Omayma, la niña de 10 años de San Javier que vende pulseras para pagarse su viaje de estudios

Omayma, la niña de 10 años de San Javier que vende pulseras para pagarse su viaje de estudios

Cajas de polvorones, bombones, papeletas de rifas… Este es el arsenal que todo escolar emplea para intentar financiarse el viaje de estudios, esa deseada excursión final que supone un gran desembolso económico para las familias. Esa primera incursión empresarial de muchos niños para ayudar a sus familias se puede ver como un juego, el de parecer mayores e independientes; el de ganar dinero por primera vez.

La historia cambia cuando pasa de ser un juego a convertirse en una necesidad. Antes de que las mascarillas pasaran a ser un complemento más en la vestimenta del día a día, los alumnos de 6º del Colegio Joaquín Carrión de San Javier vendían flores de pascua y papeletas para sacarse un dinerillo con el que poder costearse el viaje de fin de curso. Algunos conseguían subvencionar «casi un 50%», asegura Toni García Arias, director de este centro de la comarca del Mar Menor.

Omayma (10 años), alumna de 4º, no ha vivido todo eso. Le pilló la covid-19. Este año han retomado las salidas de fin de curso por primera vez desde que empezara la pandemia. El destino ha sido Granada, que finalmente ha salido adelante a pesar de que a muchos padres les parecía «demasiado caro». El 20% de los alumnos del centro, que alberga 16 nacionalidades distintas, están en riesgo de exclusión. Para no perderse esa experiencia, Omayma ha empezado a mover la maquinaria dos años antes. Para costearse el viaje ha decidido comenzar a hacer pulseras de colores llamativos, elaboradas a base de gomas elásticas trenzadas unas con otras: «Empecé a hacerlas porque ya falta poco y no quiero perder el tiempo», expresa la escolar.

«Cuando yo era pequeña mi hermana mayor hacía pulseras para nosotras, y se me ocurrió la idea de venderlas a mis amigas y a mis vecinos», cuenta ilusionada. Quiere hacerlo por su hermana mayor, que se quedó sin viaje por culpa (otra vez) de la covid: »Quiero vivir la experiencia y luego contarle todo a mi hermana». Precisamente fue esta quien le enseñó a hacer pulseras.

Estos viajes son una de las grandes motivaciones de los estudiantes, «fundamentales» para García Arias, ya que considera que, en muchas de las ocasiones, son «su primera experiencia» fuera de casa, visitando otros lugares. «Se crean lazos más intensos y mejora la convivencia», afirma este profesor, reconocido como Mejor Docente de Primaria de España 2018 y con el ‘Global Teacher Award 2021’ de la fundación AKS Education.

A la pequeña le gustaría visitar Madrid «porque es la capital de España» y no ha estado nunca. De mirada despierta y vivaracha, Omayma se ha presentado ilusionada a la entrevista, ataviada con un bonito vestido azul marino, unas sandalias doradas, cazadora vaquera y, por supuesto, con una muestra de las joyas que vende. Va acompañada de sus padres, Abdelghani Bennouna, que ha pedido permiso en el trabajo para poder asistir, e Ibtissame Dahbi, que no puede ocultar ni su sonrisa, ni su orgullo. Dejan que sea ella la que hable todo el rato, saben que hoy la protagonista es su hija.

Su madre solo le deja que venda pulseras a sus vecinas o por los alrededores de su edificio. Un pequeño nicho que ya ha terminado de explorar. En aras de expandir su negocio le preguntó al director si podía poner un puesto en el patio del colegio, pero al no estar permitido, lo único que le queda es hacerse publicidad. Ahora se propone trasladar su sucursal a la plaza del Ayuntamiento, lugar de encuentro con sus amigas, donde ha encontrado una socia que se ha sumado para ayudarla a crear pulseras y anillos.


Omayma muestra orgullosa sus creaciones.


Pablo Sánchez / AGM

Imagen - Omayma muestra orgullosa sus creaciones.

Algunas veces realiza packs al gusto del cliente, en función de si les gustan más las pulseras, los anillos o los collares. Los vende a un euro las primeras, a cincuenta céntimos las segundas, y el pack de las tres piezas dos euros.

Sus padres podrían asumir el coste del viaje, aunque no sin esfuerzo, como cualquier familia de clase media-baja: «No tienen el problema de que no puedan pagar. No viven en la pobreza», asevera con rotundidad el director. Omayma «sabe que tiene un coste y ha decidido por su cuenta que este sea el menor posible», explica García Arias. El docente no le ha dado clase nunca pero sí que tiene relación con ella, al igual que con muchos otros alumnos. La pequeña es muy sociable y, cada vez que tiene una ocurrencia, se acerca a Toni para contársela y conversar con él.

Sus progenitores se dieron cuenta de esa competencia emprendedora cuando Omayma tenía 8 años. Cuando salen a pasear le dan dinero para que se compre algo como, por ejemplo, chuches. Ella no quiere, prefiere guardarlo: «A mí me encanta ahorrar, acumular mucho dinero para gastármelo en cosas buenas, en cosas que necesito en realidad», explica.

Sus profesores están fascinados con ella, «destaca en todo lo que hace», aseguran. Sobre todo inciden en su expresión oral, en la manera que tiene de comunicarse, y en que «puedes mantener largo rato una conversación con ella». Sus asignaturas favoritas son Matemáticas y Educación Física. La primera, porque dice que todos los problemas los hace «muy rápido» y los entiende antes que el resto de sus compañeros, y la segunda porque le encantan los deportes, como el atletismo.

Una zona de relajación y zumos naturales

La venta de pulseras no es el único proyecto emprendedor que ha fraguado su mente. En una de estas conversaciones con García Arias le propuso convertir un pequeño espacio del patio en una zona de relajación para los alumnos que se encuentren mal, un área de descanso mientras esperan a que sus padres vengan a buscarlos: «en la parte de atrás de la cocina hay un espacio que sobra y he dicho por qué no hacemos una sala de relajación», cuenta. También le planteó incorporar una cantina que ofreciera zumos naturales, «para los alumnos que no tienen almuerzo».

El director del centro considera que esta mentalidad emprendedora le beneficia «que sea consciente de lo que cuestan las cosas. Ojalá no tuviese que ser así, pero la vida cuesta y hay que hacer sacrificios. Tener esa mentalidad genera superación».

Omayma es paciente, sabe posponer la recompensa. Una virtud que escasea en una sociedad domesticada por la inmediatez y los estímulos constantes a los que están expuestos los jóvenes hoy en día. Cuando sea mayor, esta sanjaviereña quiere ser dentista, militar y abogada. Lo dice con el convencimiento, la inocencia y el optimismo de quien cree que tiene el mundo en sus manos. Sus padres preferirían que se decantase por ser doctora.

«Mis padres me han hecho aprender que cuando sea mayor no tengo que estar pidiendo dinero sino ganármelo por mí misma con mi esfuerzo», afirma con tenacidad. Omayma siempre le pone el mismo empeño anticipatorio a todo. Este verano estudiará para que en 5º le vaya bien.

Enlace de origen : Omayma, la niña de 10 años de San Javier que vende pulseras para pagarse su viaje de estudios