A sus 62 años, Reme Colina está viviendo la etapa de su vida en la que más realizada se siente por ayudar al prójimo. A pesar de llevar solo cuatro años como voluntaria de Cruz Roja, esta maestra, que ejerció en Murcia durante 39 años dando clase a niños de Primaria, asegura que se siente una privilegiada por la vida que ha tenido y siente la necesidad de dar todo lo que ha recibido. «La vida me había dado mucho y tenía que devolverlo. Aunque, realmente, en esta labor recibo yo más que doy», afirma.
Reme es una de las 4.500 voluntarias de la ONG en la Región y es coordinadora de las ayudas sociales. Desde su departamento, atiende a 300 familias vulnerables a las que proporciona alimento, ayuda para pagar alquileres y recibos de luz y agua. También es la encargada del programa de asistencia a ucranianos huidos por la invasión rusa.
«La gratificación es muy grande, la sonrisa que recibes con los ucranianos, por ejemplo. Los críos vienen con miradas de terror por lo que han vivido. Es algo que hace que se te caiga al alma a los pies. Sus rostros cambian cuando les das cualquier juguete, unos camiones que teníamos de propaganda, chiquiticos, y ves la sonrisa de los críos y te emocionas».
«Esa mujer cogió los zapatitos y los apretó contra el pecho con un entusiasmo terrible. Fueron más importantes que toda la comida junta»
Durante la época en la que llegaron a la Región los ciudadanos ucranianos, Reme rememora el caso de un matrimonio, de 65 años el hombre y 64 la mujer, que huyeron de la guerra con sus tres nietos de 10, 12 y 15 años. Ese fue un momento muy doloroso.
«Tuve que llorar al ver la tragedia que traían a cuestas. El hombre me enseñó con el móvil las fotos de su casa destruida por las bombas. No sabía dónde estaba su hijo, ni su nuera, que se quedaron en el país para luchar como soldados. Fueron momentos muy dolorosos, pero al llegar aquí, los acogimos, les dimos lo que necesitaban y sus caras cambiaron».
Desde el sector de ayudas sociales, se atiende a personas refugiadas de todos los países, huidos por cuestiones políticas, mujeres maltratadas, por violaciones… Son casos muy dolorosos y Cruz Roja hace de bálsamo para que el dolor se atenúe.
«Cruz Roja ayuda a tramitar todos sus papeles para legalizar la situación de todas estas personas, para tener su carnet de identidad, tener sus permisos de trabajo. Hay gente que viene muy perdida, sin conocer el idioma. Y les ayudamos a organizar su vida, porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo haría. Y todo ese manto de solidaridad lo despliegan sus voluntarios. Cruz Roja es lo que es gracias a lo que son sus voluntarios».
Dos décadas de dedicación
Francisco Javier Gómez es uno de los voluntarios más veteranos de Cruz Roja en la Región. Tiene 72 años y los últimos 20 de su vida los ha dedicado a ayudar al prójimo. «Siempre pensé que tenía que ayudar a la gente más vulnerable. Y me decanté por la Cruz Roja porque entendí que es la mejor organización para esa labor solidaria». Francisco capitanea el departamento de emergencias y socorro, donde es un referente.
Señala que el trabajo que realiza todos los días le reporta emociones muy enriquecedoras, «porque cuando ayudas a una persona que lo necesita, el mero hecho de encontrarla un poco más contenta ya es gratificante, eso no se paga». El veterano voluntario guarda en su retina los días en los que, en plena pandemia de la covid-19, llevaban alimentos a sus domicilios a las personas que enfermaban.
Hubo una mujer, una de las más de 50.000 personas que Cruz Roja atiende al año en la Región, a la que le llevaron comida y unos zapatos para un niño que tenía de cuatro años. «Esa mujer cogió los zapatitos y los apretó al pecho con un entusiasmo terrible. Unos simples zapatos que no pueden costar mucho dinero, fueron más importantes para ella que toda la comida junta. Y entonces, automáticamente, dices: con ese agradecimiento, con esa gratificación, pues ya me ha pagado. Todos los voluntarios tenemos un espíritu de sacrificio y no pedimos nada a cambio, porque la recompensa es la satisfacción de haber realizado algo que está bien hecho».
El veterano voluntario rememora los orígenes de la entidad solidaria: «El 8 de mayo conmemoramos nuestro 150 aniversario, coincidiendo con el Día Internacional del Voluntariado, porque Cruz Roja es voluntariado. El primer voluntario de Cruz Roja fue su fundador, Henry Dunant, quien socorrió a los soldados heridos en la batalla de Solferino, en 1859. Ese hombre puso su tiempo y sus conocimientos para atender a los dos bandos e implicó a toda la gente del pueblo para que colaborara. Y de ahí nace la Cruz Roja, de la solidaridad de las personas, que actúan libremente, sin imposición de ningún agente u organización», concluye el activista.
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Enlace de origen : «Soy voluntaria porque la vida me dio mucho y tenía que devolverlo»