciudad argelina de Orán. Esta frontera invisible pone fin a los, aproximadamente, 350 kilómetros de longitud este-oeste del Mar de Alborán. Millones de hectómetros cúbicos de agua de la parte más occidental del Mediterráneo que dan cobijo a una de las mayores poblaciones de delfines nariz de botella, dan alimento a tortugas marinas de Europa y sirven de paso para peces espadas y «algún que otro tiburón», responde Raúl García, responsable de pesca de WWF.
Un importante caladero de muchas especies y fuente de conflictos entre España y Marruecos. A finales del mes de abril, pescadores de Carboneras (Almería) denunciaron que detectaron hasta una decena de embarcaciones marroquíes faenaban en aguas españolas. «Suelen pescar en los alrededores de la Isla de Alborán», apunta Ricardo Sagarminaga, fundador de la organización Altinak.
Situado en las coordenadas 35°56′22″N 3°02′07″O, este islote pertenece a la provincia de Almería y sus aguas «son protegidas», añade Sagarminaga. En estas inmediaciones, «estamos viendo pequeños barcos de bandera marroquí», explica García. Avistamientos que han comprobado Alnitak y Equinac este mes de mayo. «Hemos podido registrar ya 6 rederos», afirma Sagarminaga. Aunque, la realidad es aún peor.
Ambas asociaciones aseguran que son 940 barcos preparados en los puertos del Mediterráno de Marruecos y con un mismo ‘modus operandi’. «Lanzan por la tarde unas redes con unas boyas que las hacen flotar y al otro lado plomos que las llevan al fondo», detalla el fundador de Alnitak. Son las denominadas «cortinas de la muerte» o «redes a la deriva» porque quedan sin control en mar abierto hasta que son recogidas. «Entran en aguas españolas, las lanzan y las corrientes las llevan hasta aguas marroquíes donde es legal su recogida», advierte García. «Está documentado gráficamente y la entrada en aguas españolas no es un paso inocente», apostilla el responsable de pesca de la oenegé WWF.
Sin embargo, no es la única ilegalidad cometida por la flota marroquí, según estas organizaciones. «Estas redes están prohibidas», asegura Sagarminaga. Durante los años 80 y principios de los 90, su uso se hizo muy popular debido a su mayor eficiencia y a la poca especialización necesaria para su utilización al ser un arte de pesca pasiva. El problema es que es una «captura muy poco selectiva», señala el fundador de Alnitak. «Al estar toda la noche desplegada puede capturar mucho atún rojo, pero también una manada entera de delfines», advierte.
«No ha habido conversión»
Un estudio científico presentado al ICATT en 2005 ya informó del importante impacto de estas redes de la flota marroquí, con una mortandad asociada de miles de delfines y tortugas y decenas de miles de tiburones cada año.
A raíz de este estudio, EEUU y la UE pagaron más de 15 millones de euros al Reino de Marruecos para la conversión de su flota y la eliminación de estas redes, que ya estaban prohibidas en el Mediterráneo desde 2001. «La posición oficial de Marruecos es que sí se hizo», advierte Sagarminaga. Sin embargo, «esta conversión nunca tuvo lugar», denuncia. Un punto al que las autoridades del país norteafricano no han dado respuesta a preguntas de este periódico.
«Lo que hizo Marruecos es pasar esas redes a Argelia, a Mauritania y a la pesca de bajura», explica el fundador de Alnitak. «Volvieron a aparecer con barcos más pequeños, pero, incluso, más numerosos que los que había antes», apostilla el responsable de pesca de WWF.
Durante años, concretamente desde 2010, la flota palangrera española ha venido informando a las autoridades españolas, a Bruselas, al ICCAT y al Consejo General de Pesca del Mediterráneo sobre la presencia, cada vez mayor, de embarcaciones utilizando estas redes a lo largo del norte de África e, incluso, «por parte de la flota pesquera de Calabria (Italia)», apunta Sagarminaga. «Nuestros pescadores están protestando por ello, porque no son las mismas reglas», responde.
2.200
kilómetros de
red de deriva utilizados ha cuantificado la investigación
El año pasado, los responsables Alnitak y Equinac han conseguido fotografiar estas artes. «Podemos hablar de unos 2.200 kilómetros de red», cuantifican. Eso supone el doble que en 2010.
En paralelo a los resultados de esta campaña, Alnitak presentó los datos de 12 informes de especies de ballena protegidas víctimas de estas redes y los alarmantes datos de los centros de recuperación de Ceuta, zona del Estrecho, Almería, islas Baleares, Sicilia y Malta, que muestran una relación directa entre esta pesquería ilegal y el exponencial incremento en número de tortugas varadas en consecuencia de interacciones con redes.
«Ese pescado llega a Europa»
«Podemos asegurar que el 95% del atún rojo o pez espada que Europa importa de Marruecos está etiquetado como pesca de palangre y en realidad es pescado con redes de deriva», denuncia Sagarminaga.
