Solo podía quedar uno. Ni el Sevilla ni José Mourinho habían probado el amargo sabor de la derrota en una final europea y por tanto uno de los dos estaba condenado a hacerlo por primera vez en Budapest. Tras una extenuante batalla de 120 minutos, los penaltis sonrieron al que siempre encuentra un final feliz en la Europa League.
Como recordaba la pasional afición sevillista en el tifo que mostró antes de la final, la Europa League es el imperio hispalense, no el imperio romano, por mucho que el conjunto ‘giallorosso’ portase en su camiseta la inscripción latina SPQR en honor al pasado glorioso de la Ciudad Eterna. La Séptima llegó de forma agónica, después de casi dos horas y media de fútbol y disputa. La siempre dramática resolución desde los once metros fue el triunfo de la normalidad, esa rara virtud con la que José Luis Mendilibar ha convertido a un equipo que rozaba el descenso a Segunda en campeón.
Justo como estaba previsto en el programa de la noche, la Roma apostó por el repliegue y su poderoso juego aéreo frente a la intentona sevillista de amenazar desde la posesión de balón y el juego posicional. Le faltaron profundidad y claridad de ideas de inicio al conjunto español, esas características que están destinados a proporcionar Bryan Gil y Óliver Torres.
Sevilla
Bono, Navas (Montiel, min. 94), Badé, Gudelj (Marcao, min. 127), Telles (Rekik, min. 94), Fernando (Jordán, min. 129), Rakitic, Ocampos, Óliver Torres (Suso, min. 46), Bryan Gil (Lamela, min. 46) y En-Nesyri.
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Roma
Rui Patricio, Mancini, Smalling, Ibáñez, Çelik (Zalewski, min. 91), Cristante, Matic (Bove, min. 120), Spinazzola (Diego Llorente, min. 106), Pellegrini (El Shaarawy, min. 106), Dybala (Wijnaldum, min. 68) y Abraham (Belotti, min. 75).
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Goles:
0-1: min. 35, Dybala. 1-1: min. 55, Mancini, en propia puerta. -
Penaltis:
1-0: Ocampos. 1-1: Cristante. 2-1: Lamela. 2-1: Mancini, para Bono. 3-1: Rakitic. 3-1: Ibáñez, para Bono. 4-1: Montiel. -
Árbitro:
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Anthony Taylor (Inglaterra). Amonestó a Matic, Rafa Mir, Pellegrini, Mancini, Cristante, Rakitic, Çelik, Zalewski, Lamela, Joan Jordán, Mourinho, Montiel, Ocampos y Karsdorp. -
Incidencias:
Final de la Europa League disputada en el Puskas Arena de Budapest.
Mientras, la Roma de Mourinho, sólida como una roca para evitar las progresiones del rival, encontraba con demasiada facilidad a Dybala, un jugador absolutamente diferencial. El argentino amagó con un disparo desviado, el primero del duelo, y luego sacó la lámpara mágica para hallar en área sevillista a Çelik, cuyo centro desperdició Spinazzola al rematar centrado para Bono con la derecha, su pierna mala.
En la igualada batalla ofrecía mejores sensaciones el conjunto italiano, con el duelo controlado y más incisivo a través de sus peligrosos arreones. No necesita producir mucho en ataque el conjunto transalpino y resulta un hueso durísimo de roer. Impecable planteamiento táctico, con Smalling como antídoto a En-Nesyri para cualquier balón por alto. El delantero marroquí, especialista en recibir de espaldas a puerta y abrir espacios para cualquier compañero, estuvo controlado al máximo por el central inglés, pretoriano de Mourinho por excelencia.
El guion parecía bueno para la Roma, pero se convirtió en idílico en una pugna aparentemente inocua en el centro del campo que Cristante le ganó a Rakitic. El croata protestó la falta justo antes de que Mancini dibujase un pase perfecto para Dybala, que hizo el resto al más puro estilo Dybala: exquisito control y no menos buena definición con esa zurda tocada por la varita.
El Sevilla, haciendo honor a ese lema que dice que nunca se rinde, reaccionó con pundonor y amagó con la igualada en un testarazo alto de Fernando. Aunque ninguno de los muchos centros laterales que puso el equipo de Mendilibar superó esas inmensas torres defensivas romanistas, Rakitic estuvo muy cerca de hallar la llave con un zurdazo desde la frontal del área que se topó con la madera.
A pesar del buen final de la primera parte del Sevilla, Mendilibar cambió sus cartas sobre el tapete y buscó con Lamela y Suso toda la verticalidad de la que había carecido mediante Bryan Gil y Óliver Torres. Surtió efecto, pues el conjunto de Nervión fue más agresivo tras la pausa. Percutió y percutió en un panorama muy similar al que ya vivió la Roma en semifinales contra el Bayer Leverkusen. Pertrechado en su área, el equipo ‘giallorosso’ trató de emular el elogio del ‘catenaccio’ que ejecutó en Alemania y fio su triunfo a un ejercicio defensivo de gran nivel.
Montiel, de nuevo héroe
Como en Leverkusen apenas tuvo el balón, casi ni se estiró más allá de sus dominios, pero esta vez su resistencia duró muy poco y se difuminó en una de esas incursiones por la banda derecha que Jesús Navas lleva firmando toda la vida. El pequeño diablo de Los Palacios la puso con veneno y Mancini se pegó un tiro en el pie ante la presión de En-Nesyri.
La Roma perdió entonces el libro de instrucciones. Le costó un mundo improvisar y adaptar su juego a la nueva situación. Olió la sangre el rey de la Europa League y pareció otro en la segunda parte. La final estaba ahora en su terreno, pero los hombres de Mourinho se pusieron la coraza y aguantaron el chaparrón.
El portugués cambió la clase de Dybala por el cemento de Wijnaldum y Abraham la tuvo ante Bono, antes de que el barullo posterior en el área española se disolviese sin consecuencias. No había dicho su última palabra la Roma, ahora con Belotti como hombre boya en lugar del lesionado Abraham. El atacante italiano pudo acabar con la ilusión sevillista cuando ya se atisbaba la prórroga, pero Bono otra vez negó la gloria rival tras una jugada ensayada.
Con el Sevilla más entero físicamente la final se adentró en el tiempo extra tras otra buena ocasión de cabeza de En-Nesyri y un disparo de Fernando ligeramente desviado. Montiel y Rekik como laterales frescos y dosis ingentes de esfuerzo físico, tanto que comenzó a pasar factura a ambos equipos. Ya no había piernas frescas ni claridad de ideas en el Sevilla ni tampoco ganas en la Roma para evitar que la batalla se decidiese en la caprichosa fortuna de los penaltis. Montiel, el héroe de Argentina en el Mundial, selló también el epílogo de la Europa League desde el punto fatídico. La Séptima del Sevilla llevará para siempre el sello de Mendilibar.
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Enlace de origen : La estrella del Sevilla pesa más que la de Mourinho