No habrá que esperar a fin de año. Los españoles volverán a votar en unas generales tan pronto como el 23 de julio. Pedro Sánchez lo ha anunciado este lunes en una comparecencia sin preguntas en el Palacio de la Moncloa. Es su respuesta, inesperada, tras el catastrófico resultado cosechado por el PSOE en las elecciones autonómicas y municipales de este domingo.
La decisión implica que Sánchez asume en primera persona, y así lo ha especificado, una debacle con la que nadie en su partido contaba ni siquiera cuando, cerradas las urnas, empezaron a publicarse los primeros sondeos después de una semana de apagón demoscópico y en los que se apuntaba a un vuelco absoluto, con un mapa pintado de azul. Pero también tiene mucho de «estratégico», según sostienen los socialistas.
El jefe del Ejecutivo ha llegado a la conclusión de que no podía permanecer seis meses gobernando en una situación de debilidad semejante, con el riesgo de ruido interno que eso pudiera conllevar, y que las opciones de recuperarse de la debacle serían mucho menores a final de año que si en dos meses se pone al electorado progresista ante la tesitura de validar o corregir el último veredicto de las urnas.
En Ferraz, donde después de la comparecencia de Sánchez tuvo lugar una reunión de la ejecutiva, esgrimen que mirando con detenimiento los resultados solo se han dejado tres puntos, en torno a medio millón de votantes, por el camino y aspiran a un movimiento reactivo. «Hay un elefante en la habitación que se llama Vox», dicen. Creen, además, que hay una oportunidad de apelar al voto útil de la izquierda. Más aún ante el nada descartable escenario de que Yolanda Díaz no sea capaz de forjar un acuerdo para que Podemos se suba a Sumar en los escasos diez días que tiene de margen para presentar su candidatura.
Alberto Núñez Feijóo, sin embargo, tiene mucho más fácil intentar desvincularse de la formación de Santiago Abascal ahora de lo que lo habría tenido en diciembre. En muchas comunidades autónomas no hay plazo para la investidura y aunque en otras lo hay y puede coincidir justamente con la campaña de las generales, como ocurre en la Comunidad Valenciana, los populares pueden arriesgarse a presentar a su candidato sin haber cerrado acuerdo alguno con Vox, sabiendo que después disponen de dos meses para repetir la votación.
En todo caso, el PSOE también defenderá que el adelanto -decidido, según fuentes de la formación, durante la madrugada por el jefe del Ejecutivo y su núcleo duro- es un ejercicio de «honestidad democrática». El jefe del Ejecutivo se había implicado en la campaña como si fuera él quien se estuviera jugando la continuidad y su anuncio de esta mañana prueba que así lo ha entendido. No es solo que llevara más de un mes celebrando un acto de partido diario, es que nacionalizó la contienda convirtiendo su propia gestión -y no la de los alcaldes y presidentes autonómicos socialistas- en el principal argumento de voto y tirando del BOE un día sí y otro también.
En la mayor parte de los territorios, en los que el PSOE ha visto cómo sus expectativas de mantenerse en el Gobierno saltaban por los aires, como puede ser Extremadura -donde Guillermo Fernández Vara ha pasado de la mayoría absoluta a ser superado por la suma de PP y Vox, incluso con el apoyo de los cuatro diputados de Unidas Podemos- achacan sin ambages a ese «marco nacional» sus resultados.
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El PP lo confió todo a una ola contra el «sanchismo» (en el que los pactos con Podemos, ERC y EH-Bildu serían seña de identidad) y su apuesta ha resultado vencedora aunque, como insisten los socialistas, estará en muchos casos en manos de la ultraderecha. El jefe del Ejecutivo no ha buscado paños calientes y se ha hecho cargo del destino de sus compañeros de partido. «Magníficos presidentes se van a ver desplazados con una gestión impecable y eso a pesar de que muchos han visto incrementado su apoyo», ha dicho.
Ni siquiera ha esperado a mantener una reunión con su ejecutiva en Ferraz. Estaba convocada a las diez y se retrasó a las 12:00. Él, salió a hablar a las 11:00. Esta misma tarde, tras un despacho con el Rey, convocará un Consejo de Ministros para disolver las Cortes Generales. Es un cambio de guion absoluto porque Sánchez siempre había dicho que agotaría la legislatura. En su equipo creían además que la presidencia europea, que España debe asumir entre el 1 de julio y el 31 de diciembre, sería un estupendo trampolín electoral. Estos comicios también han demostrado que el perfil internacional que con tanto mimo se ha trabajado estos años, sin embargo, no basta para contrarrestar el rechazo que también suscita. Ni el encuentro con Joe Biden en la Casa Blanca, el primer día de campaña, ni el mantenido apenas mes y medio antes con Xi Jinping sumaron punto.
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La presidencia de turno de la UE ha sido, de hecho, uno de los argumentos que el presidente del Gobierno ha puesto sobre la mesa para justificar el adelanto. «Nuestro país se dispone a desempeñar una responsabilidad muy importante en este contexto geopolítico. Todas estas cuestiones aconsejan una clarificación sobre las políticas que debe aplicar el Gobierno y sobre las fuerzas políticas que deben liderar esta fase -ha asumido-. Solo hay un método infalible para solventar estas dudas y por lo tanto creo que lo mejor es que los ciudadanos tomen sin demora la palabra para definir el rumbo del país».
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Enlace de origen : Sánchez asume en primera persona la debacle del PSOE y convoca elecciones para el 23 de julio