Queja que también han trasladado los pescadores almerienses: «Se lo llevan a la lonja de Tánger para blanquear su procedencia; después la venden a países europeos, principalmente Italia». Se trata de un pescado que puede alcanzar un precio muy elevado en el mercado.
«Podemos asegurar que el 95% del atún rojo o pez espada que Europa importa de Marruecos está etiquetado como pesca de palangre y en realidad es pescado con redes de deriva»
Ricardo Sagarminaga
fundador de Alnitak
Alnitak ha presentado los datos e imágenes de su campaña a las autoridades españolas y europeas. «Resulta indignante que se haga la vista gorda con lo que está pasando frente a nuestras costas e, incluso, en nuestras aguas jurisdiccionales», denuncia el portavoz de esta asociación. «España es campeona en pedir validaciones y trazabilidad de las capturas, ¿por qué no?», apostilla. «Evidentemente hay una cuestión política. Sabemos que las relaciones con Marruecos son especialmente importantes, complejas, y la pesca no deja de ser una gota en todo el contexto político con este país», responde García.
Sin embargo, estas ‘artes’ pesqueras no sólo afecta al atún o a los peces espada. Los datos de Alnitak revelan que desde hace más de tres décadas hay un importante declive en las poblaciones de cetáceos en la región del mar de Alborán, con una reducción en más de un 60% en los tamaños de unidad familiar y manadas de especies como el delfín común o la ballena piloto.
La pesca ilegal no entiende de banderas
El problema de la pesca ilegal es algo común en los mares, océanos y puertos de varios puntos del planeta. En el Atlántico Sur Occidental, se encuentra el Agujero Azul, una zona a unas 200 millas de la costa argentina, fuera de la zona económica exclusiva del país, en aguas internacionales.
Durante el verano y el otoño forma parte de la ruta migratoria de especies de alto interés comercial como el calamar y la merluza, entre otras. Además, proporciona sustento a aves marinas como petreles y albatros. «Año tras año, desde la década de los 80, el Agujero Azul es explotado por flotas de potencias pesqueras internacionales», denuncia Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace Argentina.
Durante la temporada alta de pesca, de enero a julio, las vistas desde las playas de Argentina es «una concentración espectacular de luces de poteros (barcos que se dedican a la captura de calamar)», añade Vueso.
«Año tras año, desde la década de los 80, el Agujero Azul argentino es explotado por flotas de potencias pesqueras internacionales»
Luisina Vueso
coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace Argentina
Casi medio millar de navíos de distintas banderas: «China continental, Corea del Sur, Taiwán y España», asegura la portavoz de Greenpeace Argentina. «Vienen en busca principalmente de merluza, merluza negra y calamar», apostilla.
Fuente: Oceana
Una investigación de Oceana les pone cifra: «Hemos contabilizado unas 800 embarcaciones de las que 400 no podían entrar en esas aguas», desvela Ignacio Fresco, consultor en política y legislación marina de Oceana. Los datos fueron recopilados entre enero de 2018 y abril del 2021 y «lo que hacían estos barcos era apagar el sistema de identificación automática», denuncia Fresco. Una acción ilegal, según la normativa internacional.
Desde 2000, la Organización Marítima Internacional (OMI) estableció en la regla SOLAS/V19 que «todos los barcos lleven sistemas de identificación automática (AIS) capaces de proporcionar información sobre el barco a otros barcos y a las autoridades costeras automáticamente». Esta tecnología se desarrolló como un mecanismo de seguridad para evitar colisiones entre navíos en alta mar.
A esta señal se suman los datos VMS (Vessel Monitoring System) que «rastrean embarcaciones de manera similar al AIS, pero estos datos históricamente se han restringido al uso de reguladores gubernamentales u otras autoridades pesqueras», advierte Fresco.
Buques ‘oscurecidos’
En su investigación de tres años, Oceana detectó más de 6.000 barcos que apagaron sus sistemas AIS durante más de 600.000 horas, de los que seis de cada diez eran buques chinos. «Aunque los españoles se ‘oscurecieron’ más de tres veces que los chinos», denuncia la investigación.
«La flota pesquera utiliza el seguimiento por satélite, Vessel Monitoring System, plenamente aceptado por la UE», responde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. «El sistema AIS no es utilizado para la verificación del posicionamiento y actividad de los buques pesqueros españoles, por tanto consideramos que no es relevante la ausencia de detección de señal por operadores privados, señales que por otra parte podrían ser objeto de distorsiones», añaden.
El ministerio liderado por Luis Planas reconoce que en las fechas de la investigación 24 pesqueros españoles estaban faenando en el Atlántico Sur «con señales de posición de manera regular», aseguran. Además, «no ha habido ninguna denuncia o reclamación oficial del Gobierno argentino por incursiones de buques españoles en sus aguas», advierten.
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Enlace de origen : Barcos marroquíes pescan de forma ilegal en aguas españolas protegidas